La Policía Nacional ha conseguido poner nombre y apellidos al misterioso hombre que apareció en las imágenes de diversas televisiones mientras evacuaba a una anciana, envuelta en sábanas, durante el incendio que afectó al Hospital Nuestra Señora de La Candelaria en la capital tinerfeña, el pasado día 13. Se trata de un guardia civil destinado en la Isla, cabo 1º, identificado como I. J. E. D.

El agente se encontraba ese día franco de servicio, acompañando a su esposa que tenía un familiar ingresado en la Unidad Médica Intensiva (UMI), que había sufrido un infarto y estaba ingresado en la planta cuarta del citado centro hospitalario.

A las 21:00 horas aproximadamente, sonó la alarma de incendios y el guardia civil y su acompañante junto con el público que se encontraba en su interior comenzaron a abandonar el lugar de forma precipitada.

El miembro de la Benemérita mientras se encontraba en el aparcamiento se aproximó a dos radiopatrullas de la Policía Nacional que acababan de llegar y se puso a disposición de los funcionarios. Cuando los tres hombres se disponían a acceder al centro hospitalario, desde el exterior los pacientes y personal sanitario gritaban que todavía quedaban en su interior muchas personas y que no podían abandonar el recinto, puesto que la puerta principal estaba afectada por las llamas y los ingresados al no poder respirar por el denso humo se aproximaban a las ventanas para tomar bocanadas de aire fresco.

El momento más tenso y por el que los agentes de la Policía Nacional han valorado la actuación del miembro de la Benemérita tuvo lugar cuando, "una persona que había logrado escapar de las llamas manifestó a estos que dentro aún quedaban varios pacientes que no podían moverse al estar rodeados por las llamas y el humo".

Los tres miembros de las Fuerzas del Orden no lo dudaron un momento y se adentraron a través del Servicio de Urgencias, desprovistos de cualquier medio de protección. "Los agentes caminaron uno junto al otro sin perderse de vista dada la intensidad del humo, debido a la alta combustión y gran cantidad de material inflamable. En un momento determinado, los funcionarios prácticamente han de caminar agachados, única forma de tener visibilidad.

Al final del pasillo, en un cuarto sin ventanas se encuentran dos pacientes en sus camas, los cuales no pueden moverse. En ese instante, el guardia civil I. E. D., cogió la sábana de la cama, metió al paciente dentro y mientras él lo portaba por la cabeza, el policía nacional lo trasladaba por los pies". Durante la evacuación tuvieron que llevar al paciente casi a rastras para evitar que inhalase el denso humo. El otro policía, junto con la dotación de un segundo radiopatrulla consiguieron evacuar al otro enfermo.

Los intervinientes comprobaron que en ese instante no quedaba nadie en su interior. Minutos después, el humo tóxico se apoderó de las dependencias.

Varios facultativos se acercaron a los actuantes y les rociaron el rostro con agua para minimizar los daños por el humo. En ese momento, una enfermera les hizo saber que en la zona femenina todavía había pacientes atrapados.

Los policías acompañados por el guardia civil treparon por una valla y comenzaron a romper ventanas hasta comprobar que no había nadie en el interior de los cuartos.

Los servidores del orden abandonaron el recinto, tras verificar que no quedaba nadie en su interior y comprobar que ya había en la zona gran cantidad de medios policiales, sanitarios y de bomberos. Estos fueron atendidos por el personal sanitario presente en los aparcamientos.

Los instructores del informe hacen constar en el mismo el alto grado demostrado tanto por los componentes, ya que pusieron en riesgo su vida e integridad física, puesto que de no haber actuado de esa forma hubiesen fallecido irremediablemente los dos pacientes que se encontraban impedidos. Aparte, hay que hacer constar el peligro de que alguna botella de oxígeno llegase a explotar.