Cuando Airam Ferrera volvía anoche a su casa después de comprar vio cómo salían llamaradas de la ventana situada junto a su vivienda. Su reacción fue subir rápidamente a su domicilio de la tercera planta para que su mujer y sus dos hijos, de 4 meses y 5 años, salieran de inmediato. En ese momento, el bombero del Consorcio José Francisco Naranjo, junto a Booz García y otro vecino rescataban a José, el inquilino del 3ºD del edificio situado en el número 59 de la avenida Mesa y López, denominado como Madera y Corcho.

En el interior de este domicilio se había iniciado un fuego al estallar una botella de alcohol que el principal afectado portaba en sus manos y que provocó el desalojo de un centenar de personas debido al intenso humo generado. El único ocupante del piso donde se produjo el fuego, un hombre de 62 años, tuvo que ser evacuado al Hospital Doctor Negrín con quemaduras de segundo y tercer grado, mientras que al menos otras dos personas fueron trasladadas a los centros de salud de Guanarteme y Canalejas con intoxicación de humo y crisis de ansiedad de carácter leve.

En unos mensajes de Whatsapp, la mujer de Ferrera (3ºA) ya le había advertido pocos minutos antes de que el vecino estaba dando "taponazos". El presidente de la comunidad se alarmó al comprobar que en el piso de al lado había un fuerte incendio. Eran las diez de la noche y la intensa humareda que salía de una de las habitaciones movilizó a todos los vecinos de este inmueble de 17 alturas y 64 viviendas, quienes buscaron la manera de salir cuanto antes.

Booz (3ºB) ya estaba durmiendo para levantarse a las cuatro de la madrugada para irse a trabajar cuando su mujer le despertó alarmada. Cuando abrió la puerta se topó con una gran columna de humo. "Ya llegaba al suelo", decía anoche en la calle esperando para volver a su hogar. Cuando salió se topó con otro vecino y con el bombero del Consorcio, que unos instantes antes paseaba tranquilamente junto a su familia. "Oí un estallido y miré para el piso y vi que había humo en la ventana", contaba Naranjo. Dijo a su mujer y a su hija que se quedaran fuera y entró al inmueble.

Lo primero que hizo fue avisar a los vecinos de los pisos bajos que salieran y a los que residían por encima del tercero que se mantuvieran en sus casas. Después entró en el piso donde se habían producido las llamas. De una patada abrió la puerta. "Ya había bastante humo y pegué varios gritos cuando me di la vuelta lo vi tirado en el suelo". Junto con otros dos vecinos, consiguieron sacarlo y meterlo en el domicilio de al lado ante la imposibilidad de trasladarlo a la calle.

El ocupante del piso aseguró que se le estalló una botella de alcohol en las manos

El afectado estaba inconsciente. "Estaba completamente negro", acertaba a decir Booz aún nervioso por lo sucedido. Presentaba importantes quemaduras en las manos, el pecho y la cara. "Le quitamos las cenizas que tenía en la boca que le impedían respirar, le limpiamos la cara con un paño húmedo y lo pusimos en posición de seguridad", señalaba Naranjo. José recobró la consciencia al poco tiempo mientras el bombero solicitaba a sus compañeros de la capital para que le llevaran oxígeno y una camilla nido para rescatarlo.

Los bomberos que se personaron en el lugar consiguieron controlar en cuestión de minutos. Asimismo, cuatro ambulancias y un vehículo de intervención rápida del Servicio de Urgencias Canario (SUC) se presentaron para atender a los afectados. Como indicó el responsable de Coordinación y Recursos del SUC, José Gutiérrez, el inquilino de la vivienda estaba semiconsciente y presentaba quemaduras de segundo y tercer grado, con heridas que en un primer momento se calificaron de menos grave a la espera de una valoración más profunda. Los sanitarios atendieron a dos personas por inhalación de humo y crisis de ansiedad.

Mientras tanto, en la avenida Mesa y López, en el tramo que comprende entre las calles Churruca y Daoiz que estuvo cortada al tráfico durante la intervención de los servicios de emergencia, se concentraban los vecinos que seguían las evoluciones de la extinción. Salieron con lo puesto y algunos cogieron enseres ante las dimensiones del incendio. Los pequeños Han Lin Xu y Tao Xu, de 8 y 6 años respectivamente, lo hicieron con dos inmensos peluches que prácticamente le igualaban en altura. Ambos estaban junto a sus padres en el piso 14 cuando ocurrió el suceso. "Había mucho humo", aseguró el primero, quien añadió que de inmediato bajaron corriendo para ponerse a salvo.

Airam Ferrera rememoraba que pocos instantes antes había subido hasta en dos ocasiones para tratar de avisar a sus vecinos. "Me reventé los pulmones y ya no podía más por el humo que había", declaraba con su gata en sus brazos. Y es que junto al centenar de personas que tuvieron que ser desalojadas también había decenas de mascotas que hasta aproximadamente las once de la noche no pudieron empezar a regresar a sus domicilios.

Por su parte, el bombero del Consorcio de Gran Canaria, quien restaba mérito a su labor, reconocía en cambio que sí que pudo aportar tranquilidad a lo que estaba sucediendo en los primeros instantes ya que los vecinos de las casas colindantes se mostraba visiblemente nervioso y sin saber muy bien cómo actuar. "Uno de ellos al principio no sabía si entrar o no". Fue en ese momento cuando Naranjo no dudó en pegar una patada a la puerta del 3ºD para rescatar al único inquilino. Después volvió a entrar para preguntar si había más personas dentro, pero ya le comentaron que José vivía solo por lo que se centró en atenderlo debido a su estado. Precisamente Naranjo fue uno de los dos bomberos del parque de Gáldar que el pasado 23 de mayo participaron en el rescate de un hombre que estaba en apuros en la costa de Agaete.

La Policía Nacional y la Policía Local también actuaron en el servicio para coordinar a efectivos y vecinos. Los primeros se encargarán de iniciar una investigación para determinar las causas del incendio, que, según el ocupante de la vivienda, se debió al explosionar una botella de alcohol.