La ULPGC desarrolla tecnología para frenar la colisión de barcos con cetáceos

Investigadores del IUSA y el IOCAG trabajan con Portugal, Irlanda y Francia en un mapa interactivo para contribuir a la conservación de las ballenas y delfines, indicadores de salud de los océanos

Equipo de científicos que forman parte del proyecto europeo ‘Atlantic Whale Deal’ de conservación de los cetáceos.

Equipo de científicos que forman parte del proyecto europeo ‘Atlantic Whale Deal’ de conservación de los cetáceos. / ULPGC

María Jesús Hernández

María Jesús Hernández

El crecimiento del tráfico marítimo y la mayor velocidad de los barcos son una amenaza para los cetáceos, que con frecuencia no sobreviven a los choques. Mitigar o minimizar el impacto de esas colisiones para contribuir a la conservación de estas especies, principales indicadores de la salud de los océanos, y mejorar la convivencia y sostenibilidad de la actividad económica que se genera en el ámbito marítimo, es el principal objetivo del proyecto Atlantic Whale Deal, dirigido a crear mapas interactivos sobre las principales zonas de riesgo de impactos entre embarcaciones y ballenas o delfines en el Atlántico.

La Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), a través de los Institutos Universitarios de Sanidad Animal y Seguridad Alimentaria (IUSA) y de Oceanografía y Cambio Global (IOCAG), trabaja en esta iniciativa junto a la Universidad de La Laguna, Plocan -Plataforma Oceánica de Canarias-, y centros científicos de Portugal, Irlanda y Francia.

31 especies

«En Canarias, los impactos fortuitos de las embarcaciones con los cetáceos en el medio marino es un problema importante porque somos un punto caliente para la biodiversidad de estos animales, ya que 31 especies de cetáceos visitan a lo largo del año las aguas del Archipiélago, un tercio de las que existen en el mundo. Además, somos un territorio fragmentado, dividido en ocho islas, con una actividad económica de primer mundo, que necesita tener y mantener un buen estado de conexiones e interrelación entre personas y actividades económicas entre islas a través del tráfico marítimo, aéreo, por internet, satélites, etcétera, lo que puede llegar a generar un conflicto de presiones sobre las necesidades y uso del espacio marino», indicaron los investigadores del IUSA, Ayoze Castro y Manuel Arbelo, que participan en el proyecto junto con otros cinco investigadores de la ULPGC, cuatro adscritos al IUSA y uno, Alonso Hernández, al IOCAG.

El proyecto europeo, que se enmarca dentro del programa Interreg Atlantic, dotado con 3’5 millones de euros -unos 308.000 corresponde a la ULPGC-, está constituido por 16 socios de España, Portugal, Francia e Irlanda, bajo la coordinación de MARE -Centro de Ciencias Marinas y Medioambientales (Madeira)- de la Agencia Regional para el Desarrollo de la Investigación, Tecnología e Innovación -ARDITI- del Gobierno de Portugal. Asimismo colaboran dos compañías navieras, que también podrán beneficiarse, junto a gobiernos e instituciones, de la herramienta en cuyo desarrollo se está trabajando.

Interdisciplinar

Una de las principales fortalezas del proyecto es que integra a expertos en numerosas disciplinas, desde los oceanógrafos, encargados de decir cómo está el medio oceánico en términos químicos, físico-químico, temperatura, movimiento de masas de agua, corrientes, viento..., «esencial para poder entender qué es lo que pasa en ese espacio»; hasta ingenieros en Telecomunicaciones y navales que favorecen la obtención de datos en el medio marino en tiempo real. «En la parte tecnológica tenemos tres líneas claras que incluyen expertos en acústica orgánica, en cámaras de detección térmicas para poder detectar el calor que pueda emitir estos cetáceos a través de los soplos de sus respiraciones; y biólogos marinos que nos orienta sobre dónde se encuentran estos animales, cómo se mueven, cómo se comportan, las poblaciones que hay, y la densidad».

A ellos se suman los veterinarios que, desde el IUSA, hacen el diagnóstico del estado de salud de estos animales, tanto en el medio marino, como aquellos que analizan a través de los procesos de diagnóstico y de necropsias, cuyos resultados permiten orientar sobre los principales factores de mortalidad, de forma que se pueda estimar con mayor precisión el intervalo de tiempo desde la muerte de los cetáceos que aparecen varados en las costas canarias, para poder aplicar un modelo de simulación de trayectoria reversa a partir del cual delimitar el área en la que se ha producido la posible colisión con una embarcación.

Herramienta para la gestión

Con todo este conocimiento, el objetivo final es crear una herramienta interactiva de mapas de riesgo de colisión con la que prevenir los choques entre barcos y cetáceos, contribuyendo a la preservación de estas especies, que desempeñan un papel relevante al favorecer la proliferación de fitoplancton, un organismo acuático que absorbe hasta el 50% del dióxido de carbono presente en la atmósfera y que genera la misma cantidad de oxígeno, por lo que su rol en la mitigación del cambio climático es fundamental.

El mapa interactivo es el último de los productos que generará este proyecto europeo que empezó en diciembre de 2023 y se prevé concluir en noviembre de 2026. El resultado se pondrá a disposición de las administraciones públicas, sectores empresariales y científicos, «para tratar, de forma consensuada y sensata, de ofrecer medidas de mitigación en la gestión que pudieran beneficiar la conservación de los cetáceos y, al mismo tiempo, favorecer los desarrollos económicos, sociales y de progreso de nuestras economías», concluyeron los investigadores del IUSA.

El cachalote, el más afectado en aguas canarias

Investigadores del IUSA-ULPGC han diagnosticado en los últimos 25 años la muerte de más de 80 cetáceos por colisión con embarcaciones, siendo el cachalote la especie que más preocupa porque es la más afectada en aguas canarias. «En los últimos cinco años hemos detectado menos animales, pero no sabemos la cifra real, puede ser que muchos de los animales afectados por este problema no lleguen a costa», indicó Manuel Arbelo. También se sabe que las colisiones con barcos afectan sobre todo a animales jóvenes, crías y juveniles. 

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