"Estábamos cenando y de repente todo fue un caos, un desastre, porque el capitán fue el primero en abandonar el barco". Antonio Aday Henríquez Sosa, el único grancanario a bordo del Costa Concordia, el barco hundido la noche del viernes frente a la isla italiana de Giglio, relató así su odisea al llegar al aeropuerto de Gando, donde se abrazó a su madre y a los familiares y amigos que le esperaban con impaciencia.

Aday, como le conocen todos, volvió a casa con lo puesto, pues todas sus pertenencias quedaron en el camarote del buque siniestrado, probablemente bajo el agua. Allí está también su cámara de fotos con los recuerdos de su viaje por el Mediterráneo, el octavo crucero que realizaba en sus 27 años de vida. Su experiencia en este tipo de travesías le sirvió para abandonar el barco en los primeros momentos, pues los pasajeros no habían hecho un simulacro de emergencia y nadie les decía lo que tenían que hacer. Según el último balance de las autoridades italianas, cinco pasajeros han fallecido y otros 15 están desaparecidos".

"Muchos estaban desesperados y se lanzaron al agua, luego supimos que hubo tres fallecidos, pero seguro que hay más muertos dentro el buque", comentó el joven grancanario mientras repartía besos y abrazos entre sus familiares. Aunque descansó un poco en el avión que le trajo desde Madrid a Gran Canaria, su rostro reflejaba el cansancio del viaje y los tres días sin pegar ojo.

Aday, vecino de la capital grancanaria, debía finalizar el crucero hoy lunes, pero sus vacaciones se acabaron abruptamente a las 21.45 horas del viernes, cuando el Costa Concordia chocó contra unos peñascos situados cerca de la isla de Giglio.

Pese al susto y la confusión, Aday recuerda perfectamente los primeros momentos del accidente y la incertidumbre en las horas posteriores: "El barco salió de Roma y tenía que atravesar por el medio de ese grupo de islas, tenía que dejar la isla de Giglio a la izquierda y lo que hizo fue estrellarse contra ella por la derecha. Cuando el capitán oyó el golpe y vio la vía de agua, lo que hizo fue arrimar la proa a la entrada del muelle de la isla, dicen que tenía que navegar a cinco millas de esa isla y estaba navegando a veinte metros".

Desatendidos

Aday abandonó el barco en la primera hora y media, al subirse en uno de los botes salvavidas, pero asegura que cinco horas después todavía quedaba gente en el buque. El Costa Concordia tardó unas tres horas en escorarse del todo. "Nos llevaron a la isla de Giglio", rememora el náufrago grancanario, "y allí un cura nos abrió una iglesia, en la que nos refugiamos unos cuantos pasajeros, y un par de horas después nos trasladaron en un ferry al puerto de Santo Stefano, ya en la península italiana, donde nos atendieron el ejército y la Cruz Roja, y por último nos llevaron a un colegio".

En todo ese tiempo, comentó Aday, no recibieron ninguna ayuda ni comunicación por parte de la empresa que organizaba el crucero. "Nadie de Costa Cruceros nos atendió en tierra, por lo que todos los españoles que estábamos a bordo vamos a presentar una demanda común a las agencias de viajes y a la compañía naviera", señaló. Aparte de Aday Henríquez, que viajaba con un amigo foráneo, había otros cinco canarios en el Costa Concordia, una pareja de Lanzarote y tres tinerfeños.

Los pasajeros con los que habló Aday tras el siniestro también le echan la culpa al capitán, que no informó en ningún momento de lo que ocurría no dio las instrucciones necesarias para una ordenada evacuación. "El capitán fue el primero en abandonar el barco y después todo fue un desastre", insistió. Según comentaron otros testigos al joven grancanario, el capitán, Francesco Schettino, que está detenido y acusado de varios delitos, "lo primero que hizo fue desembarcar las bolsas del dinero".

Más que asustado, Aday Henríquez dijo a sus familiares en Gando que estaba "asombrado" ante la actitud del capitán. Una vez en Gran Canaria, su primer deseo fue ir a casa para dormir en su cama "un buen número de horas". Pese a esta mala experiencia, que achaca a la mala suerte y a la negligencia, Aday declaró que no le ha cogido miedo al mar y que volverá a embarcarse en un crucero.