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La roseta, la Casa Torres y el juego del garrote tradicional están más cerca de ser reconocidos como Bienes de Interés Cultural

El Consejo de Patrimonio Cultural de Canarias aprueba tres expedientes para la declaración BIC de estos tres tesoros culturales del Archipiélago

Rosetas canarias.

Rosetas canarias. / La Provincia

La Provincia

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Las Palmas de Gran Canaria

El patrimonio de Canarias gana visibilidad con el respaldo del Consejo de Patrimonio Cultural de Canarias a tres nuevos expedientes que buscan proteger y poner en valor parte de las tradiciones y la arquitectura del Archipiélago. La técnica artesanal de la Roseta, la emblemática Casa Torres ubicada en la Villa de Teguise (Lanzarote) y el Juego del Garrote Tradicional de Gran Canaria han recibido el visto bueno para su declaración como Bienes de Interés Cultural, el máximo reconocimiento legal al patrimonio en el territorio canario.

El Bien de Interés Cultural (BIC) es la máxima distinción que otorga la administración pública para preservar manifestaciones materiales e inmateriales que forman parte del legado histórico, cultural y social de un territorio. La declaración como BIC implica la obligación de proteger, conservar y transmitir estos tesoros a las futuras generaciones, asegurando su supervivencia ante amenazas de desaparición o transformación.

En Canarias, el proceso de declaración se rige por la Ley 11/2019 de Patrimonio Cultural de Canarias, que regula los procedimientos y requisitos para la catalogación y gestión de estos bienes.

La roseta: una tradición textil viva en Lanzarote y Tenerife

Orígenes y relevancia de la Roseta

La técnica de la roseta es una forma de encaje artesanal transmitida principalmente entre mujeres de zonas rurales en las islas de Lanzarote y Tenerife. Esta labor se desarrollaba en el entorno doméstico y permitió a muchas familias, especialmente de recursos limitados, complementar su economía en tiempos de escasez, al compaginarse con otras tareas del hogar o del campo.

Se trata de un arte textil elaborado con agujas e hilo que, gracias a su sencillez y al poco espacio necesario, se adaptó perfectamente al ámbito familiar. Además de su valor funcional y artístico, la Roseta constituye un testimonio del ingenio y la pervivencia de los saberes populares canarios.

Una roseta de Tenerife.

Una roseta de Tenerife. / J.A.Paris

Proceso de producción y singularidades

Uno de los aspectos singulares que se mantienen es el sistema de reparto de los materiales, los motivos decorativos empleados y la recogida de las piezas acabadas. Cada isla ha evolucionado técnicas propias:

  • En Lanzarote, la base (pique) suele ser metálica, de forma redonda o cuadrada, con orificios para los alfileres.
  • En Tenerife, la base y parte superior suelen ser de cuero o escay.

A pesar de estas diferencias, los motivos ornamentales son similares, aunque sus nombres varían de una isla o municipio a otro.

Las roseteras más experimentadas solían encargarse de las piezas complejas y de ensamblar los paños. Curiosamente, muchas ni siquiera figuraban en los censos de la época —aparecían catalogadas como “amas de casa”— aunque sí están documentadas en los libros de las empresas comercializadoras.

El producto terminado podía venderse a través de intermediarias, que llevaban los materiales y recogían las rosetas, o bien en las pequeñas tiendas de barrio, obteniendo en muchos casos alimentos a cambio.

La protección de la Roseta como Bien de Interés Cultural Inmaterial supone el reconocimiento de un legado femenino, rural e intergeneracional, clave en la historia económica y social de Canarias.

Para más información sobre artesanía tradicional y programas de protección cultural, se puede consultar la web del Gobierno de Canarias - Patrimonio Cultural y el portal del Cabildo de Lanzarote.

Casa Torres: ejemplo de la arquitectura señorial en la Villa de Teguise

Un edificio centenario en el corazón de Lanzarote

La Casa Torres, pendiente de ser declarada BIC con categoría de Monumento, forma parte del acervo arquitectónico protegido en la Villa de Teguise. Construida en el siglo XVIII, es una de las edificaciones urbanas más destacadas por su integración y proporciones en el conjunto histórico local.

Situada en la calle Víctor Feo, justo detrás del emblemático Palacio Spínola, este inmueble fue propiedad del sacerdote Bartolomé Torres y desde hace décadas es referencia de la arquitectura doméstica de la nobleza lanzaroteña.

Casa Torres, en la Villa de Teguise

Casa Torres, en la Villa de Teguise / La Provincia

Valor arquitectónico y patrimonial

La Casa Torres destaca por su diversidad de soluciones constructivas, el uso de carpintería tradicional, la distribución de sus estancias y la originalidad de su adaptación a la parcela. Sus volúmenes, elementos de fábrica y diseño de interiores la convierten en objeto de estudio para entender la evolución de la arquitectura insular.

El edificio ha contado desde 2014 con protección integral, condicionando cualquier intervención al mantenimiento, restauración y consolidación respetuosa con su valor histórico. La declaración definitiva como BIC asegurará su conservación y facilitará futuras investigaciones sobre la arquitectura tradicional en las islas orientales de Canarias, tal y como establece la legislación patrimonial canaria.

Casa Torres, ubicada en la Villa de Teguise, en Lanzarote

Casa Torres, ubicada en la Villa de Teguise, en Lanzarote / La Provincia

El Juego del Garrote Tradicional: herencia viva del deporte autóctono de Gran Canaria

Origen y práctica actual

El Juego del Garrote Tradicional es una de las variantes del Juego del Palo, actividad de esgrima prehispánica canaria que emplea garrotes de diferentes tamaños para realizar ejercicios de ataque y defensa, siempre sin intención de causar daño real.

Tradicionalmente vinculado a contextos rurales y ganaderos, hoy día el Garrote subsiste en localidades como Valsequillo, Telde y Santa Lucía de Tirajana, en la isla de Gran Canaria. Destaca por su variedad técnica y por mantener particularidades frente a otros estilos presentes en el Archipiélago, de ahí la propuesta de reconocimiento insular.

Esta disciplina, en su modalidad de palo grande, ha sido recuperada y transmitida por diferentes familias y colectivos desde finales del siglo XX, evitando su desaparición y devolviéndola a la práctica a través de escuelas y asociaciones culturales locales. Su práctica fomenta la transmisión de valores tradicionales, el respeto y el conocimiento de la herencia patrimonial insular.

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