El cambio de hora agrava los problemas de insomnio

La exposición a más horas de luz solar retrasa la producción de melatonina, lo que provoca dificultades para conciliar el sueño

El reloj de la catedral de Canarias.

El reloj de la catedral de Canarias. / Andrés Cruz

Las Palmas de Gran Canaria

En la última madrugada, hubo que adelantar una hora el reloj para darle la bienvenida al horario de verano, lo que significa que a partir de ahora anochecerá y amanecerá más tarde. Aunque a simple vista parece un pequeño cambio, ya hay estudios que han demostrado que esta modificación tiene un impacto significativo en el ritmo circadiano, que es el reloj interno que regula los patrones del sueño, la producción de hormonas y otros procesos fisiológicos. 

«El ritmo circadiano está sincronizado con factores como la luz y la producción de melatonina -conocida como la hormona del sueño-. Por tanto, si adelantamos una hora el reloj, vamos a estar expuestos a la luz del día durante más tiempo, lo que puede hacer que tengamos más problemas para conciliar el sueño y que nos despertemos más cansados y más irritables», explica Nayara Ortega, psicóloga sanitaria y neuropsicóloga en dos centros privados de la capital grancanaria. 

Ahora bien, ¿quiénes son las personas más afectadas por este cambio? Según indica la experta, aquellas que sufren insomnio. «El horario de verano retrasa la producción de melatonina. Esto se va a traducir en que el cuerpo atienda las señales de sueño mucho más tarde y, por tanto, en un empeoramiento de los problemas de insomnio», anota la especialista, que además aclara que lo habitual es que estos efectos remitan en el transcurso de una o dos semanas.

Lo habitual es que estos efectos remitan en el transcurso de una o dos semanas

La adaptación al nuevo horario suele ser más complicada para las personas mayores, pues este grupo poblacional es el que tiene una estructura del sueño más frágil. En el caso de los niños, la situación varía. «Los que ya tienen una rutina del sueño bien adquirida se van a adaptar con facilidad. Aquellos que sufren problemas de base para conciliar el sueño, en cambio, se verán más afectados», advierte Ortega. 

Hay que señalar que los hábitos alimentarios también pueden sufrir alteraciones. De hecho, es común que aumente la ingesta de comida en este período. «Como los días son más largos, las personas suelen permanecer activas hasta más tarde, por lo que es frecuente que opten por hacer más comidas adicionales», detalla la psicóloga. 

Con el fin de reducir los efectos negativos que puede producir esta transición, Nayara Ortega recomienda adaptar las rutinas al nuevo horario de forma gradual. «Lo mejor es intentar acostarse y despertarse los primeros días entre 15 y 20 minutos antes. También es importante exponerse a la luz natural por la mañana, ya que ayuda a sincronizar el reloj biológico y a reducir la sensación de somnolencia», afirma. Además, aconseja realizar ejercicio físico a lo largo del día y mantener unos horarios de comidas regulares.

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