Escuela de coletas para papis
El taller de peinados para padres e hijas que ha organizado Cristina Cebral en su peluquería Clandestina’s agota las plazas en pocas horas y cuenta con lista de espera para el 2025

La Provincia

Una actividad tan cotidiana como peinar a las niñas para ir al cole, puede convertirse en una ardua tarea si mamá no está en casa y es el padre el que asume la misión. Una solución puntual -y no al alcance de todos-, puede ser la de Daniel Álvarez, que aprovecha que su cuñada es peluquera y queda con ella en la puerta del colegio para que ésta le haga las coletas a su hija Elena. La cuñada es Cristina Cebral, dueña de la peluquería Clandestina’sen la capital grancanaria, y de esta experiencia nació la idea de organizar un pequeño taller de peluquería para padres e hijas. Nada más anunciarlo en redes, la avalancha de peticiones la obligó a extender a tres días lo que el principio era una única cita, y aún así tiene lista de espera para 2025.
«Mi cuñado me llevaba a la niña muchas mañanas a la puerta del cole, con el cepillo y las coletas, para que su hija, que tiene un pelo complicado, entrara bien peinada porque él no era capaz», indicó Cristina Cebral. Uno de esos días, hablando en la entrada del centro Daniel le dijo que necesitaba que le enseñase a hacer coletas, otro padre lo oyó, y se sumó de inmediato a una posible clase. «Al final me decidí a hacer un taller en mi peluquería el 28 de diciembre, lo publiqué en redes y a partir de ahí el teléfono no paró, tuve que buscar nuevas fechas, el 2 y 4 de enero, ante la avalancha de peticiones». El resultado fue, en apenas unas horas, los tres días con el aforo completo y una lista de espera de cara al 2025.
Problema multiplicado
«El problema es que mi mujer muchas veces se va a trabajar antes que yo de casa, entonces me quedo con las niñas y a la hora de peinar a Elena es un follón, porque me salen una especie de chichones arriba, ella se mueve muchísimo y muchas veces le pregunto a mi cuñada si va al cole, le llevo a la niña y se las hace ella directamente en la puerta». De esta llamada de auxilio se gestó el taller de peluquería papis e hijas, «porque ahora tengo otra niña más pequeña, que en breve empezará la guardería, y luego el colegio, y voy a tener el problema multiplicado por dos. Al final, entre que te despiertas a última hora y vas todo rápido, pues necesito tener un poco más de agilidad a la hora de hacer las coletas para poder empezar el día de la mejor manera». Elena, que tiene cinco años, está encantada de que su padre la peine, y éste, además de perfeccionar la técnica de las coletas, «lo tomo como un tiempo para compartir con ella algo diferente y la experiencia es muy bonita».

Taller de peinados para padres e hijas / José Carlos Guerra
Para Blas Morales, el peinado tampoco es su fuerte, por lo que no dudó en inscribirse al taller de Cristina Cebral nada más enterarse con su hija Noa, de cinco años. «Yo no sé peinarla, tengo las manos grandes, pero quería aprender porque cada vez que la saco a la calle, lo hago con unos destrozos brutales y ella se queja», y como dato a tener en cuenta destaca que cuando la va a llevar a un cumpleaños y la madre está trabajando «tengo que empezar a peinarla unas horas antes». Por eso aconseja este taller a muchos padres que, «o no saben peinar o no lo hacen bien como yo, y estoy encantado de venir para aprender y sacar a mi niña un poco decente a la calle». Noa también está encantada de que su papi aprenda a peinarla porque, confiesa, «me tira mucho del pelo».
Lo que más les costó a los cinco fue hacer bien la raya del pelo, pero al final hasta se atrevieron con una trenza
María, de seis años, tampoco está muy contenta con las habilidades estilística de su padre, Alejandro Escudero, de hecho la pequeña confiesa que «nunca le digo que quiero moño porque me deja como si fuera un poteito». Ante este panorama, no es de extrañar que Alejandro se apuntara al taller nada más conocerlo. «Lo vi porque estoy en un grupo de padres y madres que hacen actividades para los niños, una chica compartió el cartel del taller y nada más verlo le mandé el mensaje a Cristina y nos apuntamos porque su madre y yo estamos separados y cuando María está conmigo también quiere ir con coletas y hacerse peinados, y quiero darle la posibilidad de que ella vaya guapa».
Matteo Niccoli tampoco dudó en apuntarse con su pequeña Lilith, de cuatro años, cuando su mujer vio el cartel en internet y le avisó. «Mi mujer trabaja en Urgencias y por la mañana soy el encargado de peinar y preparar a todo el equipo -tiene también mellizos de un año-. A Lilith le encanta que la peine y siempre me pide que le haga una trenza para ir al cole, por eso me apunté, hacer una coleta es sencillo, pero una trenza y por la mañana corriendo, es complicado».
Juan Carlos Lozano fue uno de los papis que estaba en la lista de reserva y que consiguió plaza por una cancelación de última hora para él y su hija Alma, de dos años y medio. «Me enteré por las redes, lo vio mi pareja y me lo mandó porque sabe que quiero aprender a peinar, ya que de la coleta no salgo y Alma siempre me dice: papá hazme trenzas. Yo lo intento, busco algún tutorial por internet pero no se me da, me parece muy complicado». Además, Juan Carlos destaca la importancia del factor emocional de la experiencia padre-hija «que me aporta mucho porque estamos pasando tiempo juntos».
Con el diploma de «estilista estrella» en la mano, agradecieron que «ya puedo mandarla al colegio y no sentirme mal»
Con estas cinco parejas, el taller comenzó ayer a las 10.00 horas con la realización de una coleta que hicieron sin ayuda para ver el nivel. «No estaban perfectas, se podían mejorar y hemos empezado por lo que es un peinado básico de cole que es media coleta», indicó Cristina Cebral. A partir de ahí procedieron a recoger todo el pelo con dos coletas bien marcadas, una coleta de burbujas, y finalizaron con una trenza. «Lo que más les ha costado es aprender a hacer las rayas y también el sujetar el pelo a la hora de hacer la coleta. Al no tener mucha maña, pasaban el peine y soltaban el pelo, y claro, era como empezar de cero otra vez, hasta que entendieron la mecánica de no sueltes el pelo en ningún momento y le cogieron el truco, luego todo fue rodado».
Al final, los cinco padres de este primer taller se fueron con un diploma de «estilista estrella», una bolsita con peine, coleteros y trabas para practicar en casa lo aprendido, conocimientos básicos para dejar bien guapas a su pequeñas, una experiencia bonita con sus respectivas hijas, y la certeza de que «ya puedo mandarla al colegio y no sentirme mal»
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