Un disparo al aire por unos celos fue el detonante de la investigación. Era verano y un chico de 19 años había discutido con su novia. Su ocurrencia para llamar la atención fue coger la pistola que guardaba su padre en una casa del barrio capitalino de La Vega de San José y realizar varios tiros al aire. Los vecinos lo escucharon y llamaron a la Policía Nacional, que detuvo al joven e inició las pesquisas para tratar de determinar de donde había salido el arma. Ahora, casi un año después, se ha procedido a la desarticulación de una organización criminal que se encargaba de adquirir pistolas de fogueo que después modificaban para que pudieran hacer fuego real y venderlas. Cinco personas han sido detenidas en El Tablero (San Bartolomé de Tirajana) y Las Palmas de Gran Canaria.

Eran las nueve de la mañana del sábado 5 de agosto de 2017 cuando varios disparos alertaron a los residentes en la calle Córdoba de la capital grancanaria. Los agentes que se personaron en el lugar localizaron varios cartuchos del calibre 9 milímetros Parabellum en el suelo que habían sido detonados por un vecino de 19 años. Sin embargo, no encontraron el arma. Ante la declaración de varios testigos, los funcionarios procedieron primero a la detención del chico y además solicitaron al juez correspondiente una orden de registro de su domicilio, en cuyo interior se encontró la pistola con la que supuestamente se realizaron los tiros. El progenitor aseguró que el arma era suya, aunque alegó que se la había encontrado tirada en la calle sin ponerlo en conocimiento de las fuerzas de seguridad.

Esta versión no fue creíble para los policías, que entonces iniciaron una investigación para conocer el origen del revólver ya que se dio un segundo caso con el mismo patrón en la capital grancanaria lo que hizo levantar las alarmas ante la posibilidad de que existiera un mercado negro de armas de fuego en la Isla. Así, los agentes "descubrieron un entramado criminal que, con ánimo de lucro, adquirían armas detonadoras de 9 milímetros con munición de curso legal y las modificaban haciéndolas totalmente funcionales", informó ayer la Jefatura Superior de Policía de Canarias en un comunicado. Estas, una vez preparadas, eran vendidas de estraperlo.

La Policía Nacional señaló que tras meses de investigación, los encargados de las pesquisas elaboraron un organigrama cada vez más nutrido de la estructura del grupo criminal, "identificando jerarquías, roles y localizando a los compradores de las armas". El modus operandi consistía en que, para evitar ser detectados en los controles de armas, utilizaban a terceras personas para que adquirieran las pistolas de detonación en armerías de Gran Canaria y Tenerife. Una vez en su posesión, "tanto las armas como la munición eran manipuladas por uno de los integrantes de la organización, quien las transformaba en armas reales con capacidad de detonar proyectiles".

Otro de los miembros se encargaba posteriormente de ponerlas a la venta en el mercado negro, que buscaba potenciales compradores en todo el Archipiélago y realizaba las transacciones. Gracias a la investigación los agentes consiguieron evidencias de los procedimientos para la modificación de las armas, dónde eran ocultadas y los canales de distribución y venta, apunta el comunicado.

Ya con toda la información y una vez obtenida la orden judicial, los funcionarios del Grupo de Delitos Patrimoniales de la Brigada Provincial de Policía Judicial de Las Palmas realizaron tres registros en inmuebles de Las Palmas de Gran Canaria y en un cuarto en El Tablero, donde fueron localizadas e intervenidas dos armas detonadoras modificadas y preparadas para hacer fuego. Además, arrestaron a cuatro hombres, de 27, 38, 42 y 48 años, y una mujer, de 42, como presuntos integrantes de la organización criminal, así como uno de los compradores por un delito de tenencia ilícita de armas.