Diego P. V. nunca imaginó que la caída fortuita que Aitana, la hija de su actual pareja, sufrió en un parque infantil del sur de Tenerife iba a convertirse en pocos días en su peor pesadilla. Este joven ha vivido durante la última semana uno de los momentos más duros de su vida. Un cúmulo de errores en el informe médico realizado en un centro de salud de Arona provocó que fuera detenido como falso autor de un delito de abuso sexual y malos tratos a la pequeña de tan sólo tres años, lo que hizo que la sociedad reaccionara de manera airada en contra de él.

Todo comenzó el sábado 21 de noviembre. Aitana se encontraba jugando en los columpios de un parque en la localidad de Las Galletas cuando se cayó y sufrió un golpe en la cabeza. De inmediato, su madre y su novio acudieron hasta un centro médico para comprobar que la pequeña estaba en buen estado de salud. El médico les comentó que las heridas no revestían gravedad y que en tres días la niña estaría corriendo. Nada hacía presagiar que esa simple caída, que en un principio no había ocasionado lesión alguna a la menor, la llevaría a la muerte.

Todo continuó como siempre. Una vez certificado que su salud era óptima, Aitana continuó con su vida normal. El lunes acudió al colegio Luis Álvarez Cruz con normalidad. Hablaba y jugaba con sus compañeros y comentaba a los pro- fesores que el sábado había sufrido una caída, pero en el centro educativo tampoco vieron más allá de unos rasguños por un simple accidente, como el que les ocurre diariamente a muchos niños del Archipiélago.

Pero la noche del martes, sobre las 23 horas, todo se complicó de una manera que nadie podría imaginar. Continuos vómitos y la falta de respiración hicieron que Diego P. V. se preocupase seriamente de la salud de la menor y la trasladó hasta el centro hospitalario de El Mojón, en Arona, ya en parada cardiorrespiratoria. Allí, uno de los médicos que atendió a Aitana avisó tras realizar una primera valoración a la Policía Local por un posible caso de malos tratos y agresión sexual. Unas quemaduras en la espalda, numerosos hematomas y desgarros vaginales y anales, según indicaba el facultativo a los agentes, unidos a unas "insólitas" respuestas de Diego a las preguntas que le realizaban los funcionarios de seguridad debido a las numerosas lesiones que sufría la pequeña hicieron que fuera detenido.

Mientras el joven se sorprendía por todo lo que ocurría, la menor se debatía entre la vida y la muerte con una segunda parada cardiorrespiratoria y fue trasladada en una ambulancia hasta el Hospital Nuestra Señora de Candelaria de Santa Cruz de Tenerife en estado muy grave.

La sociedad se levantó el miércoles con la noticia que conmocionó a toda Canarias. Un joven habría violado y agredido a la hija de su mujer. Diego fue sentenciado como un violador. Al parecer, todo estaba claro. La declaración del médico a la policía no dejaba lugar a la duda. Los malos tratos podrían ser "continuados", dijo a los agentes.

Sin embargo, las piezas empezaron a no encajar ese mismo día. La madre de la pequeña defendía a capa y espada a su novio. Explicaba, al igual que hizo él a la policía, que la niña se había caído en el parque y que no había sido maltratada en ningún momento.

Los vecinos del Residencial Atlántico II de Arona, donde reside la pareja desde hace un mes cuando llegaron desde Madrid, aseguraban que no habían notado nada extraño, aunque también precisaban que no la conocían ya que hacía poco tiempo que vivían en la zona.

Los profesores del centro en el que estudiaba Aitana también señalaban que nunca se imaginaron que la menor sufriera malos tratos y que en muchas ocasiones era Diego el que llevaba a Aitana al colegio ya que su madre trabajaba en Santa Cruz de Tenerife.

La pequeña continuaba ingresada muy grave en el hospital. No evolucionaba. Su estado empeoraba con el paso del tiempo y la noche del jueves se conoció su fallecimiento tras sufrir cuatro paradas cardiorrespiratorias.

El caso estalló en todo el país. Las noticias se sucedían. Al presunto violador se le puso cara cuando, al día siguiente, Diego P. V. acudió escoltado por varios guardias civiles a declarar ante el juez cabizbajo y bajo numerosos insultos de las personas que acudieron hasta los juzgados de Arona para reprenderle lo que supuestamente le había hecho a la menor. Lo llamaban asesino, deseaban que se "pudriera en la cárcel".

Allí permaneció durante horas. El juez de Primera Instancia e Instrucción número 7 del Juzgado de Arona decidió, tras tomarle declaración, alargar su detención a la espera de conocer nuevos datos sobre la investigación que se desarrollaba para determinar qué fue lo que le provocó la muerte a Aitana.

El sábado llegaron las primeras noticias que tumbaban la teoría de los supuestos malos tratos y la violación. La Opinión de Tenerife (Editorial Prensa Ibérica) publicó que el informe médico realizado el miércoles en el hospital de El Mojón había sido erróneo. La autopsia al cadáver lo certificaba. Aitana no había sufrido malos tratos, ni tampoco fue violada por el compañero de su madre. Lo que le había provocado la muerte había sido un traumatismo craneoencefálico muy grave al caerse de un columpio casi una semana antes. El error había sido médico. Ese sábado, 21 de noviembre, el facultativo del centro de salud no le detectó nada a la menor.

El juez puso en libertad sin cargos a Diego P. V., de 24 años. No había cometido ningún delito. Estaba libre, pero "destrozado" por unos días que se convirtieron en una auténtica pesadilla para este joven, apuntaba su abogado, Plácido Alonso. Unos días en los que Diego no comprendía lo que ocurría y que veía cómo Aitana, a la que según el letrado tenía un especial cariño y a quien trataba como si fuera "su propia hija", fallecía debido a aquel trágico accidente del 21 de noviembre de 2009.

A pesar de todo ello, la población aún no cree que la niña haya muerto por una simple caída. Diego permanece en la casa de un familiar con protección oficial "para que no lo linchen", porque "los ánimos están muy caldeados", declaró ayer el abogado, quién adelantaba que prepara la querella "desde la frialdad y con buenos fundamentos jurídicos" para que se investigue por qué motivo "en el siglo XXI y en un país de primer nivel" no se realizó una radiografía a la niña.

Aunque la justicia condene duramente el error médico que propició la muerte de la pequeña, nada hará volver a Aitana, ni tampoco que Diego olvide una semana en la que la negligencia le ha envuelto en una auténtica pesadilla.