La jornada se iniciaba temprano y, en torno a las 7 de la mañana, comenzaba el registro del domicilio del supuesto yihadista en la vivienda de la calle Guatemala, en el lagunero barrio de Los Andenes, por parte de agentes de la Guardia Civil. Vehículos de la Benemérita bloqueaban los accesos a la vía, obligando incluso a desviarse de su ruta a la línea de guaguas que recorre el barrio, para evitar la posible intromisión de vecinos y curiosos, alertados por el despliegue de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad en el tranquilo barrio.

"Se veía venir algo así", apunta un vecino. "Es un maltratador y hace dos días salió su pareja del coche pidiendo auxilio. Cuando mi mujer me dijo que estaba la Guardia Civil en la casa llegué a pensar que la había matado, pero nunca me imaginé que fuera por un asunto de yihadismo. Nunca hubo movimiento de gente entrando y saliendo de la casa y vestía normal, casi siempre con bermudas, y no se había dejado barba larga ni nada parecido", señala con sorpresa, mientras otra vecina que se dirige a un parque colindante a pasear a su perro es requerida para buscar una ruta alternativa.

Ese antecedente policial, el referido al maltrato doméstico, no le era desconocido a los propietarios de las viviendas colindantes, aunque "no se escuchaban nunca gritos que vineran de la casa". En cualquier caso, reconocen que el detenido "no se relacionaba con nadie. Lo veías muchas veces, a las 5 de la mañana, caminando solo mirando el móvil por la calle, pero poco más".

Bajo un sol de justicia transcurren las horas entre el ir y venir de los efectivos, acompañados de los Tedax ante el hallazgo de material para la fabricación casera de explosivos en el interior de la vivienda. "Lleva pocos meses viviendo aquí", señalan más vecinos sobre el detenido, que residía en la casa con sus padres, mientras cajas con documentación son sacadas del domicilio y alguna mirada curiosa se asoma discretamente por las ventanas de los inmuebles cercanos, al tiempo que otras cierran con contundencia sus persianas tratando de aislarse del inesperado revuelo.

En torno a las 15:00 de la tarde y tras casi ocho horas de trabajo concluye el minucioso registro. El detenido, con la cabeza cubierta por la capucha de una sudadera, es introducido en uno de los coches de la Guardia Civil, estando previsto que pase en las próximas horas a disposición judicial. El barrio vuelve poco a poco a la tranquilidad, aunque un vecino sacude la cabeza mientras se aleja murmurando que "mientras no lo suelten y vuelva aquí en unos días...".