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Cáncer de páncreas

Xisco Quesada, el mallorquín de 28 años que habla sin filtros de su cáncer terminal: "He aprendido a ver la vida de otra forma"

Xisco Quesada (Palma, 1997) fue diagnosticado en junio con un cáncer de páncreas con metástasis. Desde entonces, comparte su experiencia en sus redes sociales, en las que acumula más de 200.000 seguidores entre Instagram y TikTok. Visibiliza la enfermedad, ayuda a otros pacientes y habla sobre cómo vive el presente con otra mirada

Xisco Quesada, el mallorquín de 28 años que habla sin filtros de su cáncer terminal: "He aprendido a ver la vida de otra forma"

Manu Mielniezuk

Irene R. Aguado

Palma

- ¿Quién es Xisco Quesada?

- Un chico de 28 años, con una vida muy normal hasta hace poco. Era autónomo en una empresa familiar, dos hijos y un camino marcado. Pero el 5 de junio me dijeron que tenía cáncer de páncreas en estadio 4, con metástasis en el hígado, sin posibilidad de operar. Todo ha cambiado desde entonces.

- ¿Por qué decidió compartirlo en redes sociales?

- Al principio buscaba ayuda, por si alguien conocía mi caso o había pasado por lo mismo. No entendía lo que estaba pasando y buscaba respuestas. Pero me di cuenta de que, al compartirlo, también ayudaba a otros pacientes e incluso a gente que, sin tener cáncer, aprendía a valorar más la vida. Al final se ha creado una comunidad muy potente, y me está permitiendo superar este proceso.

- ¿Cómo es vivir sabiendo que tiene un cáncer considerado terminal?

- Es difícil, pero he decidido afrontarlo de otra manera. No quiero verme a mí mismo como un paciente oncológico. Quiero vivir haciendo lo que me gusta y ayudando a los demás, eso me llena y me da fuerzas. Vivo con más conciencia que nunca, y de hecho, he aprendido a ver la vida de una forma muy distinta.

Xisco Quesada posa junto a su camiseta homenaje de la Federació de Futbol de les llles Balears.

Xisco Quesada posa junto a su camiseta homenaje de la Federació de Futbol de les llles Balears. / Manu Mielniezuk

- ¿En qué punto de la enfermedad está ahora mismo?

- Me estoy haciendo un tratamiento de quimioterapia y está funcionando. El tumor se ha reducido un 20%, ha pasado de medir 3,7 centímetros a 3. Los resultados del primer TAC han sido positivos, dentro de lo que cabe, es una buena señal.

- ¿Qué síntomas tenía antes del diagnóstico?

- Empecé con dolores abdominales, además de digestiones muy molestas y dolorosas. En enero me diagnosticaron gastritis, pero fue a más. En mayo me dolía tanto la barriga que pensaba que era una sobrecarga abdominal, y el dolor empezó a extenderse a la espalda. Llegó un punto en el que no podía trabajar ni dormir. En junio me hicieron una ecografía y me mandaron corriendo a urgencias al ver múltiples lesiones en el hígado y el páncreas. Fue entonces cuando me diagnosticaron el cáncer.

- Tiene un gen hereditario mutado, BRCA1. ¿Qué implica?

—Es un gen que, al estar mutado, no protege frente al cáncer. Pero también hace que el cuerpo responda mejor a los tratamientos. Yo lo heredé por parte de madre y, por eso, aunque tengo más riesgo, también estoy respondiendo bien a la quimioterapia. El gen ataca sobre todo a los órganos reproductores, como la próstata. Es extremadamente raro que haya atacado al páncreas, en Baleares no había antecedentes.

- ¿Cómo vivió las primeras horas tras el diagnóstico?

- Fueron las 72 horas más intensas de mi vida. El jueves, 5 de junio, me dijeron que tenía un cáncer muy agresivo, que quizá me quedaban solo meses. Coincidió con el primer cumpleaños de mi hijo. El sábado pedí matrimonio a mi pareja y el domingo nos casamos. Media hora después firmé el testamento con un notario. Al principio pensé que me quedaban apenas unas semanas de vida, y de hecho, cuatro días después del diagnóstico, mi hijo pequeño empezó a caminar. Cuando le vi dar los primeros pasos, pensé que la vida se estaba despidiendo de mí. Pero aquí sigo.

- Habla de que ve la vida de otra forma después del diagnóstico. ¿Y la muerte?

- Mi visión sobre la muerte también ha cambiado mucho. Sinceramente, no me preocupa, incluso diría que le he perdido el respeto. La gente le tiene miedo, pero yo no, he aceptado que todos tenemos fecha de caducidad. Lo único que me asusta no es morirme, sino que les pase algo a los que quiero. Prefiero que esto me pase a mí antes que a mis hijos, mi pareja o mis padres.

- ¿Vive con dolor físico?

- Por suerte, no. Después de la segunda quimio desapareció. Solo tengo algunos efectos secundarios, como la inflamación del intestino, pero ya no necesito medicación para el dolor, y agradezco eso cada día.

- En redes sociales ha denunciado la falta de apoyo y las carencias del sistema sanitario.

- Soy autónomo y estoy cobrando el 75% de mi base, después de dos meses pagando la cuota sin poder trabajar, y me han dado la baja por 'enfermedad común'. Es una injusticia y muchos pacientes con enfermedades graves están igual. Lo denuncio en redes porque no hay respaldo suficiente. Y sobre el sistema sanitario, no es que los sanitarios tengan la culpa en absoluto, ellos hacen lo que pueden con los recursos que tienen. Pero el sistema está saturado, van desbordados, y muchas veces te despachan rápido porque no tienen tiempo material para atender como querrían. Yo fui varias veces con dolor de barriga y me mandaban a casa. No critico a los profesionales, critico que no haya medios suficientes para que puedan hacer bien su trabajo.

- ¿Qué le está costando más?

- La incertidumbre de no saber qué comer, cómo cuidarme, en quién o en qué confiar. Todo el mundo opina, especialmente en redes sociales, pero no todo vale para todos. He tenido inseguridad y nervios por no saber cuál es el mejor hábito para mi situación en concreto. También denuncio la desinformación porque es alarmante; en el ámbito de la nutrición he llegado a ver consejos totalmente contradictorios.

—¿El cáncer le ha cambiado como persona?

—Sin duda. Ahora valoro todo el doble: la comida, un paseo con mi familia, una charla con mis hijos. Antes vivía en piloto automático, ahora paro y lo disfruto. Y si puedo ayudar a que otros se den cuenta de eso sin tener que pasar por esto, mejor; quizá ese es el propósito de todo esto.

- ¿Qué mensaje le daría a alguien en su misma situación?

- Que un diagnóstico no es una sentencia. Que lo luche todo, que se rodee de amor, que abrace y bese mucho. Que disfrute cada momento. Y que si algún día se tiene que ir, se vaya habiendo vivido de verdad.

- ¿Cómo le gustaría que le recordaran en un futuro?

- Como una persona con un gran corazón. Me gustaría que mis hijos supieran que su padre les quiere mucho, que todo lo que he hecho es por amor a ellos y a la gente que quiero. Que vean que su padre ha intentado ayudar y cuidar de ellos hasta el final.

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