El poder terapéutico de Trufa para los usuarios en San Juan de Dios

Cada miércoles por la tarde, a partir de las cinco de la tarde en el centro San Juan de Dios de Las Palmas de Gran Canaria, se produce la transformación. Ramón*, que no suele interectuar con sus compañeros y prefiere aislarse, socializa y participa activamente. Marcos*, que se impacienta con otras actividades, muestra una serenidad inusual. La razón tiene cuatro patas y se llama Trufa, una perra de raza Beagle que protagoniza la terapia canina de la institución, dedicada a la atención integral de personas con necesidades especiales.

Las sesiones comenzaron en 2023 en el Centro de Estancia Diurna de El Lasso y, a partir de septiembre del mismo año, también en la residencia de salud mental Zurbarán. La iniciativa forma parte de las Intervenciones Asistidas con Animales (IAA), que introducen a animales especialmente entrenados en contextos terapéuticos, sociales o educativos con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas.

En este caso, Trufa y su adiestrador, Alberto Piernavieja, guían durante una hora a un grupo reducido, máximo de seis personas, a través de actividades participativas y lúdicas adaptadas al perfil de los usuarios. “El perro no te juzga, está contigo; crea un vínculo con los participantes y tiene un efecto relajante", explica Piernavieja, adiestrador profesional desde 2016, además de formentar la atención, la memoria, el trabajo en equipo o la motricidad.

Entre las actividades que diseña, se incluyen circuitos con obstáculos para Trufa que los propios usuarios preparan o un juego de memoria con pulsadores de colores, en el que los participantes deben recordar los que toca Trufa. "Los usuarios directamente vienen a acariciarla o a saludarla. La sesión se hace muy corta. Es muy divertido, participativo y suele pasar el tiempo muy rápido", apunta Piernavieja.

Las sesiones no duran más de una hora porque Trufa también necesita su pausa, ya que, como recuerda su adiestrador, “si hiciéramos más tiempo, no sería productivo porque el perro también se cansa”.

Estado de ánimo

La cuidadora Iraya Flores confirma el impacto positivo que tiene la terapia en el estado de ánimo de los usuarios. “Si un paciente no se encuentra bien emocionalmente, después de estar con Trufa suele acabar sonriendo”, asegura. En su experiencia, algunos participantes encuentran en esta actividad una motivación única.

Los grupos no pueden superar las seis personas en el centro de Zurbarán para permitir a todos los participantes interactuar con Trufa. Si hay una demanda mayor, se dividen para que pueden participar en días alternos. En el Lasso, se amplía hasta 14. Son los profesionales que trabajan en San Juan de Dios quienes valoran y recomiendan los perfiles más adecuados para formar parte de la terapia. Pero si la propia persona muestra una predisposición por Trufa, también se propone para participar.

El responsable del centro, Lorenzo Esma, defiende firmemente el valor terapéutico de la iniciativa: "La terapia canina forma parte de las actividades terapéuticas que llevamos a cabo porque hemos visto que mejora la capacidad de atención, la concentración, tranquiliza a los usuarios y esto redunda en un beneficio general de su calidad de vida".

Los beneficios de estas terapias están documentados en estudios científicos, como complemento a las terapias convencionales. Especialmente en personas con discapacidad intelectual, mejoran la expresión emocional, reducen la ansiedad, favorecen el vínculo social, estimulan la atención, la memoria y los sentidos, además de reforzar la autoestima y la autonomía al fomentar la participación activa en el cuidado del animal.

Entrenamiento

La selección y entrenamiento de los perros para terapia es un proceso largo, que comienza desde que son cachorros y continúa a lo largo de toda su vida. "El entrenamiento empieza desde que el perro es cachorro y continúa toda su vida. "Es un adiestramiento en obediencia básica: simplemente que el perro sea sociable con la gente y que sepa una serie de órdenes para poder controlarla dentro de la terapia, como que se esté quieta, tumbada o sentada y, aunque no es obligatorio, también enseñamos habilidades como dar la pata, que nos benefician y nos dan más opciones para las actividades", detalla Piernavieja.

Aunque los labradores y los golden retriever son las razas más habituales en las terapias asistidas por su carácter dócil y facilidad de entrenamiento, Piernavieja recuerda que también se pueden utilizar otras, como los beagles. "Lo importante no es tanto la raza, sino el tiempo que se le dedique al adiestramiento", subraya. Aunque cada vez es más frecuente el uso de canes en este tipo de intervenciones, el adiestrador cree que "aún queda camino por recorrer para que la sociedad valore realmente la importancia de incorporar a los animales como apoyo terapéutico".

Por ahora, la terapia se toma un descanso durante el verano, pero volverá en septiembre. Trufa también necesita su pausa y unas merecidas vacaciones.

*Ramón y Marcos son nombres ficticios para preservar la identidad de los usuarios.

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