La lava y las cenizas del volcán de La Palma favorecen la vida marina

El Instituto de Oceanografía y Cambio Global de la ULPGC, con la colaboración del IUMA, mide el aporte de hierro del Tajogaite y su «liberalización lenta» para fertilizar las aguas costeras

De izquierda a derecha, Melchor González Dávila, Magdalena Santana, Gabriel Juanes, David González Santana y Aridane González.

De izquierda a derecha, Melchor González Dávila, Magdalena Santana, Gabriel Juanes, David González Santana y Aridane González. / ULPGC

María Jesús Hernández

María Jesús Hernández

La lava y las cenizas del volcán Tajogaite que cayeron al mar han pasado de ser un daño medioambiental en la zona afectada durante la erupción, a contribuir posteriormente a fertilizar de hierro y llenar de vida las aguas costeras de La Palma. Así lo confirma el estudio realizado por investigadores del grupo de Química Marina (QUIMA) del Instituto de Oceanografía y Cambio Global (IOCAG) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, liderado por David González Santana, que con la colaboración del Instituto de Microelectrónica Aplicada (IUMA) han logrado medir el aporte de hierro de la erupción al mar.

«Lo curioso del Tajogaite es que fue un volcán en tierra, pero toda esa lava y cenizas llegó al océano y favoreció que, incluso inicialmente en las condiciones que destrozaban la vida, una vez que termina la erupción todo ese material se quedó ahí, listo para ser usado por los organismos. Podemos hablar de un daño rápido, pero que favorece una mayor evolución del sistema para recuperarse, porque al menos en los niveles bajos de la cadena trófica, es mucho más rápido de lo que se podrían obtener de otra forma. Al final, es como si estuvieras en casa y te llegara la comida directamente», indicó el investigador de la ULPGC, David González Santana, químico especialista en el estudio de los volcanes submarinos y coordinador del estudio en el que han participado Melchor González Dávila, Aridane González González y Magdalena Santana Casiano por parte del IOCAG, y Alfonso Medina Escuela y David Fariña del IUMA, encargados de diseñar un sistema preciso de análisis del hierro en el entorno marino, capaz de medir hasta las concentraciones más bajas.

Ciclo del carbono

El hierro es un metal traza que desempeña una función significativa en el ciclo biológico del carbono, ya que determina la tasa de fotosíntesis y la absorción de nitrógeno en el fitoplancton. En el caso de Canarias, la principal fuente de hierro en el océano superficial procede de la deposición de polvo seco que viaja desde el desierto del Sahara, sin embargo, los investigadores de la ULPGC han demostrado que durante los 85 días que duró la erupción del volcán Tajogaite, esta fuente de metales traza cambió de forma drástica en las aguas de la costa palmera gracias a la deposición de cenizas volcánicas y de coladas de lava, que se convirtieron en las principales «proveedoras» de hierro en este entorno. De ahí la importancia de este estudio, publicado en la revista Science of the Total Environment, que forma parte del proyecto FeRIA (Respuesta del hierro en un océano acidificado) financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.

Fraccionamiento

Los resultados de la investigación también revelan cómo evolucionó el fraccionamiento por tamaño del hierro durante el proceso eruptivo, pasando de un predominio de fases de partículas grandes a otras de menor tamaño. «Una de nuestras hipótesis iniciales era que mucho de ese aporte de hierro por la erupción volcánica se perdía, pero lo que hemos observado en este trabajo es que, debido a que el material volcánico es bastante poroso y frágil, se va rompiendo, se van formando partículas solubles cada vez más pequeñas, y entonces puede ser utilizable a largo plazo, es decir, se va liberando lentamente, dando lugar a una fertilización que va a ocurrir a largo plazo porque todo ese material nuevo va a ir liberándose poco a poco, tanto como acepta el medio».

El estudio pone de manifiesto el importante poder del hierro en la fertilización del océano y la rápida pérdida del exceso y, además, sienta las bases científicas para conocer y modelar el efecto de erupciones, ya sean marinas o subaéreas, en los ciclos biogeoquímicos.

Desde cero

González Santana también destacó otro resultado curioso derivado de las características de la zona del volcán Tajogaite, y es que, las grandes mareas y fuertes temporales en invierno arrasan con todo en la costa, y vuelve a aparecer un nuevo ciclo cada año. «Hemos comprobado que se puede observar la evolución cada año desde cero, lo cual es bastante curioso para ver cómo se colonizan todas nuestras costas».

El grupo de Química Marina del IOCAG empezó la investigación en el Faro de Fuencaliente dos años antes de la erupción del Tajogaite, y desde entonces han realizado unas 27 salidas, teniendo una fuente importante de datos, antes, durante y después del volcán. «Seguimos los estudios, y cada dos o tres meses hacemos una campaña con el fin de ver la evolución en un largo período, para conocer cómo va cambiando el medio desde que es creado hasta que consigue una cierta edad».

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