A Ralf Krüger, un ciudadano alemán que lleva viviendo desde hace siete años en Valle Gran Rey, se le cayeron las lágrimas cuando vio cómo había quedado su casa de Los Descansados tras el paso del incendio. Nada quedó del chalé, que había sido construido con empeño por este hombre y un amigo con madera en su mayoría. "Ahora me tendré que ir a Suiza, porque hasta ahora estaba viviendo en un paraíso, pero ahora estoy en un infierno", afirma, mientras ataviado con unos guantes intenta recuperar alguna pertenencia que no haya sido calcinada por el voraz incendio que la noche del pasado domingo comenzó a correr barranco abajo y arrasó con 39 viviendas.

La tarde del pasado lunes Krüger pudo regresar a su casa para ver los desperfectos, aunque nunca creyó que lo fuera a perder todo. "No pensé que iba a estar tan mal", indica mientras camina por las tejas que se encuentran destrozadas en el suelo al venirse abajo el techo. "Cuando vi cómo quedó empecé a llorar", añade.

Natural de Dortmund, Ralf volvía a acudir este martes al que era su chalé hasta hace un par de días. Lo hizo acompañado por su amiga Mamta. Ella, con un sacho en su mano, y él, con una garrafa de agua, se ponían manos a la obra para rescatar recuerdos, figuras de cerámica o cualquier objeto que quedara de entre las ruinas de la vivienda.

Mamta comenta que al igual que Ralf "nunca pensé que podría estar tan mal; tenía la esperanza de que podríamos encontrar algo, porque otras casas han sobrevivido al incendio, pero esta ha quedado destruida por completa", dice, y agrega que el inmueble estaba construido en gran parte de madera, como la mayoría de los inmuebles de alemanes que reside o pasan sus vacaciones en Valle Gran Rey, "y por lo que se ve no es una buena idea hacerlas así en esta zona", comenta.

"Es increíble, no ha quedado nada, el sofá, la cama... era una casa muy bonita", resalta Ralf, quien va de habitación en habitación viendo cómo, por ejemplo, del baño sólo quedan los grifos y la bañera, en cuyo interior hay escombros, y confirmando que del resto de dependencias no se puede recuperar nada. La cocina también quedó derruida. Una estructura de metal doblado recuerda lo que era hasta el domingo una nevera. Al lado, la lavadora fue engullida por las llamas. La terraza por la que veía todo el valle simplemente desapareció. El único objeto que aguantó con entereza fue una pequeña chimenea situada en una esquina del antiguo salón y que aún mantenía su figura.

Para Ralf Krüger la única solución ahora mismo es cambiar de ambiente e irse a Suiza. "No sé lo que voy a hacer, me voy de la Isla a Suiza porque no tengo dinero, no tengo casa y las vistas que hay ahora en el valle... estaba en un paraíso, pero ahora estoy en un infierno", repite este alemán enamorado de una Isla a la que acuden al año miles de compatriotas suyos y muchos como él se quedan finalmente a vivir. Muchos deciden construir sus residencias con madera traída de su propio país, y fue eso lo que convirtió a estos inmuebles en un blanco perfecto para el fuego, que precisamente calcinó muchas viviendas de alemanes.

Ahora, según Krüger, quién trabaja haciendo masajes a turistas en Valle Gran Rey, "habrá uno, dos o tres años en el que se notará una bajada del turismo" por el incendio, "aunque si consiguen salvar el resto del Parque Nacional de Garajonay puede que sigan viniendo visitantes a La Gomera".

Lo único que le queda para salvar la vivienda son las ayudas por parte de las instituciones, porque además carecía de seguro. Por ello, ayer preguntaba si se podía acceder a subvenciones del Cabildo o el Ayuntamiento para así seguir residiendo en este ya antiguo paraíso.