Francisco Javier Vega Mendoza, conocido por sus amigos como Javi y por sus compañeros en la Infantería de Marina como Vega, vivía un momento dulce de su vida. Disfrutaba con el trabajo, había sido tío hacía apenas cuatro meses y durante los fines de semana solía hacer una de las actividades que más le apasionaban: subirse a su Suzuki GSK-R 600 para recorrer las carreteras de la Isla. Sobre su moto, que tanto mimaba, fue como perdió la vida el pasado sábado por una mala caída cuando circulaba cerca de la Cruz de Tejeda.

"Javi era un ángel del cielo que vivía en la tierra; ayudaba a todo el mundo, era una persona que se dejaba querer, que tenía una sonrisa preciosa, guapísimo... era muy buena gente". Así describía ayer Sandra Mendoza a su sobrino Javi, quien durante sus 31 años de vida residió en el barrio galdense de La Enconada, cuyas calles vivían ayer en silencio la muerte de este vecino.

Javi tenía dos debilidades. De una de ellas sólo pudo disfrutar durante los últimos cuatro meses. Se llama Derek, hijo de Dani, el mayor de sus cuatro hermanos. Era el primer sobrino que tenía, aunque él lo quería como si fuera su propio hijo. "Era sus ojos", decía Ana, una de sus primas. "Estaba loco con el niño", añadía Ana Mendoza.

Su otra pasión era su moto, una Suzuki que trataba como una joya. Durante la semana había hablado con un compañero para hacer una excursión el sábado por el centro de la Isla. Quería estrenar un mono que se había comprado recientemente. A primera de la mañana ambos salieron con sus respectivas motos desde Gáldar en dirección a la Cumbre. A mitad de camino pararon e incluso se hicieron algunas fotos. La desgracia llegó poco antes de llegar a la Cruz de Tejeda desde los Pinos de Gáldar. "Fue una caída tonta", explicaba su tía. "Ni a él ni a la moto les pasó nada", agregaba. Fue al caer al suelo cuando se desnucó y nada se pudo hacer por su vida, a pesar de los empeños de su amigo y del médico del centro de salud de Tejeda por reanimarlo.

Sus compañeros en la Infantería de Marina aún no asimilan el golpe. En el cuerpo militar, Francisco Javier Mendoza, que llevaba enrolado al mismo desde hacía cuatro años, se encargaba de instruir a los nuevos militantes para conseguir el carné de conducir de camiones.

Ayer, estos compañeros y amigos, acudieron al tanatorio de San Isidro para estar junto a los familiares de Vega, como ellos lo llamaban.

Su familia agradecía en voz de Sandra Mendoza las numerosas muestras de cariño recibidas por el fallecimiento de Francisco Javier, quien "nunca puso una mala cara, ni un mal gesto, siempre estaba dispuesto a todo", como señalaba su tía.

A las cuatro de la tarde de hoy tendrá lugar su entierro en el cementerio de San Isidro. Allí estarán sus amigos moteros y también sus compañeros, quienes con el traje de gala darán el últimos adiós a una persona que ha dejado un profundo vacío a aquellos que tuvieron la oportunidad de conocerlo.