Cita del clima
Arranca la cumbre de Bakú, marcada por la agenda climática de Trump y la superación del límite del calentamiento global
El encuentro, que afronta los retos de aumentar la financiación climática y reducir las emisiones, echa a andar bajo la sombra de los conflictos geopolíticos y el relevo en la Casa Blanca

Arranca la cumbre de Bakú, marcada por la agenda climática de Trump y la superación del límite del calentamiento global. / EFE
Valentina Raffio
Entre este lunes y el 22 de noviembre, los gobiernos de todo el mundo se reúnen en Bakú, Azerbayán, para volver a abrir el debate sobre cómo hacer frente a la crisis climática. Este año, todo apunta a que el grueso de las negociaciones se centrará en dos cuestiones clave: por un lado, la necesidad de movilizar más fondos para impulsar la transición ecológica y desarrollar medidas de adaptación al cambio climático y, por otro lado, el eterno debate sobre cómo cortar el grifo de las emisiones de gases de efecto invernadero que sobrecalientan la atmósfera y desatan el caos climático. Todo ello, bajo la sombra del caos geopolítico que envuelve al mundo, la guerra de Israel en Gaza, la escalada de tensiones en Oriente Próximo, la victoria de Trump en las presidenciales de EEUU y las imágenes de catástrofes naturales como las inundaciones de Valencia. De hecho, esta semana se ha sabido que el planeta cruzará por primera vez la línea roja del aumento de 1,5ºC del calentamiento global.
En este contexto, todo apunta a que este año el grueso de las negociaciones girará en torno al nuevo objetivo global de financiación climática (también conocido como NCQG, por sus siglas en inglés). Bajo este paraguas se engloban buena parte de los fondos que los países deben movilizar para cumplir el Acuerdo de París y, por ejemplo, llevar a cabo medidas de mitigación y adaptación. Tanto en los países desarrollados, los que hasta ahora han sido los grandes emisores del globo, como en las zonas del sur global, donde se concentran gran parte de los estragos climáticos de nuestros tiempos. "De este debate sobre finanzas depende que el año que viene, en 2025, los países presenten planes de recorte de emisiones más o menos ambiciosos", destaca Bruna Cañada Roca, técnica en justicia financiera del Observatori del Deute en la Globalització (ODG).
"De este debate sobre finanzas depende que el año que viene, en 2025, los países presenten planes de recorte de emisiones más o menos ambiciosos"
Durante las próximas semanas, los gobiernos tendrán que ponerse de acuerdo en una cifra exacta pero, sobre todo, en quién y cómo va a movilizar este flujo de dinero. Ya en las últimas cumbres del clima, se planteó empezó a abrir el debate sobre si, por ejemplo, debían aportar más dinero los países históricamente más contaminantes (como Estados Unidos) o los grandes emisores actuales (como China). "Habrá que estar atentos a la letra pequeña de los acuerdos. Por ejemplo, para ver si se aumenta la financiación climática o simplemente se suman iniciativas ya existentes. Si se conceden líneas de financiación directa o préstamos. O si se acuerda un calendario concreto para movilizar estos fondos y mecanismos de control", destaca Cañada Roca.
Línea roja de los 1,5
El otro gran objetivo de esta cumbre, que se trabajará en segundo plano, será el desarrollo de los nuevos planes nacionales de recorte de emisiones (NCD, por sus siglas técnicas en inglés). Ya en 2015, los gobiernos se comprometieron a recortar sus emisiones y llegar a cero neto para 2050 para, así, limitar el calentamiento global por debajo de la línea roja de los 1,5 grados de media. Según establece el Acuerdo de París, en 2025 los países deben entregar planes actualizados para conseguir este objetivo. Sobre todo en vistas de que, hasta ahora, no solo no se ha conseguido este objetivo sino que, además, tal como constata el último informe Copernicus, el planeta acaba de vivir su primer año por encima de este umbral de calentamiento extremo. Bakú tendrá que acelerar el debate antes de que se cierre la ventana de oportunidad para frenar el avance de la crisis climática.
Los países tendrán que acelerar el debate sobre cómo recortar emisiones, justo cuando el planeta acaba de superar por primera vez el umbral de los 1,5ºC
Todo este espinoso debate, ya de por sí complejo de abordar en un contexto diplomático, tendrá lugar en una situación geopolítica especialmente compleja. Especialmente, tras la victoria de Trump. "No está muy claro qué papel jugará Estados Unidos en esta cumbre. Hay quien cree que mantendrá un perfil bajo y quien en cambio espera que en este encuentro, que aún se celebra bajo el mandato de Biden, presentarán algo ambicioso aunque sea de forma simbólica", explica Anna Pérez Català, investigadora de l’Institut de Desenvolupament Sostenible i Relacions Internacionals (IDDRI). Según explica esta especialista, que lleva años asistiendo en primera línea a este tipo de cumbres, la primera vez que Trump ganó las elecciones, en 2017, retiró del Acuerdo de París a Estados Unidos, el mayor emisor del globo. Todo apunta a que volverá a hacerlo cuando llegue a la Casa Blanca, en enero de 2025. Así que queda por ver cómo responden el resto de países ante este posible escenario.
Un evento envuelto en polémica
La cumbre de este año, igual que sus predecesoras de Sharm el-Sheikh y Dubái, tendrá lugar en una ciudad construida sobre petróleo y gas, dos de los grandes combustibles fósiles que están alimentando la crisis climática. Según denunció hace unos días el diario 'The Guardian', el país anfitrión de este encuentro se prepara expandir aún más su comercio internacional de gas en las próximas décadas. El medio británico 'BBC', por su parte, también ha desvelado en exclusiva que uno de los altos cargos de esta cumbre, Elnur Soltanov, estaría utilizando este evento para intentar cerrar más acuerdos sobre combustibles fósiles. Esta estela de polémicas dificulta el tercer gran objetivo, que es aclarar cómo se llevará a cabo el gran acuerdo de la cumbre pasada por el cual los países acordaron de forma unánime "dejar atrás" los combustibles fósiles.
La presidencia de la cumbre ha sido acusada de utilizar el evento para cerrar más acuerdos para la expansión del gas
El país anfitrión de esta cumbre, Azerbaiyán, ha protagonizado durante décadas un conflicto armado con Armenia. A día de hoy, aunque los enfrentamientos han cesado oficialmente, el gobierno azerbayano ha recomendado a los asistentes a la cumbre "no acercarse a la frontera" ya que "aún se pueden producir esporádicos intercambios de disparos en zonas fronterizas y algunas zonas podrían estar minadas". Grupos activistas de la zona, por su parte, han aprovechado el inicio de este evento diplomático para denunciar la represión y el encarcelamiento contra los "periodistas y activistas políticos" en la región. "Las voces disidentes llevan más de una década siendo silenciadas", denuncian desde Amnistía Internacional.
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