Juan José A., el padre de la niña de seis años, y pareja sentimental de la madre de la menor, de 43, asi como toda su familia cordobesa, ya se recuperaron del susto y del miedo, después de que ellas fueran rescatadas, tras haber sido secuestrada por una familia de delincuentes que se hacían pasar por santeros. Las dos fueron llevadas a Cuba y se encuentran ahora "sanas y salvas". Juan José A., su pareja ysu pequeña residen en Fuerteventura. Estos días se están en la Península y pronto volverán al Archipiélago.

"Tuvimos miedo, incertidumbre e impotencia cuando nos enteramos que estaban secuestradas", afirmó Juan José A., que destacó que "hay que vivirlo para saber todo lo que se siente y lo mal que se pasa en una situación como éste". "Nos amenazaron que habría consecuencias para ellas y la familia si las denunciábamos", agregó.

Fue Juan José A. el que presentó la denuncia en la Comisaría de la Policía Nacional de Puerto del Rosario, al tiempo que uno de sus cuñados lo hizo en la Comisaría cordobesa de Palma del Río. Ambos colaboraron y aportaron las pruebas para el inicio de la investigación policial que llegó hasta Cuba. "Todo acabó muy bien, con la liberación de ellas y con detenciones", indicó Juan José A. La actuación fue una operación conjunta de la Jefatura Superior de Policía de Canarias y la Comisaría cordobesa, así como con la Guardia Civil, con las intervenciones embajada y los consulados, y con cooperación e intervención de la policía cubana. "No se trataba realmente de una secta religiosa, sino de una banda de delincuentes que se hacían pasar por santeros", afirmó en conversación telefónica Juan José A. La banda estaba formada, entre otros, por una mujer, su hermano, su hija, su novio y otra señora, y todos ellos se coordinaban bien, y cada uno con sus funciones, para ejecutar el secuestro.

Final feliz

Este grupo delictivo contaba con el respaldo de otras personas, entre ellos funcionarios, en aduanas y en un aeropuerto cubano para poder llevar a cabo sus planes, según el relato del cordobés residente en Fuerteventura. También aprovechaban los viajes aéreos a la isla caribeña para llevar maletas que estaban llenas de objetos, que las empleaban para el contrabando y ontaban con la complicidad de funcionarios en el aeropuerto.

La cubana, que buscaba un alojamiento en Fuerteventura, y que se hacía pasar por ser una santera, entabló contacto con la madre de la pequeña, cajera en un supermercado. El motivo fue ayudar a supuesta santera a buscar alojamiento en la isla. Poco a poco se fue ganando la confianza y la presunta santera hizo creer que a través de unos rituales y rezos podría ayudarla a solucionar problemas de salud. El día 5 de septiembre, madre e hija volaron a Cuba y quedaron incomunicadas, lo que alarmó a sus familiares y provocó las denuncias, ahora con final feliz.