Eloy Palacio Alonso, vecino de Pola de Siero de 56 años, no trabajaba ayer. Tenía descanso y estaba en el gimnasio. Pero fue el primero en acudir cuando su jefe le reclamó como refuerzo en el incendio de la calle Uría. Bombero en Oviedo desde 1992, falleció atrapado al desplomarse el edificio. Hacía labores de enfriado y desescombro en la tercera planta junto a Juan Carlos Fernández Granda, de 35 años, que resultó herido y se recupera de múltiples contusiones y una rotura de fémur en el hospital. El fallecido estaba casado y tenía dos hijos.

El Ayuntamiento de Oviedo ha aprobado esta mañana conceder a Eloy Palacio la medalla de oro de la ciudad a título póstumo. "Es un día negro para la ciudad", dijo el alcalde, Wenceslao López, que leyó un manifiesto de condolencias consensuado por todos los grupos políticos con representación municipal.

Aficionado a las motos, Eloy Palacio solía ir al trabajo en la suya. Ayer llovía y decidió desplazarse en coche, que aún está aparcado en el parque de bomberos del Rubín. Sus compañeros apartan la vista cada vez que lo ven allí y alguno no puede contener las lágrimas. "Están hundidos, todos juntos en una habitación haciendo piña. Es muy duro perder a un compañero", aseguraba ayer un mando del cuerpo. A Eloy le describen como un hombre afable, de sonrisa amplia y siempre dispuesto a ayudar. "La imagen que nos queda de Eloy es la de una persona siempre al pie del cañón, buscando un servicio mejor, cerca de los compañeros. Era un buen bombero, un buen profesional", aseguraba ayer uno de sus compañeros de turno, Miguel Ordóñez. "Es un palo. Esta profesión es la que es, no es la de músico, pero en ese incendio no tenía que morir nadie", lamenta. Eloy Palacio fue militante de la Corriente Sindical de Izquierda y estuvo detrás de las pancartas durante las movilizaciones de los bomberos en la época de Agustín de Luis. Ahora, con 56 años, una edad en sintonía con la media de edad del cuerpo de bomberos de Oviedo (que ronda los 50), vivía su profesión de forma más relajada.

Justo lo contrario que su compañero herido, Juan Carlos Fernández, "Cuni", de 35 años, que trajo aire fresco al cuerpo. Padre de un niño de poco más de un año, fue conductor de ambulancias y bombero en Pontevedra antes de ingresar en el Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento de Oviedo (SEIS) hace sólo unos años, con la última promoción. Este año, junto a otro compañero de la nueva hornada, propusieron a la jefatura dar una vuelta a la fiesta del patrón de los bomberos, San Juan de Dios. Sacaron toda la flota del cuartel a las calles de Oviedo y montaron un parque con simulacros en la Catedral. Quería que los ovetenses, sobre todo los niños, conocieran el trabajo de los bomberos. "Físicamente está bien, se recuperará, pero está muy tocado psicológicamente", explicó ayer un compañero que le visitó en la habitación del hospital, donde se recupera.