Los cortes que presentaba el cadáver, que fue localizado atado, desmembrado y calcinado en el barranco de Añaza, en Santa Cruz de Tenerife, el pasado domingo, serán determinantes para que los forenses puedan determinar si la persona que troceó el cuerpo tenía conocimientos de medicina o cuando menos de matarife, lo que podría ayudar a resolver con certeza si el fallecido era un mulero y transportaba droga en su organismo.

Ayer le fue practicada la autopsia al cadáver del hombre, de entre 20 y 30 años, que fue localizado, cortado en tres trozos, maniatado con una verga atada desde su cuello a uno de los pies, sin que hasta el momento haya trascendido el resultado de la misma.

No obstante, las fuentes policiales consultadas se decantaban por la hipótesis de que el fallecido se dedicase al transporte de drogas en el interior de su organismo y que murió tras reventarle una cápsula en el interior del estómago, nada más llegar a la Isla, tras sentirse indispuesto.

Las fuentes señalaron que en el transcurso del intercambio falleció la víctima, la cual fue trasladada hasta el domicilio de los receptores de la droga y, en la bañera pudo ser troceado convenientemente, con el fin de extraer la sustancia estupefaciente. Para este tipo de operación se necesita un material mínimo, bien médico-quirúrgico o de carnicero y que además, el autor o autores posean conocimientos de medicina o de matarife y hayan efectuado este tipo de operación una vez en su vida. Es más, se hace necesario que el corte transversal se produzca a una determinada altura si se quiere extraer el contenido que portaba el fallecido en su organismo, alrededor de 80 ó 90 bolas, con un valor aproximado de 70.000 euros.