¿En qué situación se encuentra el fuego?

Está estabilizado. Todo el perímetro del incendio se ha abarcado con líneas de defensa, se ha humedecido y refrescado, aunque aún quedan focos calientes que están próximos al borde y hay que rematarlos para asegurar y fijar y así las llamas no se reaviven y se vayan a las zonas que no se han quemado.

Sobre todo de cara a los próximos días con la llegada de una nueva ola de calor.

Exactamente. Hoy [por ayer] es un día muy importante para ya asegurar todo y así no tengamos más problemas.

¿Cuántas hectáreas del parque han quedado afectadas?

No lo hemos evaluado todavía porque hemos estado aquí, en el incendio, por lo que aún no hemos hecho ese trabajo. Conocemos perfectamente el perímetro pero no hemos calculado exactamente la superficie. Haciendo una estimación a ojo estaríamos hablando de unas 350 hectáreas en el parque y se habla de unas 3.000 hectáreas en total; lo que viene a ser cerca del diez por ciento del parque y de la Isla respectivamente.

¿A qué tipo de vegetación ha dañado el fuego?

En el conjunto del incendio lo más destacado es el monte verde, la laurisilva, fundamentalmente zonas de fayal-brezal relativamente joven, aunque también ha habido zona de bosque desarrollado, pero una superficie pequeña que se encontraba en la Reserva Natural Integral de Benchijigua. En el caso del parque nacional casi todo era monte verde joven, de entre 30 y 40 años, salvo una zona que pasó a la parte de la vertiente norte, donde pasó de copa al suelo y ahí poco a poco se fue apagando por el hecho de que la laurisilva no arde bien, pero sí tuvo su pequeño recorrido dentro del parque antes de apagarse y afectó a una zona de monte muy buena. Otro tipo de daños está en las poblaciones de especie amenazadas de floras, que han sido calcinadas, pero ahí aún no sabemos cuáles porque tenemos que hacer un seguimiento posterior para ver el grado de recuperación espontánea, natural, de esas poblaciones. A pesar de que el daño está hecho porque han desaparecido, siempre quedan semillas en el suelo o las plantas pueden rebrotar, y todo eso hay que valorarlo porque no sabemos cómo va a responder.

De ello depende la zona en la que se encontraban.

Hay zonas donde el fuego fue mucho más intenso, más caliente, y ahí la recuperación posiblemente sea más difícil que en otros sitios donde el incendio no fue tan fuerte y el daño a los árboles no fue tan intenso. Todo esto habrá que valorarlo con detalle, hacer unas previsiones de cómo puede responder la vegetación y establecer una estrategia de restauración activa si fuese necesario.

También está el suelo, que puede resultar dañado en el futuro por la erosión.

Es un tema preocupante. Hay sitios donde las capas de ceniza tienen 25 ó 30 centímetros de altura y si se produce una lluvia de forma torrencial, sin precipitaciones previas que hagan que rebote la hierba y que forme una capa protectora durante los primeros meses, se lo puede llevar, tendríamos una pérdida ya irreversible porque se nos iría el suelo y eso es lo que soporta la vegetación.

¿Qué se puede hacer para que esto no ocurra?

Habrá que verlo, pero no está en nuestras manos, pero si la naturaleza ayuda mucho mejor. A veces en zonas tan extensas es difícil remediar el daño y evitar la erosión si no acompañan unas condiciones meteorológicas adecuadas.

¿Cuánto tendremos que esperar para volver a tener el mismo verde que existía hasta la semana pasada en las zonas afectadas?

Es variable según la situación en la que se encontrase. Hay algunas zonas ya más antiguas de 40 ó 50 años y otras más recientes de 15 ó 10 años, por lo que ese tiempo se ha perdido. Hemos vuelto atrás. El incendio se ha producido en una zona que desde el punto de vista biológico es la menos valiosa del parque nacional, porque casi todas ellas habían sido afectadas por plantaciones de coníferas y pinos, en los años 60 del siglo pasado. Cuando fue creado el parque nacional se empezó a desarrollar un programa de restauración, uno de los programas de conservación más importantes que se pueden visualizar en todo el ámbito del estado, porque son 30 años de trabajo continuado y donde se hizo una gran labor de recuperación. Hay que pensar que esto que estaba aquí era hace varias décadas un bosque de pinares y ya se había convertido en monte verde. Pudo evolucionar gracias a ese esfuerzo presupuestario, de trabajo, de estudio, de evaluación, que había dado como resultado que las cumbres de La Gomera estuvieran vestidas otra vez de laurisilva, y esta evolución tan favorable que estábamos teniendo se ha interrumpido. Yo siempre digo que si hubiesen pasado otros 30 años más este bosque se habría desarrollado y sería mucho menos inflamable de lo que ha sido durante los últimos cuatro días, por lo que hemos retrocedido de forma irreversible muchos años atrás.

¿Se han perdido 30 años de trabajo?

Espero que no se hayan perdido totalmente, porque se han eliminado las coníferas. Espero que en algunas zonas haya capacidad de recuperación natural, pero claro, ya es volver a partir casi de cero.

En cuanto a fauna, ¿que especies han resultado afectadas?

Uno ya puede ver por ahí animales que no encuentran su sitio, están desolados como nosotros porque se han quedado sin comida ni refugio. De todas formas, al igual que comparativamente con el resto del parque nacional esto no es el hábitat de las palomas, que visitan ocasionalmente estos sitios pero no son sus refugios porque el bosque no tenía el desarrollo suficiente para ser el hábitat idóneo, por lo que no han resultado muy dañadas, pero sí otras como por ejemplo la chocha perdiz o la gallinuela, cuyas mejores poblaciones de las Islas se encuentran en el Parque Nacional de Garajonay, han perdido bastante hábitat porque sí se encuentran en estos bosques jóvenes.

Antes le comentaba al vicepresidente del Gobierno de Canarias, José Miguel Pérez, durante su visita, que éste ha sido uno de los peores incendios que ha sufrido el Archipiélago durante las dos últimas décadas.

Sí. El incendio no sé si es el peor incendio de los últimos años, porque no quiero comparar, pero sin duda sí que es de los más graves por la vegetación que ha dañado. El resto de fuegos en las Islas se han desarrollado muchos en zonas de pinares con grandes perímetros, pero un incendio en zonas de laurisilva tan extenso no lo ha habido en La Gomera ni en toda Canarias, es decir, que es uno de los incendios más graves conocidos de las últimas décadas.

Usted estaba de vacaciones cuando se inició el incendio. En el momento en el que se lo comunican, ¿cómo reacciona?

Estaba fuera del Archipiélago y me llaman para decirme que hay un incendio en La Gomera. Al enterarme, enseguida fui al primer aeropuerto, que estaba a varias horas, y volé primero a Tenerife y después a La Gomera, a donde llegué el lunes por la mañana.

¿Cómo se le queda el cuerpo cuando llega a La Gomera y ve el fuego?

Lo pasé mucho peor cuando estaba fuera, porque no podía dormir, estaba pensando qué estaba afectado y al final todo lo que me vino a la cabeza fue lo que ocurrió. Este incendio es algo que de alguna forma nosotros sabíamos que podía ocurrir, porque es un monte joven, que todavía no tiene desarrollo y es fácil que se queme, y eso lo habíamos hablado muchas veces. Incluso, antes de irme de vacaciones lo comenté con mis compañeros porque veíamos que el año había sido muy malo, estaba todo sequísimo cuando por esta época suele estar todo verde. Además, apenas ha llovido la quinta parte de un año normal y ha sido casi como estar en un desierto, aunque por suerte hemos tenido la bruma que ha podido aguantar la vegetación. Y ya después está esta fatalidad de los incendiarios que han estado una y otra vez repitiéndolo, intentándolo hasta que finalmente lo han conseguido, se han salido con la suya.

Parece que lo tenían todo organizado.

No sé si organizado, esos detalles no los conozco, pero evidentemente ha habido muchos intentos desde hace varios meses y ya se habían registrado incendios importantes en la zona de Las Hayas y Arure. Pero estaba claro que en cualquier momento lo podían conseguir y es muy lamentable que haya sucedido y que a esta gente no se la haya podido detener o tener controlada, aunque también es muy difícil controlar un territorio tan extenso y evitarlo.

¿Pero en el caso de este incendio cree que se podría haber evitado?

La gente enferma y con instintos criminales está ahí presente y eso es algo que la sociedad tiene que tratar de evitar, pero entiendo que no ha sido por situaciones de venganza hacia el parque ni por intereses económicos, esto ha sido una locura de una o varias personas. Me resulta muy difícil meterme en la cabeza que alguien sea capaz de hacer esto. Creo que nadie en la sociedad gomera ni en ningún lado puede justificar lo que ha ocurrido, es algo incomprensible. Sobre si se podía haber evitado, hay cosas que se pueden evitar, pero este incendio se ha producido por un acto criminal, sin más, de alguien que está trastornado.

¿Ha fallado algo en los trabajos de extinción?

Toda extinción es algo tan dramático que siempre hay fallos, por supuesto, pero yo en eso no voy a entrar. Creo que la gente ha hecho lo que ha podido. Esto es tan aleatorio, tan difícil, que cuando los incendios son tan intensos yo creo que se ha hecho de la mejor manera posible, con la mejor fe, trabajando de una forma muy profesional. La gente ha cumplido con su deber y ha dedicado todo su esfuerzo para luchar contra el fuego. Su actitud ha sido impecable.

En La Gomera todos los vecinos recuerdan el incendio de 1984, en el que murieron 20 personas. ¿Éste ha sido más grave en materia de vegetación?

El del 84 fue un incendio terrible desde el punto de vista humano y eso ha dejado una huella en la Isla muy dolorosa. En este afortunadamente no ha habido víctimas, pero hay caseríos como el de Igualero en los que vivir allí va a ser muy duro durante los próximos años para sus vecinos por todos los animales que se les han muerto, los enseres que se les han quemado... por ello va a ser muy duro. Pero la huella más duradera es la del monte, y es más grave porque es más extensa. En aquella ocasión las llamas calcinaron en torno a dos terceras partes de lo que se ha quemado en esta ocasión.

¿Qué supone para usted perder más de trescientas hectáreas de un parque del cual ha sido director durante los últimos 26 años?

Ayer durante una entrevista en una radio hubo un momento en el que se me quebró la voz, y a veces cuando lo pienso me emociono, porque es tanta la ilusión de tanta gente que hemos trabajado aquí, que hemos echado nuestra juventud en este monte, que es duro, muy duro, ver cómo ha quedado, es muy doloroso, casi como si se muriera un familiar. Estoy triste, muy triste, porque piensas en toda la gente que está trabajando aquí con nosotros... He visto a gente llorando porque realmente está muy fastidiada.