Dependencia
Los cuidados informales entran en crisis
España envejece: la esperanza de vida aumenta y la natalidad cae en picado. Esto implica que cada vez haya más personas que viven más tiempo y también más casos de dependencia, mientras que disminuye la disponibilidad de las familias para poder ofrecer los cuidados de larga duración que precisan.

Una cuidadora informal acaricia las manos de una persona mayor. / Freepik
Ágatha de Santos
Más de 1,4 millones de personas mayores viven en situación de dependencia en España. De estas, un 87% reciben cuidados informales de su entorno cercano: hijos, familiares, amigos, vecinos o voluntarios, que los prestan sin remuneración. Sin embargo, el progresivo envejecimiento poblacional —en 2050 uno de cada tres españoles tendrá 65 años o más, según el Instituto Nacional de Estadística (INE)— y la caída de la natalidad —la media es de 1,12 hijos por mujer— ponen en jaque un modelo que depende de una red familiar cada vez más pequeña y que se enfrenta cada vez con mayores dificultades para proporcionar cuidados a largo plazo.
Andrés Vázquez, miembro de la sección Séniors de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), advierte de que el modelo de cuidados informales lleva en crisis muchos años. De hecho, en los últimos cuarenta años, su potencial se ha reducido cerca de un 60%. «Lleva en crisis más tiempo del debido y se aproxima una pequeña hecatombe», advierte.
Además del desequilibrio demográfico relacionado con la edad, hay otros fenómenos demográficos, sociolaborales y culturales que amenazan con agotar este modelo de atención extrainstitucional. Según el geriatra vigués, el origen de su crisis es multidimensional. "Hay múltiples factores que van incidiendo cada uno de ellos en el total y que hacen que se quiebre el sistema de los cuidados de las personas mayores", sostiene.
En España, los cuidados informales, que son asumidos principalmente por la familia, sostienen a aproximadamente el 95% de la población dependiente. Sin embargo, los nuevos modelos de familia, cada vez más pequeños, influyen en la disponibilidad de miembros que puedan asumir los cuidados prolongados de las personas dependientes. La mayor movilidad y la dispersión geográfica de los miembros de la familia, y las dificultades para conciliar vida laboral y familiar también están relacionados con la crisis de este modelo.
"Los miembros del grupo familiar muchas veces se dispersan, lo que puede llevar a la pérdida de un contacto prolongado, debilitando los vínculos familiares", explica.
Dentro de la familia, la mujer ha sido y es la cuidadora por excelencia. Su incorporación al mercado laboral también incide en la atención informal a las personas dependientes. Respecto a esto, el geriatra recuerda que casi nueve de cada diez cuidadores son mujeres. "La carga en los cuidados sigue recayendo en la mujer, que, en el caso de la que trabaja, es doble. Muchas se ven obligadas a solicitar reducción de jornada, renunciar a oportunidades laborales e incluso a abandonar sus empleos. Por ello, es necesario que el varón asuma su corresponsabilidad en los cuidados", afirma el geriatra.
Todo esto entronca, según Vázquez, con la falta de recursos y apoyo institucional a la dependencia. El geriatra gallego lamenta el tiempo de demora hasta recibir la valoración y las prestaciones de dependencia, con una media cercana a los doce meses. "Un año de cuidados en una persona, sin ningún apoyo institucional, sin nadie que te ayude es demoledor en una mujer que, además, puede tener 60 años y estar cuidando a su madre de 85 o 90 años", expone.
El envejecimiento y los cambios en las estructuras y dinámicas familiares, unidos a una sociedad cada vez más individualista, también están provocando un aumento de la soledad no deseada. Paliarla es el principal objetivo de Grandes Amigos, cuyos voluntarios (161) atienden en Vigo a 161 personas mayores en sus distintos programas de acompañamiento afectivo en domicilio, residencia y telefónico, y de socialización. El perfil predominante del usuario es el de una mujer de 85 años o más, que vive sola y que tiene limitaciones en su movilidad.
"Se trata de cubrir una necesidad afectiva, y de que la persona mayor haga cosas que harían con cualquier amigo: quedar para pasear, tomar un café... y de tejer vínculos sociales en su vecindario para que no se sientan solas", resume José Ángel Palacios, coordinador de Grandes Amigos Galicia.
Redes de apoyo
Palacios advierte de que vamos hacia una sociedad no solo más envejecida, sino también más solitaria. Las previsiones apuntan a que en 2037 habrá en España 6,5 millones de hogares con un único miembro, el 29,8% del total, es decir, dentro de quince años, uno de cada tres hogares será unifamiliar. "Hace décadas que estamos cambiando los modelos de familia, además de tener una natalidad muy baja. Cada vez vamos a vivir más, pero más solos y deberíamos prepararnos para eso", destaca este voluntario.
Esta ONG pone en contacto a voluntarios con personas mayores que viven en su casa o en residencias y que se sienten solas, y organiza actividades de socialización que refuercen la red de apoyo de los usuarios, de manera que puedan conocer a otras personas con las que puedan establecer una relación de confianza. "Para nosotros, es muy importante la coordinación con los servicios sociales municipales para la detección y derivación de los mayores, y la colaboración con la Oficina Municipal de Voluntariado para llegar a nuevas personas voluntarias y para su formación", comenta.
Comunidades como el País Vasco van un paso más allá y cuentan ya con ecosistemas locales de cuidados, en los que están implicadas administraciones públicas y entidades civiles, destinados a mejorar el cuidado de las personas mayores en situación de fragilidad y dependencia que residen en su domicilio. "La mayoría de los mayores (95%) desean permanecer en su hogar el mayor tiempo posible, algo que beneficia a su salud y bienestar", añade Palacios.
Un problema para el que ya llegamos tarde
La crisis de los cuidados informales no es un problema exclusivo de España. El "Estudio sobre la incidencia y los costes de los cuidados informales de larga duración en la Unión Europea" advierte de que la demanda de servicios de asistencia de larga duración para personas dependientes va a ir en aumento en los próximos años y, sin embargo, los Estados miembros no están a la altura de poder responder a esta demanda debido a la falta de recursos. Para el doctor Andrés Vázquez, para dar respuesta a los retos que supone la dependencia, es urgente, primero, tomar conciencia de este nuevo modelo de sociedad envejecida."Los hijos varones tienen que tomar conciencia de que tienen que cooperar en estos cuidados y los sistemas comunitarios de que también son responsables del cuidado y del soporte a aquellas personas que van a necesitar un mínimo proceso de ayuda", defiende.El geriatra también sostiene que es prioritario reducir la burocracia en el proceso de la dependencia e incrementar los recursos, tanto humanos como económicos. "La financiación no puede estar a caballo ente el Estado, las autonomías y los concellos. Necesitamos recursos y todos van a ser pocos. No se puede politizar un problema para el que ya llegamos tarde", advierte el especialista.
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