"Soy el justiciero de Dios y vengo a hacer justicia". Esta es la frase que con una cabeza de mujer entre sus manos repetía como un mantra en una película de terror propia de un viernes 13 el hombre de nacionalidad búlgara que tiñó ayer de sangre una mañana tranquila en la ciudad turística de Los Cristianos. Vecinos de la zona y turistas vivieron uno de los momentos más dramáticos que se recuerdan en la localidad del municipio de Arona. El joven búlgaro de 28 años mató a cuchilladas a una ciudadana británica de 60 años afincada en este barrio del sur de Tenerife. No conforme con su homicidio, decapitó a la víctima y recorrió alrededor de 50 metros con su cabeza en la mano.

Según relataron los vecinos que presenciaron el suceso, aproximadamente a las 10.15 horas una mujer inglesa entró en las oficinas del Servicio Canario de Empleo (SCE) de la zona centro del barrio de Los Cristianos pidiendo socorro. Gritaba que un hombre la perseguía. El agente de seguridad le facilitó el acceso porque el individuo, efectivamente, llegaba hasta la misma puerta de la oficina de empleo siguiéndola en actitud agresiva.

El vigilante logró que el hombre se marchara y la mujer permaneció en el interior de las instalaciones del SCE durante varios minutos a la espera de que su perseguidor se marchara. Cuando creyeron que lo había hecho y que todo volvía a la normalidad salió de las oficinas y se dirigió a un bazar chino, del que esta mujer era clienta habitual como muchos otros vecinos del lugar. Ya en el interior, y cuando realizaba sus compras de manera rutinaria, el supuesto asesino entró en la tienda y, sin mediar palabra con la víctima, cogió un cuchillo de grandes dimensiones de uno de los expositores del bazar, se dirigió hacia ella y la acuchilló varias veces para terminar cortándole la cabeza.

Según explicó el alcalde del municipio de Arona, José Alberto González Reverón, las imágenes de la tienda "demuestran que el hombre se ensañó con la señora". Aunque todavía no se han contabilizado, le propinó decenas de puñaladas para reducirla. Luego prosiguió efectuándole cortes en el cuello hasta que logró decapitarla. Los trabajadores del establecimiento, de origen oriental, salieron de la tienda gritando en busca de ayuda justo cuando el agresor salía con la cabeza en la mano y gritando: "Soy el justiciero de Dios y vengo a hacer justicia".

Entre el revuelo, el hombre recorrió al menos 50 metros de calle cargando con la cabeza. El agente de seguridad del SCE y varios vecinos intentaron reducirlo y lograron que cayera al suelo junto con la cabeza de la mujer, que rodó varios metros. En ese momento, intentó huir, pero un motorista le propinó un golpe con su casco y facilitó su reducción. Todos los que se encontraban en la zona lo retuvieron hasta que varios agentes de la Policía Local del municipio llegaron hasta el lugar. El vigilante de la oficina de empleo tuvo que ser trasladado por los servicios de urgencia con un shock tras haber presenciado los hechos.

Pasadas las 10.30 horas el Cuerpo Nacional de Policía procedía a su detención. Se le ha identificado como Deyan Valentinov D., de 28 años, un vecino de nacionalidad búlgara muy conocido por los residentes del barrio por sus constantes alteraciones del orden público. Su comportamiento asocial le había llevado a comisaría en más de una ocasión. Además, según explicaron fuentes policiales, ha ingresado en la unidad de psiquiatría del Hospital de la Candelaria de Santa Cruz de Tenerife por otros episodios violentos. Fue dado de alta durante el mes de febrero. Muchos vecinos conocían sus antecedentes.

Según explicó Juanma Delgado, propietario de uno de los locales cercanos al bazar chino, hace unos meses "le pidió la hora a un hombre y, como no tenía reloj, le dio un puñetazo con el que le arrancó al menos dos dientes". Delgado aseguró, además, que "era indigente y dormía siempre en la calle, donde podía, muy cerca de la zona de la playa antigua de Los Cristianos".

En un principio, no se ha podido conocer si existía o no relación entre la víctima y su agresor, aunque todo apunta a que fue el azar lo que llevó a este hombre a cometer el crimen. "Estaba trastornado, no paraba de gritar que era un enviado de Dios en la tierra", explicó Juana Herrera. Según declaró el alcalde, González Reverón, "está claro que este hombre presenta serios desequilibrios mentales, ya que se calificaba a sí mismo como un profeta". La vecina Lucero Montoya apuntó que "cualquier persona podría haberse cruzado en su camino y convertirse en su víctima".