En las calles del barrio de Zárate, en Las Palmas de Gran Canaria, hablar de las drogas es un tema tabú. Tras la detención por parte de la Policía Nacional de 21 personas durante los últimos siete meses ha hecho que el barrio duerma más tranquilo. Sin embargo, no ha impedido que los vecinos tengan temor a opinar sobre la situación de sus vías en las que se sigue traficando con drogas.

"Tengo hijos y familia, prefiero no hablar de ese tema". El que proclama estas palabras es un hombre ya mayor, que prefiere no identificarse, y que asegura que el barrio es "muy peligroso".

Aunque esa peligrosidad de la que se habla existe, ésta está presente, sobre todo, en una de las zonas: la denominada calle A. o, como recogen los mapas, la calle Francisco Inglott Artiles. Allí, cada día, numerosas personas se reúne en las aceras para jugar, en el caso de los más mayores y los más pequeños, o para vender sustancias estupefacientes aunque los niños estén paseando a escasos metros.

"Ya por último al Negro no le importaba ni que hubiera gente alrededor, vendía en la calle", dice otra vecina que prefiere no dar su nombre. De quién habla, el denominado El Negro, es un traficante reconocido en el barrio y del que muy pocos quieren hablar sobre él. "¿Qué le han cogido con 400.000 euros? ¡Y poco es!", exclama la misma señora, quién añade que han tardado bastante tiempo en detenerlo, pues se dedicaba al tráfico de drogas desde hacía ya tiempo.

Y, es que, para la Policía Nacional, el Negro, identificado con las iniciales J. H. C. y de 49 años de edad, es el principal cabecilla de la banda. Toda la organización se centraba entorno a él. El Negro controlaba todas y cada una de las transacciones de heroína que se producían en el barrio, para lo que tenía a su servicio a una veintena de personas, entre ellas su mujer, que también fue detenida y que le ayudaba a contactar con los posibles compradores que acudían al barrio.

Muchos de los vecinos apenas pasan por la calle A. "Hay que tener mucho cuidado de lo que se habla por ahí, y sobre lo que se pregunta también", advierte otro vecino, que, como todos los consultados por este periódico, prefiere mantener el anonimato.

Sin embargo, otro apunta a que después de la detención del Negro "se ha acabado el vacilón". "Aquí hasta ahora se han pagado muchas rencillas quemando vehículos y motocicletas", añade esta misma persona quién dice que en Zárate "quien no corre, vuela".

A pesar de que en los últimos años la venta de estupefacientes y la delincuencia han estado presentes en el barrio, aquellos que han vivido en él desde hace décadas señalan que antes todo era mucho peor. "Aún recuerdo cómo en una redada de la policía había gente por la calle con pistolas y metralletas", indica una mujer. Aunque, de eso, agrega, "hace más de veinte años".