Los beneficios de programar actividad física desde etapas infantiles: “Sin movimiento, el aprendizaje se resiente”

“Está demostrado científicamente que la actividad física mejora la memoria, los procesos de atención, el aprendizaje, el bienestar y protege de dificultades o problemas de salud y cognitivos”, defiende Saúl López, psicomotricista y doctor en Psicología Evolutiva. Y si se programan ejercicios desde etapas infantiles y adaptados a cada ciclo de edad, el impacto para el desarrollo cognitivo “es enorme”, porque “sin movimiento, el aprendizaje se resiente”.

Bajo el título Movimiento y cerebro: el impacto de la actividad física en el desarrollo y aprendizaje infantil, López ha impartido una ponencia dirigida a docentes de las islas este viernes 25 de abril en el municipio de Arucas, en la jornada inaugural del Congreso de la Consejería de Educación Miradas que Inspiran, Acciones que Transforman.

López parte de la base de que “la mayoría de comportamientos son aprendidos”, sobre todo “los más importantes” y “siempre es posible cambiar” gracias a la plasticidad cerebral, que permite la adaptación a los entornos. Además, asegura que la neurociencia dicta que existen cuatro áreas fundamentales para el desarrollo cerebral: “La actividad física, el sueño, la estimulación cognitiva y la alimentación, siendo la variante más importante la actividad física, aunque todas son fundamentales”.

Desde la base

Con ese contexto, López recomienda seguir unos hábitos alimenticios y de sueño, así como una actividad física planificada, aunque también espontánea y libre. Para ello, considera fundamental contar con esas herramientas para la vida adulta construyendo desde la base, “dentro de un buen acompañamiento en el crecimiento y la infancia”. 

Primero, en etapas tempranas, con psicomotricidad (que promueve la relación entre el cuerpo, la mente y las emociones), que “tiene que ver con los patrones básicos del desarrollo, que normalmente se practica dos veces en la vida: en la infancia y en la edad adulta por problemas cognitivos como el Alzheimer”, especifica López. Y al final de la etapa infantil, comenzar con actividad física, especialmente  centrada en la fuerza, el equilibrio, el cardio y la coordinación, que “son fundamentales para el desarrollo y el mantenimiento cerebral”.

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El doctor en Psicología Evolutiva explica que, a nivel cerebral, la actividad física produce una proteína (BDNF) que protege las neuronas y, si se aumenta, mejora la plasticidad simpática cerebral, es decir, la capacidad para cambiar y crear nuevas conexiones, así como la capacidad de mejorar la generación de nuevas neuronas. Por otro lado, también segrega serotonina, noradrenalina y dopamina, “fundamentales para la atención, motivación y los procesos cognitivos”, además de los beneficios para la capacidad cardiovascular y respiratoria.

Control corporal

Esto se traduce en que el alumnado pueda tener un mejor control de su esquema corporal. Por ejemplo, con la forma en la que los estudiantes están sentados y se comportan físicamente durante las clases. “Si un niño se mueve mucho porque no tiene un buen control de su postura, le va a costar muchísimo mantener la atención a nivel sostenido” expone, pero con “la actividad física se pueden mejorar los problemas de cuello o de espalda y, con ello, el rendimiento escolar”. 

López detalla que esto sucede porque el cerebro siempre va a estar buscando nuestra postura”, porque está concordancia con el cuerpo, por lo que mientras mejor sea una postura, mejor se atiende y se percibe, pero por el lado contrario, si se arquea o se encorva la espalda durante mucho tiempo, esto afectará al estado de ánimo e, incluso, a la capacidad de memoria.  

“Hay un estudio muy interesante que hicieron con personas mayores de 50 años, donde se dieron cuenta que en la medida que nosotros permitamos que la espalda se vaya hacia adelante y perdamos esa postura vertical hacia una inclinada, empezamos a perder funciones cognitivas tan importantes como la memoria. De ahí que adquisición de la postura hoy en día está relacionada directamente con el aprendizaje y el bienestar”, añade López.

Contra el sedentarismo

Por contra, la ausencia de actividad física genera sedentarismo, que según López “ya está generando una alarma mundial”, porque conlleva “muchas patologías a nivel del desarrollo, como falta de fuerza , obesidad y problemas musculares y de cardiopatías, por ejemplo”. 

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Para combatir el sedentarismo, López destaca la importancia de fomentar y coordinar actividades físicas desde el aula, porque a su juicio, estas enseñanzas favorecen el desarrollo de aprendizajes en cascada. “Las praxias, que son movimientos organizados y planificados, facilitan la adquisición de automatismo, conciencia corporal y patrones de movimiento durante la infancia, lo que permitirá que su mente vaya muchísimo más rápido, tanto sus aprendizajes como su atención”, abunda López.

En concreto, en las aulas se recomiendan "los descansos activos", es decir, que entre las clases se programen unos 15 minutos para realizar actividad física y evitar que el alumnado esté sentados durante más de una hora. "Más o menos se piden entre 2 y 3 horas de actividad física diaria en los niños entre 2 y 14 años y en caso de infantil, tener una clase de psicomotricidad todos los días para el bienestar de la infancia", concluye López.