Cuando los vecinos del pequeño pago gomero de Imada cruzaron el lomo del barranco se temieron lo peor. Sus blancas casas que pintan parte de la ladera del barranco que recibe el mismo nombre estaban rodeadas de un manto negro que reflejaba el paso del incendio que ya ha calcinado más de tres mil hectáreas del centro y sur de la isla colombina. Sin embargo, como dice Aurelio Arzola, uno de los residentes, un ángel de la guarda se instaló la madrugada del pasado domingo por este caserío para que los domicilios sufrieran apenas unos desperfectos.

Las llamas, milagrosamente, sólo calcinaron una de las casas y acabaron con la vida de cuatro cabras y un cochino que no pudieron escapar de ellas. El resto del poblado sólo se vio afectado por el intenso humo y las cenizas.

Las pequeñas calles de Imada tenían a primera hora de la mañana de ayer una actividad frenética después de que el centenar de vecinos que habían sido desalojados durante el sábado pudieran regresar a sus domicilios. Estos no perdieron el tiempo y desde primera hora de la mañana se ponían manos a la obra para que todo volviera a la normalidad cuando antes. Alfonso Morales, Cristian García y Nicasio Ramos no perdieron el tiempo y ya arreglaban el techo de un apero que debido al intenso calor se vino abajo. Para el primero de ellos el resultado del paso del incendio "no tiene nada que ver con lo que nos esperábamos". "Cuando lo vi al principio arder me temía lo peor", añade Morales mientras junto a sus amigos reponen las tejas afectadas por el incendio.

El intenso olor a quemado aún no ha abandonado este pago, pero ello no es inconveniente para que Aurelio Arzola empiece a retirar las botellas de refresco derretidas por el calor. A escasos metros de su casa la negritud de la tierra advierte de que pocas horas antes el fuego estuvo a punto de alcanzar su casa. "Pensé que se había quemado por completo; no esperaba que la casa escapara porque había muchas palmeras y árboles alrededor quemados", dice Arzola. "A un vecino que había visto cómo había quedado el pueblo tras el incendio le pregunté: '¿Y mi casa, no escapó no?', y por suerte me dijo que sí, que había estallado una bombona de butano que había roto parte de un muro, pero que la casa no se había quemado", añade.

Quién no corrió la misma suerte fue Isidro Ramos, de 69 años, que vio impotente cómo sus cuatro cabras y un cochino habían muerto calcinados. A este ganadero de Imada no le dio tiempo a poner a salvo a sus animales. "Iba a sacarlos, pero la Guardia Civil me dijo que tenía que abandonar el barrio; intenté regresar para soltarlos, pero los agentes no me dejaron", recuerda Ramos mientras ve que sus gañanías quedaron totalmente calcinadas. Ahora se pregunta si volverá a criar animales para la elaboración de quesos para los familiares. "Llevo toda la vida con los animales, pero a mi edad quizás lo mejor sea que ahora uno se quede quieto", comenta.

Otro de los grandes afectados por el fuego es la pareja formada por Francisco Arzola y Coralia Díaz. Las llamas se introdujeron en su vivienda para arrasar con todo lo que cogía por delante, desde electrodomésticos hasta las camas de las habitaciones. Nada quedó a salvo y ya ayer algunos vecinos y familiares ayudaban para ver si podían hacer algo para que vuelva a ser habitable, aunque sus moradores sólo acuden a ella en determinadas épocas. Fue el único inmueble que las llamas arrasaron, en parte, según los vecinos, gracias a que varios de ellos decidieron hacer caso omiso a las indicaciones de las autoridades y se quedaron durante toda la noche del sábado al domingo luchando contra el incendio. Y es que muchos de los residentes se quejaban ayer de la falta de efectivos en esta zona de La Gomera, situada a escasos metros de donde se inició todo el desastre que ya ha arrasado más de tres mil hectáreas, afectando incluso al Garajonay.

Para los más longevos del lugar, este fuego ha sido el más virulento que ha pasado por Imada, como recuerda Nieves Hernández Arzola, de 78 años. "Llevo toda mi vida viviendo y trabajando aquí, y este fue peor que el del año 84 -cuando fallecieron 21 personas-; en aquella ocasión el humo sí que llegó al pueblo, pero esta es la primera vez que lo hacen las llamas. Es la primera vez que el fuego llega al pueblo". Pese a ello, el ángel de la guarda pasó por este caserío que tardará en olvidar la madrugada del 5 de agosto de 2012.