Entrevista | José Medina Jiménez Presidente de la Fundación Juan Negrín
José Medina: «El Archivo Negrín también desembarcó por Normandía»
Hace ya una década que se inauguró la sede de la Fundación Juan Negrín, un hito definitivo que convirtió Gran Canaria en referencia ineludible para investigar y comprender la historia de España

José Medina Jiménez en la sede de la Fundación Juan Negrín. | ANDRÉS CRUZ

La protección de los papeles de Negrín durante la Guerra Civil y la II Guerra Mundial , con su blindaje en los sitios más inverosímiles, constituye un ejemplo excepcional de cómo la Historia pende de un hilo muy fino y a la vez terrible: un incendio, un robo, un extravío... Y de manera rotunda, la carga del odio sobre los baúles del último presidente republicano: Franco y sus espías o la Gestapo. Ambos olfatearon infructuosamente el tesoro. Pero siempre hay en todo gran episodio una segunda parte: los documentos del doctor y catedrático vivirían otro rompecabezas con su traslado a Gran Canaria. José Medina Jiménez aprovecha el aniversario de la sede de la Fundación que preside para desmembrar la complejidad de la huida y el retorno paulatino del archivo. Un proceso que iba a estar contaminado por la leyenda negra contra Negrín y la incautación y usurpación de las propiedades de la familia en Gran Canaria.
Vayamos hacia atrás, a la prehistoria de la Fundación.
En 1991 se crea una fundación con gente del Partido Socialista, se puso un dinero para realizar estudios sobre la historia de Canarias. Le pusieron el nombre de Juan Negrín en una acto celebrado en el Avellaneda y con Agustín Millares Cantero de presidente. Yo estuve, pero no quise integrarme porque no sabía bien de qué iba el tema. Más tarde, sobre el año 95 aquello no debía funcionar y nos llamó Antonio Aguado para pedirnos colaboración, y entramos José Miguel Pérez, Nicolás Díaz Chico, Alfredo Herrera Piqué y yo... No me acuerdo si se incorporó alguien más.
¿Y cuál fue el cambio principal?
Propusimos que el tema fuese restituir la personalidad de don Juan Negrín. ¿Por qué? Muchos eran historiadores, conocían el asunto. En el caso mío, tenía constancia de ello de forma oral, por mi familia, que hablaba de un personaje excepcional que era canario...
¿Cuál era la razón de esa fijación familiar por el doctor?
Yo creo que una hermana de mi abuela estaba casada con un Negrín de Telde, aunque no tengo aclarada del todo la relación. Pero en casa siempre se hablaba de él. ¿Por qué? La verdad es que no lo sé. Era un niño. Recuerdo que decían que en la tienda de ellos, en la calle Buenos Aires, se compraba la guayaba que venía de Cuba. Todo fue oral, pero es verdad que ingreso en el Partido Socialista pensando en Negrín. Tengo hasta un artículo pequeñito, como consecuencia del primer congreso que hace el PSOE, celebrado en Tafira, publicado en LA PROVINCIA, donde le nombro.
¿Pero ya se sabía que existían los papeles?
No se sabía absolutamente nada. Como dije, paso a formar parte de la Fundación en el 95 y me nombran vicepresidente. El objetivo claro es restituir la figura de don Juan.
¿Cómo empiezan?
Yo tenía relación con el hijo. Lo conozco en el año 78 o 79 en una conferencia que da en el Círculo Mercantil. ¿Qué sucede? Años más tarde él se presenta en Mesa y López, reúne a la prensa, y dice: ‘ Todo esto era de mi abuelo...’
Fue un domingo, este periodista se encontraba allí...
Bien, pues no fue nadie, es decir, ningún político, el único que asistió fui yo. Pues allí, un compañero suyo, Alfonso O’Shanahan, muy proNegrín, me lo presenta. Yo le comento que lo había conocido de aquella conferencia, pero él realmente estaba muy enfadado con todos los políticos por lo que le había ocurrido a su padre. Alfonso, ante el distanciamiento, le insiste. ‘Bueno, ahora hablamos’, dijo. Total, que al final de todo aquel follón me lleva a Paseo de Chil, donde vuelve a repetir: ‘Todo esto era de mi abuelo, pero no tengo papeles’.
Le pone un puzle delante.
A partir de ahí me entrega un trocito de papel, que todavía conservo, porque le dije: ‘Deme algo para poder empezar’. Lo primero que hice al llegar al Ayuntamiento fue comentarle a Juan Rodríguez Doreste, el alcalde: ‘Voy a meterme en lo de la nuda propiedad de los Negrín’. Pensé que era una cosa que podía hacer, los solares, los proyectos, el registro o la construcción son mi trabajo. ‘No te metas en eso. Es un lío, se movieron todos los linderos’, me dijo.
Pero usted siguió.
Con el papelito seguí adelante. No fue fácil: en principio, el hijo de Negrín nos quiso llevar al juzgado porque no estaba de acuerdo con la Fundación, de la que ya yo formaba parte. ¿Qué pasa? Pues que durante mucho tiempo él viene a la Isla, y los dos o tres días que estaba me llamaba por teléfono y yo le iba dando información. Hasta tal punto (risas) que un día come en casa, y tras enseñarle todos los papeles, me dice: ‘¿Tiene usted un habano?’
"Negrín no da por perdida la República, el territorio sí. ¿Y qué es la República? Estos papeles"
Había motivo de celebración, ¿no?
Se lleva una alegría. Claro, restituí con documentación el patrimonio que ellos reclamaban, algo que después llevé a un libro. Fue un trabajo intenso, de mucho tiempo.
¿Esa investigación sobre las propiedades incautadas abriría el camino para el retorno de los papeles?
Al enseñarle el patrimonio se lleva, como dije, una gran alegría. Entonces hablo con Gonzalo Angulo y la presidenta del Cabildo, que era María Eugenia Márquez, del PP, a la que conocía de la etapa del Ayuntamiento, donde fue concejal. El hijo de Negrín había aceptado una copia digital de los papeles que él tenía de su padre, y ese material había que escanearlo.
A la vez está la indemnización del Consejo de Ministros como compensación a los Negrín por la pérdida del patrimonio...
Es por esa época... Vamos a ver, en el 68, cuando la Ley de Responsabilidades Políticas dejó de existir, una norma por la que le pusieron a su padre 100 millones de pesetas de multa, él viene a la Isla y habla con Matías Vega Guerra, que había sido el abogado de la familia.
Nos encontramos aún bajo la dictadura de Franco y Matías Vega Guerra es uno de sus prohombres. ¿Qué ocurre?
Le dice que habrá que compensarlos... Incluso, hace una declaración en el momento de la denuncia en la que reconoce, efectivamente, que aquí se habían hecho las cosas mal. ¿Por qué? Porque se incautaron de la propiedad y no la registraron, y al no hacerlo quedó indefensa y expuesta a que los propietarios colindantes se fueran haciendo con ella, como así ocurrió. Este expediente fue caminando hasta que en la época de Suárez se acepta el pago de la compensación, pero no se hace hasta el primer gobierno socialista, con Felipe González.
¿Y cómo empiezan a llegar los primeros papeles a Gran Canaria?
Bien, muere Juan Negrín junior cuando se estaba haciendo el trabajo de digitalización. Él había dicho en su momento, ‘Me tienen que poner un ordenador y un scáner en Niza y mandarme un profesional’. En ese momento, por recomendación de Alfredo Herrera Pique, entra Sergio Millares Cantero, al que el Gobierno de Canarias le concede la excedencia como profesor para empezar a trabajar con los papeles de Niza.
Todo muy precario, ¿no?
Juan Negrín junior, que se había jubilado como neurocirujano, todavía hacía sus investigaciones con ratones en un laboratorio que tenía en el hospital Pasteur. Los papeles los llevaba allí y se los entregaba a Sergio para las copias, y luego se los volvía a llevar. Fue en 2001 cuando los trajimos a Gran Canaria y se hizo entrega del material en notaria. No teníamos los originales, lo que hicimos fue también hacer una copia en papel, aparte de los discos.
O sea, hablamos de una parte muy mínima del grueso.
Estos papeles que tenía Juan Negrín junior se los había llevado de la casa de su padre, en París, cuando muere en 1956.
¿Y cómo aparece Carmen Negrín?
Yo no la conocía... Pero le cuento: estaba en Madrid Eligio Hernández y le pido que se acerque a Niza para asistir al funeral de Juan Negrín junior. Allí tenemos el primer contacto con Carmen... ¿Qué ocurre? Con la primera documentación empiezan a venir a la Isla una serie de investigadores interesados...
"La decisión de ceder los originales madura tras visitar y conocer la familia Gran Canaria"
¿La nieta se mostró desde el principio dispuesta a trasladar el archivo a Canarias?
Yo me encuentro con ella en Niza para traer el trabajo realizado por Sergio Millares, que se había llevado a cabo con dinero público y cuyo gasto había que justificar. Ella está preocupada porque esos papeles habían salido de la casa de Negrín padre, en París. En aquel momento le planteé a Carmen la necesidad de que viniera a la Isla, el lugar donde había nacido su abuelo. También después hace el prólogo para incluirlo en mi libro sobre la propiedad familiar. Entonces, ella viaja a Gran Canaria con toda la familia y nos conoce; empieza una relación, a la vez que comienza la discusión sobre dónde van a ir los papeles.
¿Tensiones?
La Fundación Pablo Iglesias los quiere. El presidente era Alfonso Guerra y pretende hablar con Carmen a toda costa, ella se niega. ¿Por qué? Negrín había sido expulsado del partido y los que se quedan son los partidarios de Prieto y Largo Caballero. Empieza una guerra soterrada. Convenzo a Carmen de ir a hablar con Alfonso Guerra. También está Ángel Viñas, un amigo, que sostiene que la documentación debe estar en el Archivo Histórico-Nacional. Pero tanto a Guerra como a él les hice la siguiente reflexión: ¿cómo le dices a millones de canarios que somos españoles si nuestras personalidades importantes, y que merecen ser reconocidas, no tienen aquí ese reconocimiento. Hace falta sentar la base.
¿Y la receptividad de las instituciones canarias?
El Cabildo y el Gobierno de Canarias, y todos los consejeros de Cultura de ambas instituciones siempre han apoyado a la Fundación. Y los actuales lo han ido mejorando. Todos los gobiernos, todos, también. José Miguel Bravo de Laguna fue el encargado de entregar este edificio.
¿Cómo fue la gestión para acceder al resto de los papeles?
Sí, arranca una negociación de cómo íbamos a escanear el total, porque Carmen tampoco entregaba los papeles. Claro, la copia era fundamental porque lo que había era miedo a que los originales se quemaran o se perdieran.
¿Y la operación es en París?
Hay un acercamiento a Carmen, incluso del Cabildo. Ella entiende lo que es la parte canaria, se convence de que el sitio era este a pesar de las presiones de Ángel Viñas o Alfonso Guerra. En el 98 le pusimos su nombre al nuevo hospital, algo que no fue fácil, más bien intenso, de muchos contactos, hasta que el Parlamento bautiza el complejo hospitalario. En 2005 hicimos la primera exposición en España de Juan Negrín, con papeles que nos dejó Carmen y que trajimos de París. La inaugura la exministra Carmen Calvo, a la que le pedimos que negociara la traída de documentos de Francia a España de los republicanos del exilio. Y se negoció, todo eso es difícil pero va caminando, hasta el impulso que procura la entrada en el Cabildo de Paco Camejo como director y de Luz Caballero como consejera, y con José Miguel Pérez en la Presidencia del Cabildo.
¿Y que pasó finalmente con las ambiciones del Estado?
La negociación con el Ministerio fue bastante dura. Hago un paréntesis: Miralles, Moradiellos o Jackson ya habían estado aquí para ver lo que nosotros teníamos, o sea los papeles que estaban en Niza y que no formaban parte del grueso de París. Como ya comenté, eran los documentos que estaban en manos del Juan Negrín junior, y que su sobrina Carmen no recupera hasta años después.
¿Y el Estado?
Se decide que la Fundación tiene que tener una copia de todo. Empezamos a buscar y encontramos a Acuario, dos profesores que se dedicaban a esto. Estuvieron dos años en Normandía haciendo el trabajo...
Curioso que sea en Normandía, el lugar del desembarco de los aliados para la liberación de Europa de los nazis.
Son esos paralelismos no buscados, que aparecen de repente. En París, el alquiler de una casa nos cuesta un ojo de la cara y en Normandía el precio es más asequible. Se fueron llevando los papeles, no todos, los que Carmen nos dejaba. Aquello costó más de medio millón de euros. Teníamos una copia, pero no los papeles. Estamos entre 2009 y 2011. El Estado pone unas condiciones para ayudarnos: primero, que una reproducción estuviese en Salamanca, y dos que ellos rehabilitaban para la sede de la Fundación un edificio en la capital. Se trataba de un inmueble en el camino de Chil, en la recta de la carretera de Guanarteme a Tamaraceite, cuya obra sigue todavía pendiente.
¿Esa tenía que haber sido la sede del Archivo Negrín?
Sí, pero ocurrió que José Miguel Pérez, Camejo y Caballero negocian con el Ministerio para acordar que el Cabildo recibiría la documentación y la gestionaría la Fundación; es decir, el sitio donde están residenciados los papeles es la corporación insular. ¿Qué pasó con la sede? Aquel acuerdo muere por falta de iniciativa estatal, y el Cabildo ofrece como alternativa maravillosa la rehabilitación de este edificio.
¿Qué pesó finalmente en Carmen Negrín para dar el gran salto: la cesión de los originales?
Su decisión creo que madura tras conocer y visitar la Isla. Su marido, muy observador, le comenta: ‘tu abuelo era uno de ellos’, en referencia a la personalidad de los canarios. La buena acogida en sus posteriores estancias en Gran Canaria la van convenciendo. Tuvo una recepción espléndida por la prensa, las instituciones, la sociedad en general... Convergen, además, la copia de Normandía con su permiso, tras un acuerdo entre Ministerio, Cabildo y Fundación; la rehabilitación de la Caja de Reclutas para depositar los originales, y la firma de un convenio con el Cabildo y con la Fundación. Todo ello, como dije, cierra el retorno a España de los originales, pero a la tierra donde nació Negrín como sede.
¿Por que Negrín guarda todo?
Por una cuestión básica: él no da por perdida la República, el territorio sí, pero no la República. ¿Y qué es la República? Estos papeles. El Gobierno republicano debido a la invasión alemana de Francia, custodia la documentación en Marsella, en el Consulado de México, bajo la protección notarial en una casa que adquirió el ejecutivo en el exilio en Andresi, en el norte de París. Después del 45 , Negrín reclama al secretario de Estado del país latinoamericano la devolución de los papeles y libros. Más tarde, después de los 50, reclama al notario otra devolución pendiente.
¿Representan la oficialidad?
Vamos a ver, estos papeles son la República. Aquí tenemos, por ejemplo, la contabilidad del Estado de 1937 a 1947, es decir, dos años después de su dimisión en México. ¿Por qué están esos dos años? Porque todavía existían fondos republicanos para abonar las becas de estudiantes en Inglaterra. Toda esta documentación original se guarda aquí.
¿Hay herederos de Carmen?
Están sus hijas. Ellas están educadas en ese sentido. Han visitado la Isla varias veces.
¿Y José Medina?
Yo ya estoy pidiendo la salida. Pero que quede claro que este trabajo no lo ha hecho una sola persona, sino que ha sido una labor de todos los miembros del Consejo y del Patronato, voluntarios y propios de la Fundación. Todo ellos lo han hecho posible con la colaboración de sus familias y funcionarios.
¿En este sentido, el fallecimiento de José Miguel Pérez ha tenido que ser un gran golpe?
Él es catedrático de Historia Contemporánea y esto era una joya en la que se había volcado hasta el final, con gran empeño. Para entendernos, había una responsabilidad en alguien de cara al proyecto.
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