Namibia, vecina del 3o D, no dejaba de repetirlo ayer frente a la casa quemada de Tomás: "Mira que dije que no llegaríamos a final de año sin una desgracia, mira que lo dije... ¡Ahora ya no abro la boca más!" Los vecinos del inmueble, a su lado, recordaban que esta no era la primera vez que Tomás intentaba incendiar su casa con él dentro.

"Sin ir más lejos, el miércoles los bomberos fueron a la casa porque no dejaba de salir humo. Al parecer, se dejó una tortilla francesa al fuego y se olvidó de ella", contaba uno de ellos.

Sin embargo, lo que él explicaba al día siguiente no concordaba con la historia de la cocina. "En la asociación", afirma Rafael, otro inquilino del inmueble afectado, "no dejaba de decir: 'Lo que hice ayer lo volveré a hacer de nuevo".

Rosalía, a su lado, confirmaba sus palabras. "Él había avisado muchas veces que se iba a quitar de en medio quemando la casa... A mí me lo dijo más de una vez y yo le contesté diciéndole que no lo hiciera, que éramos vecinos y que tenía un niño pequeño. Él me dijo: 'Bueno, cuando lo vaya a hacer te aviso un poco antes para que puedas escapar con él".

Sea cual sea el origen del fuego, el salón de la casa de Tomás quedó "completamente destrozado" y el resto de habitaciones "muy afectadas", valoraron miembros que participaron en el operativo.

Su hermana, que acudió a ver la casa y no pudo por estar precintada, reconocía a los vecinos que el estado de Tomás "era muy grave". Los médicos de la Unidad de Medicina Intensiva (UMI) le habían dicho que tenía "los brazos, la cara y el pecho completamente quemados".

Para los inquilinos, el trabajo de los bomberos fue "espectacular". Gracias a ellos, "salvaron a Tomás y a nosotros de algo peor... Podía haber ocurrido una desgracia".