Recuperación tras la tragedia
Vacaciones en invierno: la opción de los negocios afectados por la dana
Los vecinos de La Torre, Forn d'Alcedo y Castellar, que arrastran secuelas psicológicas por la dana, aprovechan el verano para hacer obras y reclaman "medidas reales ante futuras inundaciones"

Clientes en la terraza de uno de los bares de la Torre / Germán Caballero
Josephine Burgos
El verano suele ser una época del año en la que muchos españoles aprovechan para desconectar del trabajo, huir de las altas temperaturas y disfrutar de unas vacaciones. Sin embargo, no todos han podido permitirse ese descanso este año. La dana del 29 de octubre, que arrasó los pueblos de l'Horta Sud de València, entre ellos las pedanías de La Torre, Forn D'Alcedo y Castellar, ha impedido a muchas familias coger vacaciones. La barrancada dejó tras de sí unos gastos tan elevados que han retrasado o impedido las vacaciones de muchos de los habitantes de las zonas afectadas, que han explicado a Levante-EMV como está siendo su primer verano tras el desastre de la dana que dejó más de 200 muertos.
Diez meses después, el ambiente en estos municipios es de cansancio y de cierto resentimiento. Es un verano raro y las secuelas psicológicas se notan. Muchos vecinos recuerdan aquel día como una catástrofe que marcó el final de una etapa y el inicio de otra en sus vidas. Algunos aseguran que la situación les ha hecho "más independientes", ya que consideran que la ayuda del gobierno "fue insuficiente" y tuvieron que "salir adelante solos". De igual manera, las obras de reconstrucción avanzan con "total lentitud" y, tanto es así que, a punto de cumplirse un año del suceso, la mayoría de los pueblos siguen sin poder disfrutar de su piscina municipal, de un polideportivo o de un gimnasio. Algunos con un poco más de suerte han arrancado la temporada, aunque con retraso, debido al mal estado de las instalaciones a causa de la dana. Es el caso de la piscina de Castellar, que da servicio a las tres pedanías de Valencia afectadas, una de las pocas que ha podido reabrir con varios problemas de por medio: el lodo que atascó las tuberías obligó a vaciarlas y volverlas a llenar retrasando unos días la apertura.

Abierto por vacaciones en La Torre / Germán Caballero
"Hay muchos negocios que no han podido cerrar en verano, que no han tenido descanso"
La tardanza en recuperar ciertos oficios debido a los graves daños sufridos, también ha retrasado la reapertura de los negocios y comercios. Un horno de La Torre en el que trabaja Desiré Taberner, volvió a abrir hace apenas dos meses. La hornera relata que desde la dana la actividad se ha reducido: "Hasta las seis y media o siete de la tarde no suele haber movimiento. La dana se ha notado, hay muchos negocios que no han podido cerrar en verano, que no han tenido descanso". Esto les incluye a ellos mismos, ya que han decidido "no cerrar por vacaciones en estos meses" reservando sus días libres para otros meses del año, debido a que, tanto ellos como muchos otros locales, "no podrían soportar un nuevo cierre". Adicionalmente, los damnificados critican "la falta de apoyo real por parte de las administraciones": "Nos gustaría que el gobierno mostrara un verdadero interés por el pueblo; muchas visitas de políticos y empresarios han parecido más bien campañas publicitarias para sus propios negocios".

Ambiente en la piscina de Castellar, que da servicio también a la Torre y Forn d'Alcedo / Germán Caballero
"El peligro sigue estando presente y nadie nos asegura que no vuelva a repetirse"
Los afectados reconocen que sienten miedo cada vez que llueve o el cielo se cubre de nubes. La inseguridad se ha convertido en una compañera constante: "Viendo todos los sucesos que están aconteciendo por el cambio climático y sabiendo que aún quedan muchas cosas por arreglar en los municipios y barrancos, no me quedo tranquila con lo que pueda pasar", confiesa una vecina. Su opinión la comparten muchos otros a los que se les hace difícil salir de casa en días de tormenta o simplemente confiar en que no se repetirá una inundación como la que pasaron en octubre. Los políticos, afirman, "deberían estudiar lo que ocurrió, analizarlo a fondo y poner medidas de prevención para evitar que vuelva a suceder. El peligro sigue estando presente y nadie nos asegura que no vuelva a repetirse", expone una de las perjudicadas en La Torre.
Y es que todavía hay personas que no han podido terminar las obras en sus viviendas y que han pasado el verano dedicando su tiempo libre a trabajos de reconstrucción: "Calculo que para estas navidades mi casa por fin estará terminada, aunque estoy siendo muy optimista", cuenta una de las damnificadas. Recuerda que hasta hace pocas semanas sus ratos de descanso se reducían a volver a pintar, limpiar y rehacer lo que el agua destrozó. Otros vecinos señalan que aún hay patios cubiertos de barro, garajes inutilizables y hogares abandonados con el lodo por el suelo.
Los perjudicados reclaman que se diseñen medidas a largo plazo y que se adapten los pueblos a la realidad de un territorio vulnerable. Entre las propuestas que surgen, algunos sugieren instalar sistemas de megafonía por todas las calles de los pueblos para emitir avisos en caso de emergencia; otros insisten en la necesidad de contratar expertos que planteen soluciones técnicas frente a estas catástrofes, y mejorar los servicios destinados a este tipo de circunstancias: "Sobre todo es necesario no hacer oídos sordos a una realidad absoluta como es el cambio climático", concluyen.
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