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Astrofísica

Cuando Canarias conquistó las estrellas: el IAC cumple 40 años

Este 2025 se cumplen cuatro décadas de la inauguración de los dos observatorios canarios

40 años del IAC

Pere Pallé

Verónica Pavés

Verónica Pavés

La Laguna

En 1961 el joven físico toledano Francisco Sánchez –Paco, para los afortunados que lo conocían bien– aterrizaba por primera vez en Tenerife. Sánchez llegaba a Canarias para celebrar su luna de miel con María Almeida pero no era lo único. El físico experto en óptica tenía por delante una importante y enigmática encomienda que le habían realizado el por aquel entonces rector de la Universidad de La Laguna, Alberto Navarro, y uno de los catedráticos en astronomía más importantes de España, José María Torroja.

Durante dos años, Sánchez debía realizar una "prospección astronómica" de la cumbre tinerfeña para decidir si reunía las condiciones adecuadas para instalar un observatorio astronómico. Aquellos años, Sánchez no solo aprendió a vivir a 2.400 metros de altitud en condiciones "muy duras". Mirando aquel cielo, Sánchez tuvo una visión que 24 años después se haría realidad con la construcción de los primeros telescopios en la cumbre de Tenerife y La Palma y la consolidación de su "hijo" pródigo: el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC). 

Francisco Sánchez y su mujer María durante las propecciones astronómicas del Teide.

Francisco Sánchez y su mujer María Almeida durante las prospecciones astronómicas del Teide. / IAC

Atracción celeste

Sánchez no fue el primero en conocer las bondades del cielo isleño para un propósito científico. La cúpula celeste de las Islas ya había convertido a Canarias en protagonistas de eventos científicos tan importantes como el eclipse solar total de 1952. Sin embargo, Sánchez sí fue el primero en ver que la nítida imagen de la cúpula celeste que proporcionaban las cumbres de Tenerife y La Palma tenían un futuro más prometedor del que parecían haberle designado. 

En junio de 1985 la calle Vía Láctea, en La Laguna, se colmaba de un inusitado júbilo. Un grupo de jóvenes astrónomos –la primera promoción de muchas– se agolpaba en una escalinata del recién construido edificio central del IAC para celebrar aquel hito. Sus rostros inmortalizados en una fotografía que ya forma parte de la historia de la ciencia canaria, mostraban entusiasmo y ganas de trabajar. 

Inauguración de la sede central del IAC en 1985.

Inauguración de la sede central del IAC en 1985. / Pere Pallé / IAC

Para los jóvenes investigadores, aquel edificio supuso un regalo de agradecimiento tras casi una década de estudios en los fríos barracones instalados en el terreno que ahora ocupa la Facultad de Física de la ULL; y una motivación para asentar lo que, cuatro décadas después, se convertiría en una de las joyas de la corona de la ciencia en Canarias: los observatorios del Teide y del Roque de Los Muchachos. 

El físico solar Pere Pallé fue uno de esos jóvenes "barbudos" que buscaron en Canarias el sueño de cualquier astrónomo: estar más cerca del cosmos. En su despacho – el mismo que ha ocupado durante los últimos 40 años– cuelgan imágenes del sol, fotografías y estanterías repletas de libros que cuentan la historia de cuatro décadas de vida dedicada a la observación de nuestra estrella. 

El mejor sitio para la astrofísica

Sin embargo, confiesa que lo suyo nunca fue vocacional. "Más bien estudiaba por no trabajar", explica mientras rememora su infancia en Figueres, un pueblito de la Costa Brava, en Cataluña a finales de la dictadura franquista. Pallé llegó a Canarias motivado por ese runrun que ya había calado en la mayoría de las facultades de Físicas de la Península: Canarias era el sitio idóneo para estudiar astrofísica.

No fue casual que el Archipiélago ganara esa consideración. Mucho tuvo que ver en ello el incansable trabajo de Francisco Sánchez para demostrar las bondades de la calidad del cielo nocturno en Canarias mientras se rodeaba de los mejores para tratar de impulsar una formación de excelencia que se beneficiara de ello. 

Pere Pallé haciendo uso de un telescopio.

Pere Pallé haciendo uso de un telescopio. / Pere Pallé

Así Pallé aterrizó a finales de la década de 1970 en Canarias junto con otros cinco compañeros de la Universidad de Barcelona. "Fuimos la primera promoción de la especialidad de astrofísica", explica. Cuando llegaron, sin embargo, el IAC no era más que un germen que trataba de abrirse paso como Instituto Universitario de Astrofísica, una especialidad formativa que ofertaba la ULL.

Tras la instalación del primer telescopio en el Teide a principio de la década de los 70, en 1975 nace el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) por acuerdo entre la Universidad de La Laguna, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Mancomunidad Interinsular de Cabildos de la provincia de Santa Cruz de Tenerife. En él se integra el Instituto Universitario de Astrofísica, y el CSIC le da estatus de centro propio. Aún a día de hoy, la sensación generalizada es que esta fue una de las mayores conquistas de Francisco Sánchez. "Tuvo esa visión de pelear contra la jerarquía de la época y romper corsés", afirma Pallé. 

Los barracones

El Instituto se repartía en "cinco o seis" barracones prefabricados de uralita financiados por el Cabildo de Tenerife. Cada recinto tenía una función: biblioteca, laboratorio, centro de cálculo o dirección. Pallé y sus compañeros –aún como becarios– pasaban días enteros trabajando en aquellas naves. "Solo teníamos ese centro de cálculo, no teníamos ordenadores para hacerlos en casa y como había mucha demanda, los becarios teníamos que hacer nuestro trabajo de madrugada", rememora. 

Barracones en los que se ubicaba el Instituto de Astrofísica antes de 1985

Barracones en los que se ubicaba el Instituto de Astrofísica antes de 1985 / Pere Pallé / IAC

En ese centro de cálculo vivieron el golpe de Estado del 23F. "Todos acojonados", sentencia. Y también fue en una de esas noches cuando se encontró por primera vez con Francisco Sánchez, el jefe. "Siempre me acordaré, era un día a las 10 de la noche, estaba solo en el centro de cálculo. De repente oigo que alguien me toca la espalda y me dice: ¿me cuentas lo que estás haciendo?. Casi me da un pasmo", recuerda entre risas. 

Tras acabar la carrera, en 1981, consiguió una beca para estudiar con un grupo de investigación en el observatorio del Teide. "Hicimos un descubrimiento importante", recuerda el investigador que destaca que aquel verano le permitió "descubrir un mundo nuevo" del que acabó enamorándose y dedicando el resto de su vida. 

Un reclamo

Ese je ne sais quoi que motivaba el entusiasmo de los jóvenes al observar el cielo de Canarias también caló entre Rafael Rebolo y Valentín Martínez, que, como Pallé, se vieron atraidos por la promesa de que el mejor lugar para estudiar astrofísica era Canarias. Ambos serían los encargados de tomar las riendas del Astrofísico para continuar una obra que, para Sánchez, tuvo que terminar en 2013 tras la instalación del Gran Telescopio de Canarias en 2009, uno de los grandes hitos de su carrera. 

El primer equipo del IAC, en 1982

El primer equipo del IAC, en 1982 / Pere Pallé

"Llegué a Canarias con la inauguración del edificio", rememora Martínez, que afirma que por aquel entonces, todo era "muy distinto". "Los estudiantes de tesis siempre estábamos en la sede central. No teníamos ordenadores en casa, ni había internet, así que si llegabas a la una de la mañana siempre te podías encontrar a varias personas en el edificio", explica. 

Por aquel entonces los resultados científicos ya empezaban a dar sus frutos. "Estabamos investigando cosas muy relevantes para la ciencia", afirma Rebolo. Él aterrizó en Canarias en 1985, coincidiendo con la inauguración del nuevo edificio y con la instalación de los primeros telescopios en el Teide y el Roque de Los Muchachos. "En aquel momento España no formaba parte del contexto europeo y aún así se estaba instalando el telescopio William Herschel en La Palma, de 4 metros, que era uno de los mejores del mundo", explica Rebolo: "veíamos venir que iba a ser algo grande". 

De la crisis al espacio

Tras la jubilación de Sánchez, Rebolo tomó los mandos del IAC en una situación que, sin embargo, no era la idónea. "Empecé en plena crisis económica, había muchos recortes a la ciencia y el instituto aún no se había consolidado del todo", rememora el investigador. Su primer objetivo fue, así, "mantener el barco a flote". Para 2015, y en parte gracias al impulso del GTC – "que iba muy bien"– el IAC ya se había recuperado.  

Tras diez años de dirección, el IAC le debe a Rebolo sus vínculos con Asia y Estados Unidos; convertir a Canarias en un lugar atractivo para la instalación de grandes telescopios, como el Telescopio Solar Europeo (EST), los Cherenkov (CTA) o el Telescopio de Treinta Metros (TMT), o el inicio de la propia carrera espacial canaria. "Para mí el TMT era mi proyecto estrella", admite Rebolo. 

Ahora, con su sucesor Valentín Martínez en el puesto de dirección, el TMT ha vuelto a convertirse en gran aspiración del IAC gracias a los reveses políticos y económicos que sufre Estados Unidos. "Vamos a hacer todo lo que esté en nuestra mano para que La Palma se quede con el TMT", afirma Martínez.

Archivo - Diseño del Telescopio Treinta Metros (TMT)

Archivo - Diseño del Telescopio Treinta Metros (TMT) / OPBSERVATORIO INTERNACIONAL TMT - Archivo

No es lo único que ve en un futuro no tan lejano para el IAC. Martínez también quiere dar continuidad a otros proyectos que ya se habían puesto sobre la mesa como el Telescopio Solar Europeo o los Cherenkov –que ya han comenzado la fase de construcción de los cinco telescopios medianos–, así como uno de los nodos del Event Horizont Telesope, que se instalará en el Teide. En los próximos años, Martínez también afirma que seguirá impulsando el área de Espacio al ser "algo nuevo y fascinante". 

Así, con varias misiones espaciales en marcha, otros tantos telescopios pendientes de convertirse en realidad y una ciencia que ocupa los primeros puestos de excelencia en España, el IAC cumple 40 años de conquista de las estrellas

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