En plena noche los sacaron de sus viviendas o de los apartamentos en los que estaban pasando sus vacaciones y los metieron en un barco. Son los vecinos y turistas que se encontraban en Valle Gran Rey cuando las llamas comenzaron a bajar por el barranco. De los 3.000 desalojados, poco más de 900 decidieron introducirse en los dos barcos fletados por el Gobierno de Canarias y pusieron rumbo a San Sebastián de La Gomera, donde la gran mayoría siguieron su viaje de vuelta a casa. Otros acudieron a la residencia escolar de la capital gomera o a casa de familiares en la isla colombina. "Hemos sentido algo de miedo", apuntaba Marcos Rodríguez, un vecino de la localidad tinerfeña de Tegueste que decidió regresar a su isla con sus dos hijos de seis y cuatro años.

El primero de los barcos con los desalojados en llegar al puerto de San Sebastián fue el Benchijigua Express, de Fred Olsen, que atracó sobre las cinco de la madrugada. Lo hacía con 629 personas, nueve de ellas con movilidad reducida y otras dos con diversas enfermedades. Una de las primeras en salir fue una mujer vecina de Valle Gran Rey que indicaba que lo había perdido "todo". "Donde yo vivo la casita se quemó todo, es una auténtica desgracia", apuntaba la mujer que estaba acompañada por su nieta y que tuvo que ser atendida debido a su delicado estado de salud por uno de los más de veinte sanitarios que acudieron al muelle para ofrecer los cuidados a las personas que lo necesitaran.

Entre los evacuados se hallaban numerosos tinerfeños que pasaban allí sus vacaciones. "Todos los años venimos a la isla colombina y en esta ocasión como siempre llegamos bien a Valle Gran Rey", aunque durante los últimos días "empezamos a preocuparnos", alegaba María Teresa Delgado, vecina de Santa Cruz de Tenerife. Para ella, lo peor de su estancia en la localidad gomera "era el calor, era tremendo, y con el incendio también había mucho humo". "Ayer [el sábado] por la noche fue horroroso y hoy [domingo] fue el acabose porque el fuego estaba bajando por el barranco, nos pusieron a todos en la playa y nos dijeron que tuviéramos paciencia", añade Delgado, quién salió dejando el coche allí, por lo que tendrá que regresar cuando el incendio se dé por apagado. "Pasé un susto tremendo, fue como un sueño, que lo ves en otro sitio y no te esperas nunca que te pueda pasar a ti; uno ni se lo cree", finaliza.

Alberto Hernández también es vecino de Tenerife, concretamente de Candelaria. Al igual que muchos de sus paisanos había viajado hasta Valle Gran Rey para pasar unos días de descanso. El domingo tenía previsto regresar a casa, pero se encontró con la carretera cortada, por lo que prolongó un día más su estancia junto a su hijo de 17 años y sus sobrinos de 12 y 9. "Cuando me dijeron que tenía que ir para el muelle, la Guardia Civil nos comentó que el fuego estaba descontrolado y que temían que alcanzara la gasolinera de allí", comentaba Hernández.

Sobre las situaciones que se vivieron en la evacuación, Hernández detallaba que "la gente salió despavorida porque empezaron a salir personas gritando que todo el mundo tenía que ir al muelle; toda la avenida se llenó de coches tocando la pita". Incluso, "la misma recepcionista del hotel en el que estábamos llamaba a su familia diciéndoles que tenían que salir, porque había gente que se querían quedar en sus casas". Las imágenes que retuvo en la retina Alberto Hernández eran las de unas "llamaradas muy fuerte, era un incendio muy potente, el cielo estaba negro y rojo y la ceniza parecía lluvia".

En el caso de Iris Pérez y David García, una joven pareja de la capital tinerfeña, decidieron abandonar Valle Gran Rey después de ver una gran sombra roja detrás de la montaña. "Estábamos de vacaciones; en mi caso era la primera vez que venía a La Gomera e íbamos a estar tres días, pero ayer [domingo] cuando nos preparábamos para cenar sobre las diez de la noche vinieron a desalojarnos" del apartamentos de La Caleta donde se hospedaban, indicaba Iris Pérez, quién esperaba en la terminal del puerto de San Sebastián junto a su perro chow-chow Sansón mientras su novio compraba los billetes para embarcarse a Los Cristianos. "Estuvimos un poco agobiado porque no sabíamos dónde estaba el fuego". Para ella las vacaciones finalizaron y le queda la pena de visitar poca isla. "El sábado queríamos ver toda la Isla pero ya estaban las carreteras cortadas", decía.

Cuando el día iba aclarando con los primeros rayos de luz, el barco de Naviera Armas hizo presencia en el puerto de la capital gomera. En su interior viajaban unos 90 coches y 281 personas. Entre ellas estaba Nayra Díaz, vecina de La Laguna, que explicaba que lo vivido en Valle Gran Rey durante la noche del domingo y la madrugada del lunes fue "una histeria colectiva". "No teníamos ni idea de lo que estaba pasando, la gente pensaba que el incendio iba a entrar en el pueblo y empezó a correr muy nerviosa", agregaba Díaz, quien aportaba que estuvieron desinformados durante mucho tiempo. "Los primeros en decirnos que teníamos que evacuar el pueblo fueron los propios vecinos, no la policía".

Entre los innumerables turistas, en los que también había ciudadanos alemanes, holandeses y suizos, entre otras nacionalidades, también se encontraban los vecinos de Valle Gran Rey. Entre ellos estaba Ana María Negrín, quién resaltaba que tuvo que salir corriendo con un bebé de 15 meses, su hija de 10 años y su madre enferma. Negrín recordaba que "cuando llegué al muelle y no estaban los barcos fletados para evacuarnos me dio una crisis de ansiedad", por lo que tuvo que ser atendida por los sanitarios a su llegada al puerto.

Como ella, unas 200 personas fueron trasladadas a la residencia de estudiantes de San Sebastián de La Gomera, algunas con enfermedades y otras con dificultades para andar. El director del Hospital Nuestra Señora de Guadalupe, José Manuel Maceda, informaba de que entre los evacuados "había una veintena de personas con incapacidad, una persona con un problema neurológico y otro renal", por lo que alguno de ellos tuvieron que ser trasladado al citado centro médico. Asimismo, otros de los evacuados sufrió un infarto por lo que tuvo que ser trasladado en un helicóptero.