El asesinato de Antonio Navarro Cerdán, el ingeniero civil de 36 años muerto a traición en el garaje donde aparcaba su coche, en la calle Calamocha de Valencia el pasado 16 de agosto, ya tiene presuntos responsables: su esposa, la enfermera María Jesús M. C., de 27 años, y un compañero de trabajo de ella, el auxiliar de enfermería Salvador M. L., de 47, con quien al parecer mantenía una relación sentimental que ambos niegan.

Según informó ayer la Policía Nacional, el autor material del crimen habría sido Salvador, mientras que la mujer de la víctima está considerada como coautora. El hombre no sólo ha confesado el homicidio, sino que ha exculpado por completo a María Jesús, que en este momento desarrollaba labores de supervisión en el hospital privado donde ambos trabajaban. Los dos ingresaron anoche en prisión por orden del juez de Instrucción número 14 de Valencia.

Desde los primeros momentos, los investigadores del grupo de Homicidios de la Policía Nacional de Valencia descartaron el robo por las circunstancias en que ocurrieron los hechos. El primer detalle que alejaba la idea del ladrón ocasional era el número de cuchilladas y el arma empleada. Antonio, natural de Novelda, recibió ocho heridas profundas en el tórax, varias de ellas en el corazón, asestadas con un cuchillo cebollero.

Ataque por sorpresa

El ataque fue sorpresivo y fulgurante. A Antonio, que se iba a trabajar aquella mañana, le estaban esperando, por tanto conocían sus horarios y no era un encuentro casual con un ladrón de coches, cuyo perfil habitual tampoco encaja con el de alguien que despliegue esa violencia. A ello se le une que el autor no robó nada, ni siquiera del interior del coche estacionado cerca del de la víctima y cuyo cristal rompió el presunto homicida para simular precisamente lo que menos aparentaba: un robo.

Durante la inspección ocular realizada por la Policía Científica en el parquin subterráneo del número 14 de la calle Calamocha, en el barrio de Patraix y muy cerca de la Comandancia de la Guardia Civil, los agentes aislaron muestras de sangre que no pertenecía a la víctima. Conclusión: el autor también había resultado herido.

A partir de ahí, la policía rastreó los hospitales y centros de salud, sin resultado. Pero la sangre serviría para cotejarla con el ADN de los futuros candidatos. Desde el primer momento, el grupo de Homicidios sospechó de María Jesús.

Tras entrevistarse con su entorno y con el de la víctima, averiguaron que ella llevaba tiempo deseando romper su relación con Antonio, incluso antes de su boda, celebrada en septiembre de 2016, pero no se había atrevido a dar el paso por la presión de su familia, profundamente católica. La relación se fue deteriorando cada vez más, mientras crecía la amistad con Salvador. Tras llegar a la conclusión, a partir de las evidencias, de que se trataba de un crimen con componentes pasionales, los investigadores se centraron en la autoría. Desde el principio se sospechó de Salvador, sin descartar la participación de un posible sicario. Pero el análisis de la sangre terminó decantando la balanza contra el enfermero.

Durante estos cinco meses, la policía se ha centrado en probar la relación entre María Jesús y Salvador, y en reconstruir sus pasos el día del crimen y en los días anteriores, incluidas las comunicaciones de ambos. Una vez recibidos los resultados de todas esas gestiones, el pasado miércoles por la mañana, agentes de Homicidios detuvieron a la mujer en Valencia, y al hombre en Manises, donde residía. Los dos pasaron a disposición judicial ayer por la tarde. Tras prestar declaración, el juez acordó el ingreso en prisión provisional de ambos.