Entrevista | Antonio Núñez Ordóñez Catedrático de Tecnología Electrónica

Antonio Núñez: «Hay que impulsar las disciplinas STEM porque un país sin tecnologías no camina»

El catedrático de Tecnología Electrónica recibe la Medalla de la ULPGC por ser un pilar en el avance de esta institución y en el desarrollo de la microelectrónica y las telecomunicaciones

Antonio Núñez en el Edificio de Electrónica y Telecomunicación de la ULPGC, en el Campus de Tafira.

Antonio Núñez en el Edificio de Electrónica y Telecomunicación de la ULPGC, en el Campus de Tafira. / Juan Castro

María Jesús Hernández

María Jesús Hernández

Las Palmas de Gran Canaria

¿Cómo acoge la máxima distinción de la ULPGC que le ha sido otorgada?

Esta Medalla ha sido muy importante para mí porque me he dejado bastante parte de mi vida y la sigo dejando por la Universidad de Las Palmas de GranCanaria. Cuando llegué a Gran Canaria empecé a trabajar en Telefónica, pero siempre tenía el interés de hacer una tesis doctoral y estuve buscando algunos directores y fue complicado porque no había nada. Traté de simultanear lo de Telefónica con la Universidad y me incorporé 15 días después de que se crease la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales, en septiembre del 74. Entonces no había nada, ni siquiera los barracones que se instalaron un tiempo después, tampoco había un ambiente de investigación o de estudios superiores al estilo de lo que yo había visto en la Escuela de Teleco de Madrid o en la de Industriales. Y ahí empecé a empujar. Realmente las ayudas más grandes que recibí fueron cuando llegó Roberto Moreno y montó con el Cabildo un laboratorio de cibernética y electrónica aplicada que, con el paso de los años, ha dado lugar a dos institutos universitarios, el de Cibernética, Empresa y Sociedad (IUCES) y el de Microelectrónica Aplicada (IUMA).

¿Se puede decir que ese fue el germen de la investigación en Gran Canaria?

Nosotros no somos los primeros que impulsamos la ciencia aquí, ya había gente importante en el Colegio Universitario, como el propio Carlos Bosch Millares que sin haber desarrollado propiamente una carrera científica, era un científico como la copa de un pino, de hecho está la famosa anécdota de que cuando Roberto Moreno vivía en un pequeñísimo apartamento en la playa de Las Canteras, un día se le presentó Carlos Bosch al conocer que había ya por fin un catedrático en Las Palmas, para ponerse a sus órdenes. Roberto fue el primer catedrático, y después hemos ido tirando todos. Hay que decir que tanto los estudios de informática como los de teleco ya estaban funcionando a nivel de escuela universitaria de ingeniería técnica, lo que hicimos Roberto y yo, uno en informática y otro en teleco, fue la creación de las escuelas superiores, y posteriormente creamos los primeros institutos universitarios.

Me da un poco de rabia que el papel de la Universidad Politécnica de Las Palmas se haya quedado desdibujada con la creación de la ULPGC en 1989

Y entre medias contribuyeron a la creación de la Escuela Politécnica de Canarias. ¿Qué supuso para usted esta etapa?

Eso sí que me marcó. Para mi y para mucha gente fue un antes y un después, porque ya éramos universidad. Por eso también me da un poquito de rabia que con el paso de la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria en el 89, fruto de las manifestaciones del 88, la creación de la Politécnica de Las Palmas en el 79 haya quedado un poquito desdibujada, porque al fin y al cabo, la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria sigue teniendo el mismo NIF. La propia ley se llamaba de reorganización universitaria, no de creación, era una ley de transformación y reorganización de universidades, de cambio de jurisdicción, y además había un cambio de nombre, pero la Facultad de Medicina ha cambiado de nombre y a nadie se le ocurre decir que la Facultad de Ciencias de la Salud nació cuando le cambiaron el nombre.

¿Considera entonces que no ha habido «justicia» con el papel que ha jugado la Politécnica?

Sí, y yo creo que en el Campus de Tafira, donde estamos los ingenieros, todavía lo sentimos así un poquito, porque también es verdad que la ULPGC no nació sola, con la Politécnica estaba ya sentada en la mesa jugando en primera división y nos permitió hacer, de tú a tú con Jerónimo Saavedra en el Gobierno, y ya con la Ley de Transferencia de Competencias de las Comunidades Autónomas y por lo tanto jugando el partido no en Madrid con Federico Mayor Zaragoza, sino aquí, en el Parlamento de Canarias y ahí nos lanzamos. Paco Rubio fue el que metió la marcha, aunque ya cuando tomó posesión de rector dijo que él había venido a hacer algo más que una Universidad Politécnica, lo teníamos en la cabeza desde el primer momento.

¿Cómo fueron aquellos años previos a la creación de la ULPGC?

Fueron años de montar cosas y de buscar gente, de las primeras oposiciones, fue muy divertido y sobre todo también fue muy emocionante los movimientos sociales, cuando ya la sociedad se cansó y empezó a haber un clamor popular. Fue en esos momentos cuando palpé lo que es estar encerrado en un laboratorio o en un despacho con tus clases y lo que es la calle, lo que es el sentir popular. Eso es un pulso que en la ciencia o en la ingeniería yo no lo tenía, yo lo cogí ahí porque ibas por la calle, te llevaban a las radios, hablabas con los padres, hablabas con las familias, hablabas con la gente y allí yo entendí lo que significa el pueblo.

Es insignificante el PIB que se dedica a la I+D+I en Las Palmas, y eso nos hace estar atrás en métricas de educación, de productividad y de diversificación de la economía

¿Está satisfecho con la evolución de la Universidad?

Tengo que estar contento porque esta Universidad se amplió mucho y es lo que queríamos. Desde aquellos tiempos ha evolucionado mucho y la transformación en la ULPGC fue estupenda. En el terreno personal estoy satisfecho con la evolución de la creación de todos nuestros institutos, creo que han estructurado fuertemente la Universidad y que nos permiten estar en los rankings, en los puestos en los que actualmente estamos. Siempre hay margen de mejora y mucho que hacer, pero sí, la estructuración de esta Universidad ha sido ejemplar para otras universidades y también para la propia Universidad de la Laguna. Nosotros sin tanta tradición, hemos saltado a esos niveles rápidamente.

Y en ese margen de mejora, ¿por dónde empezaría?

Por el nivel de gasto público en I+D porque eso va a ser muy importante para la transformación de la sociedad y estamos muy atrasados respecto de la Península, y España respecto de Europa, y Gran Canaria respecto de Tenerife. Entonces, si se mezcla todo, resulta que en realidad la fracción de PIB que se dedica por persona a la I+D+I en Las Palmas, es realmente insignificante. Esto nos hace estar atrás en métricas de educación, de productividad y de diversificación de la economía. Y luego está la enorme falta de medios y de ponernos manos a la obra para impulsar las disciplinas STEM, y el papel de la mujer en estas disciplinas que son un poquito más duras, experimentales. Hablamos de las ciencias, matemáticas, ingenierías, caminos, teleco, informática, etcétera. Un país sin estas tecnologías no camina. También otra cosa que intentamos hacer desde un principio con Teleco y el Instituto de Microelectrónica, fue la creación de empresas spin-off porque nos dábamos cuenta de que el tejido empresarial estaba muy inmaduro, muy seco y que era difícil convencer a los empresarios de que los recursos y los beneficios que obtenían en el turismo o en la construcción ayudasen a diversificar. Y de ese plan ya han sido siete u ocho las empresas spin-off que han salido de la Universidad.

Echando la vista atrás, cuál cree que ha sido su mayor aportación a la ULPGC?

Todas estas cosas que se han hecho, se han hecho por las personas. Yo he contribuido un poco, pero he tenido una inmensa suerte en estar rodeado por los que yo llamo mis mayores, particularmente Roberto Moreno, y también Enrique Rubio y Octavio Santana. Y también he tenido mucha suerte con las personas que se quisieron unir a mis propuestas, como Aurelio Vega, Pedro Pérez Carballo, que han seguido tirando del instituto como unos fieras, o los ocho catedráticos que se han formado conmigo y todos los titulares. Nunca he tenido mucho miedo a los desafíos, mis padres siempre me pedían que mirase las cosas con un punto de vista distinto, propio, y no me ha importado abrir camino cuando no habían institutos, cuando no habían centros superiores, ni acometer retos cuando ves las oportunidades delante de ti.

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