La ciencia alerta sobre el uso de monóxido de carbono en el deporte

Los investigadores de la ULPGC José A. López Calbet y Marcos Martín forman parte del panel internacional de expertos que insta a la WADA a declarar el CO como sustancia dopante

José Antonio López Calbet en el edificio de Educación Física de la ULPGC.

José Antonio López Calbet en el edificio de Educación Física de la ULPGC. / José Carlos Guerra

María Jesús Hernández

María Jesús Hernández

José Antonio López Calbet, coordinador del grupo de investigación de Rendimiento Humano, Ejercicio Físico y Salud de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), forma parte del panel internacional de expertos en Fisiología que firma un editorial en una de las principales revistas de medicina del deporte del mundo -Scandinavian Journal of Medicine & Science in Sports-, donde recomiendan a la WADA (Agencia Mundial Antidopaje) declarar como sustancia dopante el monóxido de carbono (CO). Este posicionamiento obedece a estudios que alertan sobre su uso en deportes, principalmente de resistencia como el ciclismo, para potenciar el rendimiento físico, a pesar de los riesgos que conlleva para la salud si se administra de forma inadecuada.

Dicho panel de expertos, formado por fisiólogos de Noruega, Canadá, Suecia, Alemania y España -representada por los investigadores de la ULPGC López Calbet y Marcos Martín Rincón-, tiene experiencia en el uso de monóxido de carbono porque han trabajado con CO para medir volúmenes sanguíneos, «a través de un método muy seguro y que está bien establecido con esa finalidad». Un conocimiento que les avala a la hora de expresar su preocupación por los estudios publicado en los últimos cinco años que confirman la utilización de CO para potenciar el rendimiento físico.

Ciclismo

En especial, los fisiólogos señalan un estudio publicado recientemente en una revista americana, sobre la administración de monóxido de carbono en dosis repetidas a ciclistas de élite que estaban haciendo entrenamiento en altitud, donde vieron que cuando les daban CO, aumentaba la hemoglobina. «La gente va a entrenar en altitud con la finalidad de aumentar la cantidad de hemoglobina que hay en sangre porque si en la sangre hay más hemoglobina, es capaz de transportar más oxígeno a los músculos, al corazón, al cerebro, a los músculos respiratorios y eso hace que la capacidad de esfuerzo sea mayor, por eso durante años se ha intentado aumentar la cantidad de hemoglobina en deportistas».

El catedrático recordó que en el deporte hay distintas formas de aumentar la hemoglobina, una legal que es entrenar en altitud o pasar muchas horas en altitud y entrenar a nivel del mar; y otras alternativas ilegales, que son métodos de dopaje: la testosterona o análogos de la testosterona, la eritropoyetina, y en los años 80 y 90 también se utilizó la autotransfusión, -lo que dio lugar a la Operación Puerto en España-. «Ahora, lo nuevo es el uso de monóxido de carbono, y si no se pone coto y se establecen medidas serias contra esto, existe el riesgo de que en el deporte, sobre todo en el de resistencia, se produzca el uso indebido de CO, un gas que a dosis excesiva puede provocar daños irreversibles o incluso la muerte». Como ejemplo, López Calbet recuerda que es el gas que se produce en los braseros. «Cuando hay una combustión incompleta en los braseros, empiezan a producir monóxido de carbono y de vez en cuando sale en prensa que alguien muere intoxicado por esta causa».

Competencia desleal

También el uso de CO en el deporte puede provocar una situación de competencia desleal, donde las personas que tuvieran acceso al gas de forma controlada, podrían tener ventajas sobre los que no tuvieran acceso a un control científico del entrenamiento, que es caro y que no está al alcance de la mayoría de deportistas. «El CO vulneraría varias de las premisas de la WADA para considerar si una sustancia es dopante: es potencialmente peligrosa, puede aumentar el rendimiento y crear un desequilibrio en el acceso a la misma, de forma que deportistas con más recursos pueden competir con ventaja si tienen acceso a estos procedimientos artificiales para aumentar el rendimiento».

Detección complicada

Los expertos consideran que se dan muchos elementos para que la WADA prohíba en pocos meses el uso de monóxido de carbono en el deporte. No obstante, existe el problema de su detección porque a las 24 horas ya no queda rastro en la sangre del CO inhalado. «No es fácil detectarla, porque los seres humanos producimos un poquito de CO, y además estamos expuestos al gas (coches, tabaco...). La WADA deberá poner en marcha estudios sobre los mecanismos que se pueden utilizar para identificar el dopaje por CO», indicó el investigador de la ULPGC, José Antonio López Calbet.

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