La muerte de Javier, el portero del edificio situado en el número 45 de la calle Mas de Gaminde de Las Palmas de Gran Canaria, se produjo de forma accidental. Esa es la principal hipótesis con la que trabaja el equipo de homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Canarias tras analizar las cámaras de seguridad en las que se aprecia cómo el conserje entró solo a la sala donde se ubican los depósitos.

El suceso ocurrió la tarde del pasado viernes cuando la familia del encargado de mantenimiento de la comunidad de vecinos no llegaba a su vivienda. Sus familiares fueron los que dieron la voz de alarma. En el edifico, los vecinos comenzaron a buscarlo por todos los rincones, llegando incluso a mirar en un primer momento en el aljibe. Sin embargo, no fue hasta que realizaron una segunda inspección con una linterna cuando descubrieron el cadáver de Javier, según indicaron los propios residentes.

La autopsia realizada el pasado sábado por la mañana en el Instituto de Medicina Legal de Las Palmas de Gran Canaria apuntaba a una muerte accidental. Así, el portero pudo sufrir algún tipo de síncope cuando se encontraba cerca de la entrada al aljibe y se precipitara en el interior cuando iba a llenar los tanques para que los residentes tuvieran agua durante todo el fin de semana, según indicaron fuentes cercanas a la investigación que la Policía Nacional abrió por el fallecimiento.

Su muerte ha provocado un profundo pesar entre los vecinos de esta finca. Durante el fin de semana, quienes conocieron a Javier destacaron su buen hacer durante los quince años que trabajó para esta comunidad de vecinos. “Era mis pies y mis manos”, aseguró el pasado viernes una de las inquilinas, quien se mostró sensiblemente afectada por lo que había ocurrido apenas unas horas antes. “Era buena gente”, declaró el sábado otro residente Era buena gentede un edificio golpeado por el trágico suceso.