RECICLAR LOS RESIDUOS
Depósito y devolución de botellas, latas y briks: un modelo de éxito en Europa
En Alemania y Países Bajos, personas sin hogar recogen estos residuos para devolverlos y obtener el dinero del depósito
En otros países se emplean máquinas automáticas
Guillem Costa
El modelo de recogida de envases que España deberá aplicar en noviembre de 2026 ya está normalizado en muchos países de Europa. En realidad, se puede afirmar que está teniendo un éxito considerable y que cada vez más estados se están planteando su puesta en marcha para reducir residuos, fomentar el reciclaje y, sobre todo, cumplir con los objetivos comunitarios, que no se alcanzan en muchos de los países miembros de la Unión Europea.
Los países pioneros fueron Alemania y Noruega, en los que a día de hoy el porcentaje de envases devueltos es elevadísimo: en Alemania, la tasa de recuperación de latas, briks y botellas es del 98%, y en Noruega, del 93%. Alemania creó el "Pfand" (sistema de depósito) durante la década de los 2000 y el método se ha extendido cubriendo también las áreas rurales. En Noruega también logran una eficiencia considerable y utilizan máquinas automáticas situadas en puntos de venta y otras ubicaciones de acceso público.
Países Bajos, que logra reciclar un 70% de los envases, siguió los pasos de Alemania, al tiempo que los países escandinavos enseguida copiaron a Noruega. Tanto Suecia como Finlandia, Dinamarca e Islandia apostaron por este sistema, desarrollando infraestructuras muy organizadas que los ciudadanos en su mayoría aceptaron. Finlandia, Dinamarca e Islandia superan el 90% de envases reciclados gracias a este modelo, mientras que Suecia se queda en el 89%. En general, en estos países, existe la posibilidad de devolver los envases a través de unas máquinas que ofrecen o donar el dinero a una fundación o imprimir un boleto que se puede utilizar como descuento en el supermercado.
Personas vulnerables
En los países en los que el sistema se ha consolidado, se ha normalizado el hecho de que una gran cantidad de personas sin hogar o en situación de pobreza utilicen este sistema para obtener pequeñas cantidades de dinero. En Alemania y Países Bajos, estas personas han acabado desempeñando un papel clave en el funcionamiento del modelo y se dedican a recoger botellas y latas en la vía pública, en contenedores o en las puertas de las casas para luego devolverlas y recibir el reembolso.
Este fenómeno, que visibiliza la falta de recursos y oportunidades de una gran cantidad de ciudadanos, se ha convertido en algo cotidiano en estos países. En algunos casos, los vecinos dejan las bolsas delante de la puerta o los envases al lado de las máquinas para que estas personas puedan recogerlas y cobrar el dinero, que puede ir de 0,10€ a 0,50€ aproximadamente por lata o botella. Esta circunstancia ha generado críticas, puesto que el sistema estaba diseñado principalmente para lograr reciclar más y mejor y originalmente no preveía que sucediese esto. La recolección de envases es ya un comportamiento estigmatizado como actividad marginal habitual de las personas sin hogar.
En países como Noruega, Suecia y Dinamarca, también es habitual que personas vulnerables recojan estos envases, pero no se ha convertido en prácticamente la única fórmula para hacer viable el sistema, como sí sucede en Alemania y Países Bajos.
Nuevas incorporaciones
Eslovaquia y Croacia también aplican el sistema con datos muy positivos y los últimos estados que se han sumado al modelo son Irlanda y Rumanía, que aún no disponen de los resultados pero que están empezando a desplegar el sistema. Reino Unido también está en proceso de implementar un sistema de depósito y devolución a nivel nacional, previsto para 2025. El Gobierno británico planteó hacer el método obligatorio para las botellas de plástico y latas de bebidas. En Francia también se está estudiando la misma posibilidad y la idea es poner en marcha una prueba piloto.
España, si todo sigue el orden previsto, dispondrá de este sistema en 2026. Las entidades que reclaman acelerar el desarrollo del modelo insisten en el éxito y expansión en el resto de Europa como principal argumento para afianzar el sistema y mejorar las nefastas tasas de reciclaje.
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