Calidad de Vida cumple 34 años en la lucha contra las adicciones
La Asociación que preside Lidia Rodríguez nació en 1991 en San José, uno de los barrios capitalinos más afectados entonces por la heroína, tras una manifestación que movilizó a 17.000 personas

Equipo profesional de la Unidad de Atención a las Drogodependencias de San José / Andrés Cruz

El pasado 7 de febrero, la Asociación Calidad de Vida cumplió 34 años de lucha contra las adicciones. La organización se gestó a finales de los 80 en San José, uno de los barrios de Las Palmas de Gran Canaria más castigados por las drogas en aquella época, y lo hizo de la mano de un grupo de familiares, principalmente madres, que veían como sus hijos e hijas enfermaban y morían por la heroína y no disponían de recursos para hacer frente a un problema de salud de tal magnitud. Su primer paso al frente, con la ayuda del párroco de la zona, fue convocar una manifestación en el barrio contra el tráfico de drogas que se celebró el 28 de octubre de 1990, a la que respondieron más 17.000 personas, convirtiéndose en la segunda movilización más multitudinaria en Gran Canaria después de la que demandó el nacimiento de la ULPGC. Cuatro meses mas tarde, la Asociación se registraba oficialmente bajo el nombre de Plataforma Ciudadana Contra la Droga con el objetivo de trabajar en dos frentes: la lucha contra el tráfico de drogas y la ayuda a las personas afectadas, a través de la reivindicación de recursos y asistencia.
«Aunque la droga siempre ha existido, a finales de los años 80 fue realmente cuando se evidenció el problema de salud que es. En aquel momento no habían recursos, nadie conocía nada sobre adicciones y no se sabía muy bien cómo tratar el problema. Fue en esta situación cuando comenzó a gestarse nuestra entidad, a raíz del boom de la heroína que afectó a tantas familias en aquella época», indicó Lidia Rodríguez, presidenta de la Asociación Calidad de Vida.
Padres y madres
En 1991 la organización comenzó a caminar con un grupo de padres y madres, vecinos de San José, que veían como la heroína estaba circulando por sus calles y sus hijos e hijas estaban enganchándose, pero que carecían de conocimientos especializados para atender el problema. «En un primer momento los vecinos se organizaban por las calles y si sabían que en un establecimiento o en un domicilio concreto se traficaba con drogas, se plantaban allí y empezaban a gritar: aquí se vende droga, aquí se vende droga».
Calidad de Vida trabajan con perspectiva de género en atención, prevención y reinserción
Cuando vieron que dichos esfuerzos eran insuficientes, empezaron a organizarse de otra manera. Entendieron que no tenían competencias para perseguir el delito, cambiaron el nombre de Plataforma Ciudadana Contra la Droga por el de Asociación Calidad de Vida, y comenzaron a darle un enfoque más profesional para atender las múltiples aristas de las adicciones. Así, en 1994 se puso en marcha un Centro de Atención a las Drogodependencias (CAD) ambulante, equivalente a lo que actualmente es una Unidad de Atención a las Drogodependencias (UAD), para llevar la ayuda a aquellos lugares de la Isla que carecían de servicios asistenciales, iniciando su andadura en Agaete y La Aldea, y a ello le siguieron los primeros CADs en diversos barrios de la capital grancanaria.

De izquierda a derecha, Lidia Rodríguez, Adriana Ortiz y Teresa Gómez, en el laboratorio de la UAD de San José. / Andrés Cruz
Servicio jurídico
También en 1994 se creó el Servicio de Información y Asesoramiento Jurídico para orientar a la población drogodependiente en materia jurídica habida cuenta de la relación que se daba entre los problemas de adicción y delincuencia, que gracias a la evolución del fenómeno de las adicciones y el papel que juegan entidades como Calidad de Vida, ha disminuido. Actualmente es el único que atiende a todos los usuarios de la red asistencial en materia de drogodependencias de la Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias, con independencia de que sean o no pacientes de los centros que gestiona esta Asociación.
Hoy, Calidad de Vida, con unos 1.700 usuarios, gestiona cuatro Unidades de Atención a las Drogodependencias (UADs), en San José, Guanarteme, Tamaraceite y La Aldea -el único integrado en un centro de salud-, además de los servicios de Información y Asesoramiento Jurídico, Prevención -cada año se acercan a 6.000 estudiantes de distintos niveles educativos, además de asociaciones de vecinos, culturales y deportivas-, Farmacia y Laboratorio, y Prisión. Todo ello atendido por un equipo multiprofesional formado por 30 personas.
Perfil
En estas tres décadas y media, han contribuido a generar en la Isla un cambio fundamental en la atención a personas que padecen el problema de las adicciones, adaptándose continuamente a los cambios, además del trabajo que realizan en prevención y en reinserción. «Siempre entendemos por adicciones el consumo de drogas que en los años 80-90 era la heroína, pero simultáneamente vino la cocaína, el hachís que siempre ha existido y muchas otras sustancias. Tanto el consumo como el perfil de las personas que caían en este problema, ha evolucionado mucho en estos 34 años. Han aparecido nuevas formas de consumir, y ahora hay adicciones por sustancias, pero también por conductas, hablamos del juego, el sexo, las tecnologías porque el consumo de internet y el consumo de plataformas de juegos y apuestas ha incrementado un problema que ya existía».
La Asociación gestiona cuatro UADs en los barrios capitalinos de San José, Guanarteme y Tamaraceite, y en La Aldea
Cuando empezaron, el perfil del paciente era el de un varón de 20 y pocos años que consumía prácticamente heroína. «Eran personas con muy mal aspecto, perdían los dientes, estaban muy delgados, y terminaban en las calles. Hoy en día la fotografía de una persona con problemas de adicciones es muy variable, puede ser desde un profesional que trabaja en un banco, en una empresa de mensajería, un militar o cualquier profesional. El perfil ya no está tan centrado en ese cliché que teníamos de lo que era ser adicto», señala la presidenta de la Asociación Calidad de Vida.
Adaptarse a estos cambios e incorporar nuevos perfiles profesionales para ofrecer una respuesta adecuada ha sido, sin duda, uno de los pilares que definen la gestión de esta asociación que nació de dolor de muchas familias.
Dos realidades
Entre sus avances figura la incorporación de la perspectiva de género a la atención de las adicciones. «Antes creíamos que se podía tratar igualmente con un hombre y una mujer, pero no es así, las mujeres tienen distintas condiciones que requieren distintas formas de afrontar el tratamiento que los hombres. Las mujeres tienen unas cargas y unos prejuicios sociales que los hombres no tienen. La sociedad considera que una mujer que bebe es una mala madre, una mala persona y recae en ella una serie de prejuicios que hace que la propia mujer no sea capaz de reconocer que tiene un problema, no sea capaz de pedir ayuda porque sabe que la presión y el estigma social la va a marcar de por vida».
Para seguir creciendo y atendiendo este importante problema de salud, -aunque gracias a asociaciones como Calidad de Vida que lo mantienen bajo control no se percibe en las calles-, la entidad señala la necesidad de que se les dote de un modelo de financiación estable y adecuado. «El Gobierno de Canarias destina muchos recursos al abordaje de las adicciones, hay una red importante, y también tenemos el apoyo del Cabildo y ayuntamientos. Lo que ocurre, es que esa forma de financiar no es la correcta. Seguimos utilizando el recurso de las subvenciones y eso nos crea inestabilidad, porque las subvenciones son anuales, y cada año tienes que ir tocando puertas, para ver si cuentas o no con esa financiación, o si hay recortes», apunta Lidia Rodríguez, al tiempo que solicitan más visibilidad al trabajo que desarrollan las asociaciones que trabajan en adicciones, y sin cuya labor volveríamos a los escenarios de finales de los 80.
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