El centenar de pequeños seísmos que se registraron este domingo en Tenerife en apenas doce horas presentan características que sugieren que no están asociados actividad volcánica alguna, sino que tienen un origen tectónico, según datos recabados por el Instituto Geográfico Nacional (IGN).

Las estaciones sísmicas de Canarias detectaron ayer unos 96 seísmos de magnitud inferior a 1 en la escala de Richter -la cifra es provisional, porque aún se están revisando todos los datos recogidos durante la jornada-, con epicentro en el entorno del Teide y prácticamente alineados en dirección noreste-suroeste desde el Parque Nacional hasta el municipio de Adeje, en la costa.

"La forma de onda que tienen, sus características... son propias de terremotos tectónicos. Si hubieran estado asociados a vulcanismo, tendrían otro aspecto. Se habrían producido movimientos de fluidos y gases y las gráficas tendrían otro aspecto. Estos son de aspecto tectónico y origen natural", ha explicado a Efe el director de la Red Sísmica Nacional, Emilio Carreño, que subraya que esta serie de pequeños movimientos en Tenerife "no preocupa en exceso".

El director de este departamento de vigilancia sísmica, perteneciente al IGN, reconoce que, inicialmente, llegaron a pensar que los microseísmos los habría provocado algún tipo de actividad humana en el entorno de Tenerife, bien en tierra o en el mar, por lo seguido que se produjeron y por su baja intensidad.

Sin embargo, han comprobado que se trata de una serie de seísmos tectónicos de baja intensidad, que comenzó sobre las 6.00 de la mañana del domingo y terminó, de repente, doce horas más tarde.

Carreño explica que esta sucesión de microterremotos no les preocupa, por el momento, porque en el IGN están acostumbrados a registrar series con centenares de ellos en la Península Ibérica.

Sí reconoce que en el lugar donde se localizan los epicentros no tenían constancia de este tipo de actividad con anterioridad, pero tampoco le da importancia, porque considera que puede deberse a falta de datos, dado que se trata de movimientos imperceptibles para los ciudadanos, que solo aprecian los sismógrafos.

"Puede ser hasta lógico, porque si se hubiera producido otra serie como esta hace 30 o 40 años en esa zona de Tenerife, hubiera pasado desapercibida, ya que no entonces no teníamos instrumentos para detectarla", añade.

En cuanto a las profundidades de los focos, que oscilan entre ocho y 15 kilómetros en la mayoría de los casos, pero en otros llegan solo a 1 o 2, Carreño precisa que en este tipo de movimientos tan poco intensos, las estimaciones de profundidad resultan muy difíciles de hacer y pueden incurrir en errores.