Un chófer de la compañía de transportes Gran Canaria Bus falleció ayer mientras llevaba a 34 turistas al sur de la Isla. Serafín Morón Villar, de 58 años, sufrió un infarto en el kilómetro 43 de la GC-1, a la altura de El Veril, en el municipio de San Bartolomé de Tirajana, pero tuvo la entereza de evitar un accidente al estacionar en el arcén y parar el motor sin poner en peligro la vida de los pasajeros.

"Sintió un dolor en el pecho y paró. Gracias a que le dio tiempo", explicó un compañero de trabajo de Serafín Morón horas después del incidente, todavía afectado por la pérdida e impresionado por la manera en la que se produjo la muerte del conductor, con más de 20 años de servicio para la empresa Gran Canaria Bus, con sede en la capital grancanaria.

Los hechos ocurrieron sobre las 14.18 horas, a la altura de El Veril, en el tramo conocido como Morro Besudo. Allí, en dirección Sur, Serafín Morón se arrimó a la derecha como pudo. Media hora antes había recogido a los turistas en el Aeropuerto de Gran Canaria. Uno de ellos, según fuentes de la empresa, era médico y le practicó maniobras de reanimación, pero esos esfuerzos y los del personal del Servicio de Urgencias Canario (SUC) resultaron infructuosos, pues el chófer entró en parada cardiorrespiratoria y falleció en la carretera pese a la asistencia recibida, según confirmó el Centro Coordinador de Emergencias y Seguridad del Gobierno de Canarias (Cecoes-112). El servicio de emergencias movilizó una ambulancia y a uno de los médicos que estaba de guardia en el centro de Salud de Maspalomas.

También intervino la Guardia Civil, que se hizo cargo de la situación, aunque la investigación la llevará el Cuerpo Nacional de Policía (CNP) en coordinación con el juzgado de guardia de San Bartolomé de Tirajana. La autopsia, que la hará el Instituto de Medicina Legal de Las Palmas, determinará la causa exacta del fallecimiento, aunque los primeros datos apuntan a un fallo del corazón.

Casado y con hijas

Serafín Morón Villar, de 58 años, estaba casado y tenía dos hijas. Vivía en la capital grancanaria, donde llevaba más de dos décadas trabajando para Gran Canaria Bus, una de las compañías especializada en el transportes de turistas en la Isla. El servicio de ayer no lo pudo completar debido a esa repentina indisposición que le sorprendió al volante. Sus compañeros se han quedado sin palabras, entre conmocionados por su muerte y sorprendidos por las circunstancias en las que ocurrió el incidente, pues 34 de las 60 plazas de la guagua estaban ocupadas y pudo ocurrir una desgracia.

Gran Canaria Bus desplazó luego a otro chófer para llevar a los turistas hasta Mogán, que era su destino final. El propietario de la compañía, Francisco Pérez, elogió la profesionalidad y la corrección con la que actuó su empleado.