Ojeadores de la biodiversidad canaria: 14 biólogos trabajan sobre el terreno para recopilar datos sobre la degradación de los espacios naturales
Canarias desarrolla un proyecto europeo para recopilar datos sobre el estado de conservación de sus entornos naturales que ayuden a acometer mejores políticas para su recuperación

David Eiroa realiza mediciones en una parcela cercana al Charco del Viento, en La Guancha. / Arturo Jiménez

Cuando el biólogo David Eiroa se calza las botas de campo se convierte en uno de los protectores de la naturaleza canaria. Cada día sale a recorrer Tenerife junto a su compañero, Rubén Cerdeña, para registrar cada pequeña variación que encuentren en algunas de las cuadrículas de 20 por 20 metros que se han instalado en ecosistemas estratégicos de la isla. Los investigadores miden, calculan y apuntan todo lo que pueden percibir en esa franja de tierra: desde el espacio que ocupan las especies vegetales, hasta el cantar de las aves o la basura que se ha acumulado. Su trabajo no solo es minucioso sino también preciso y abundante, pues son conscientes de que cuanta más información recopilen, mejor podrá afrontar Canarias la progresiva degradación de sus hábitats.
Eiroa es especialista en botánica, y su compañero, en zoología. Su compenetración es indispensable para este trabajo que realizan en parejas un total de 14 biólogos por todo el Archipiélago desde 2021, a través del proyecto Prospección y evaluación de hábitats y especies en el archipiélago canario cofinanciado por el Programa Canarias FEDER 2021-2027. Así, desde hace cuatro años y medio, su labor ha consistido en realizar un seguimiento en crear una base de datos de referencia para poder estudiar cómo evolucionan los hábitats de interés comunitario, de costa a cumbre y en todas las Islas.

Eiroa apunta los datos en una tablet para luego compararlos con los de satélite. / Arturo Jiménez
Los datos de hasta 800 parcelas repartidas por todas las Islas luego son contrastados con los que se toman desde el aire. «El segundo nivel de seguimiento se haría con drones, aunque esto aún es incipiente», revela el biólogo y técnico del Servicio de Biodiversidad, Manuel Arechavaleta. El siguiente nivel de estudio se realiza con fotografía aérea o fotointerpretación y el cuarto nivel es el seguimiento a través de satélite. El paso del satélite Sentinel deja cada seis meses una fotografía del Archipiélago con gran resolución que permite conocer la «actividad fotosintética» de una zona. «Esta información nos alerta sobre los cambios que se puedan producir en la vegetación»,insiste Arechavaleta.
Lo hacen para cumplir con una exigencia de Europa. «El año pasado se aprobó una normativa de aplicación directa para todos los estados miembros para aportar qué zonas son prioritarias para restaurar», explica Sofía Rodríguez, técnico del Servicio de Biodiversidad del Gobierno de Canarias. Y es que, a demanda europea, todos los estados miembros deberán restaurar el 40% de sus hábitats degradados para 2030, el 60% para 2050 y hasta el 80% para 2060. «Son objetivos ambiciosos y vamos a contrarreloj porque los hábitats están cambiando a una velocidad superior a la que podemos actuar», sentencia.
La información servirá de base para determinar el daño futuro del cambio climático
De hecho, menos de cinco años de seguimiento han sido suficientes como para empezar a ver cambios en los ecosistemas canarios. «Las zonas de costa son las que van peor debido a la expansión urbanística», sentencia el biólogo y técnico del Servicio de Biodiversidad, Manuel Arechavaleta, que insiste en que al menos las zonas forestales van a mejor, salvo por la sequía. «Hemos detectado sequía en montes verdes y Sabinares en El Hierro, en Cardonales en Gran Canaria y hasta palmerales en La Gomera», explica.
El próximo año, el Gobierno estatal pondrá en marcha un Plan Nacional, con el que repartirá fondos para que las comunidades autónomas pongan en marcha proyectos de recuperación de hábitats. Pero para llegar a saber qué ecosistemas requieren medidas adicionales para su conservación –y qué se puede hacer exactamente–, primero hay que tener un punto de partida.
Un trabajo de campo
Eiroa y Cerdeña acuden a los enclaves previamente seleccionados desde primera hora de la mañana. Su trabajo consiste primero en delimitar la zona en cuatro bandas, utilizando el método de líneas de intersección. «Tomamos medidas por donde pasa cada una de las bandas, apuntando cuántos centímetros hay de tierra, de cobertura de vegetación o de otro tipo de suelo», insiste Eiroa. El biólogo registra sus mediciones en una tablet. «Yo recolecto y mi compañero me dice las medidas», insiste el biólogo que asegura disfrutar de cada segundo.
Los biólogos toman nota sobre los impactos que afectan a cada hábitat
Entre sus apuntes también se encuentran términos relacionados con los impactos que pueda estar sufriendo el lugar, desde la cantidad de cobertura briofítica del lugar–un indicador importante del cambio climático o de los cambios por contaminación– hasta si se ha encontrado basura o si el paso de la gente ha cambiado la cobertura verde. «Una vez terminamos de hacer el inventariado, le asociamos una actividad que produce ese impacto», explica Eiroa.

Manuel Arechavaleta y Sofía Rodríguez, del servicio de Biodiversidad del Gobierno de Canarias, junto al biólogo David Eiroa. / Arturo Jimenez
Cuando terminan, Cerdeña se aleja con sus prismáticos hacia un lugar cercano pero más tranquilo. «Lo hace así para escuchar o ver a las aves», explica su compañero. Durante 15 minutos, los sentidos de Cerdeña están puestos únicamente en las especies que acuden a la zona para anidar o cazar. «Si ve que un ave tiene un cebo en la boca o a un juvenil, registra que su reproducción es posible, probable o segura», sentencia Eiroa. Hasta ahora, todo el grupo ha realizado 4.001 estaciones de escucha de aves.
Su trabajo culmina con el avistamiento de flora o fauna exótica. «Si vemos algo nuevo, lo alertamos de inmediato», insiste el biólogo. En estos años de proyecto, se han localizado 9.339 nuevas localizaciones donde han aparecido especies exóticas. Además, se han notificado 1.086 avistamientos la Red Canaria de Alerta Temprana de Especies Exóticas Invasoras (RedEXOS), por su impacto potencial.
Pese al poco tiempo que llevan trabajando, este proyecto ya ha conseguido proporcionar casi 100.000 datos referentes a distintos aspectos de la biodiversidad canaria que en el futuro serán claves para determinar cómo han cambiado los ricos pero frágiles ecosistemas de las Islas.
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