Fumata blanca en la Catedral de la Laguna: Tenerife ya tiene nuevo obispo

Eloy Alberto Santiago es ya obispo de Tenerife. El casco histórico de La Laguna y su Catedral fueron este jueves el epicentro de un despliegue de solemnidad eclesial que se prolongó por más de tres horas. Rito católico y una treintena de cantos para nombrar a Santiago prelado y para sur toma de posesión como titular de la Diócesis Nivariense, que aglutina a las islas de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Estuvo acompañado en la ceremonia por unos 260 sacerdotes, además de por distintos cargos religiosos e, incluso, miembros de otras confesiones.

Nacido en 1973 en Las Palmas de Gran Canaria, Eloy Santiago sucede al palmero Bernardo Álvarez. El nuevo obispo –el decimotercero desde que se constituyese la Diócesis en 1819– se presentó en sociedad con un discurso con carga religiosa, pero no desprovisto de frases claras. «En la Iglesia hay espacio para todos», afirmó. De su intervención también destacó la presencia de diferentes colectivos sociales y, en especial, su mensaje a las víctimas de abusos por parte de sacerdotes. «Pienso en quienes han sido víctimas de violencia y de abuso en el seno de las familias y de las instituciones, también de nuestra Iglesia», manifestó.

Ambiente en las calles

Su intervención tuvo lugar al término de la ceremonia. Pero hasta llegar ahí habían pasado bastantes cosas. Desde primera hora fueron tomando ambiente las calles cinco veces centenarias de La Laguna, siempre tan pegadas al costumbrismo. El acto adquiría una relevancia adicional en el escenario de máxima actualidad en el que vive la Iglesia tras el fallecimiento del papa Francisco y el inminente comienzo del cónclave para elegir a su sucesor.

Ordenación del nuevo obispo de Tenerife Eloy Santiago

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Apenas pasaban unos minutos de las 9:00 horas y miembros de Protección Civil ya impedían el acceso a determinadas zonas. Había vecinos en busca de un buen lugar en el que ubicarse, comunidades parroquiales que avanzaban en grupo, autoridades, curiosos y también quienes no sabían muy bien de qué iba aquello. En realidad, nada nuevo: el crisol social característico de estos casos. Completaban la escena vallas delimitando el que sería el recorrido de la procesión inicial, 1.800 sillas y varias pantallas gigantes en los alrededores de la Catedral.

Saludos y aplausos

Dentro del templo, el hasta ahora administrador diocesano, Antonio Pérez, se movía de un sitio a otro. Aseguraba estar tranquilo. Todo se desarrollaba sin contratiempos. El acceso era fluido y no se estaban produciendo aglomeraciones. Las 10:30 era el momento clave. A esa hora los sacerdotes comenzaron el desfile que los llevó del Obispado a la Catedral. Fueron 200 metros de saludos y aplausos. El deán, Juan Pedro Rivero, recibió en la puerta principal al todavía prelado electo, que roció agua bendita y se dirigió al altar de Nuestra Señora de los Remedios, la patrona de la Diócesis, para unos instantes de oración, y de allí a la sacristía.

«Sean todos bienvenidos a la Santa Iglesia Catedral», saludó un presentador. La canción religiosa Pueblo de Reyes fue el fondo musical de la procesión de entrada de los obispos. «Finalmente ha llegado el día que tanto habíamos esperado», indicó el administrador diocesano, Antonio Pérez, y mostró un «sentimiento de profunda gratitud» al prelado emérito, Bernardo Álvarez. «Ahora llega el tiempo de empezar a escribir una nueva página», añadió.

Documento papal

Vendría a continuación uno de los momentos de mayor fuerza de la ceremonia, denominado la presentación del elegido. «¿Tenéis el mandato apostólico?», preguntó el nuncio en España y Andorra (y que próximamente desempeñará esta función ante la Unión Europea), el filipino Bernardito Cleopas Auza. «Lo tenemos», respondió el administrador diocesano. «Léase», dijo Auza. Se mostró el documento, firmado por el papa Francisco, y se le dio lectura.

Ordenación del nuevo obispo de Tenerife Eloy Santiago

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Durante la homilía, el nuncio le recordó a Eloy Santiago los límites de la función que asume: «Es solo un encargo, no somos propietarios». Aviso a navegantes. Llegó a continuación otro punto principal del ceremonial: la promesa del elegido. El nuevo prelado debió responder con «Sí, quiero» nueve preguntas y se postró en el suelo boca abajo durante largo rato mientras se invocaba a diferentes santos.

Insignias episcopales

Con el Evangelio y las insignias episcopales (anillo, mitra y báculo) en su poder se dirigió a la cátedra. La sede vacante de la Diócesis de Tenerife dejaba de estarlo. Santiago recorrió el templo y salió a la calle. De vuelta al altar, y en su intervención de cierre, pidió a Dios un «corazón sabio e inteligente» para desarrollar la función que tiene por delante.

En sus palabras se podría atisbar un estilo marcado por la profundidad religiosa. «La principal función del obispo» es la de «anunciar con fidelidad y constancia el Evangelio de Jesucristo», sostuvo Santiago, y también se refirió a los «hombres y mujeres buenos con un sentimiento religioso difuso que mantienen algunas prácticas recibidas en el seno de la familia o de la tradición popular de nuestro pueblo, pero que no han dado el paso hacia una fe madura y convencida».

Se refirió a los pobres, los inmigrantes, los necesitados, los explotados laboralmente, los que no encuentran una vivienda digna, los mayores… Extendió un agradecimiento a la labor de Bernardo Álvarez y de Antonio Pérez, «probablemente la persona más feliz en esta celebración», lo que arrancó una carcajada a los asistentes. La veneración a la Virgen de los Remedios puso el cierre. 

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