Aquel 4 de enero de 1979 ha marcado la existencia de 11 familias canarias que vieron cómo sus seres queridos iban cayendo como moscas cuando trataban de auxiliar a un compañero que murió asfixiado tras caer a un compartimiento de aguas residuales (el pescado putrefacto había generado un gas mortal) de la factoria que la empresa Hijos de Ángel Ojeda tenía en la zona capitalina de El Rincón. Y como las desgracias no vienen solas, también en la misma jornada, dos personas que viajaban en un camión perecieron al despeñarse el vehículo pesado en el barrio capitalino de El Toscón y dos vigilantes fueron tiroteados (uno de ellos murió) cuando acudían a resolver una riña en Las Canteras protagonizada por un guardia civil.

"Impresionante tragedia". Éste era el título, a seis columnas, y por encima de su cabecera, que ofrecía nuestro periódico el viernes 5 de enero, víspera de la festividad de Reyes. En dos páginas, también con despliegue gráfico, se aportaban datos sobre el dramático episodio. En la misma línea titulaba la primera de DIARIO DE LAS PALMAS, si bien con las palabras "Ayer, día negro", al tiempo que se recogían otros episodios de violencia.

El dramático suceso se produjo poco después de las cuatro de la tarde, cuando, aparte del primer trabajador que murió al inhalar gases tóxicos, fallecieron igualmente "las diez restantes desafortunadas víctimas, en gran gesto de solidaridad humana y compañerismo, al pretender ayudar a sus compañeros cuando éstos no salían, iban cayendo sin vida en el compartimento destinado al vertido de residuos de pescado", relató LA PROVINCIA en su edición del viernes de aquel enero de 1979.

Los fallecidos fueron identificados como Rafael Viera Castellano, de 18 años, soltero y natural de Santa María de Guía; Juan Carlos Moreno, soltero, de 21 años y natural de la misa ciudad; Juan María Alí González, de 23 años, casado y natural de Santa Lucía de Tirajana; Fermín Silva Ramírez, de 28 años y natural de San Mateo; Francisco Romero Henríquez, soltero, 23 años; Antonio García Rodríguez, casado, de 29 años; José Perdomo González, 40 años, todos de la capital; Francisco Rodríguez Barbas, soltero, de 23 años y originario de Córdoba; Juan Javier Armas Padrón, de 22 años, de la capital; José Cabrera Pulido, casado, de 37 años y vecino de la capital, y Mariano Cano Araujo, natural de Larache (Marruecos), de 26 años y casado. El único superviviente de aquel trágico accidente laboral, el mayor registrado en los últimos 30 años en el Archipiélago Canario, fue Fernando Valido Portelo.

Después de que las emisoras de radio locales suspendieran sus emisiones para informar de la muerte en cadena de los operarios de la factoría, algo inusual para aquellas fechas, la primera autoridad política en personarse en el lugar fue Manuel Fernández Escandón, en aquel momento gobernador civil, quien declaró, lacónicamente: "No puedo creerlo".

Los rostros de los cadáveres, que tuvieron que ser rescatados por los bomberos en un penoso trabajo, "aparecían morados, pero íntegros completamente, siendo perfectamente reconocibles", manifestó un testigo.

En el momento de ser alineados en la tercera nave de la factoría de la industria conservera se produjeron verdaderas escenas de dolor ("difícilmente narrables") entre los compañeros y familiares de los fallecidos. Como consecuencia, tres mujeres sufrieron crisis de ansiedad y tuvieron que ser evacuadas a la antigua Clínica Nuestra Señora del Pino.