La Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la Brigada Provincial de la Policía Judicial de Las Palmas llevaba varios días siguiéndole la pista. No obstante, no se conocía su paradero desde el pasado 27 de diciembre, cuando terminaba un permiso penitenciario por Navidad y no regresaba a la cárcel de Juan Grande. Durante la tarde de ayer, los agentes de la Policía Nacional acudieron a una cueva del pequeño pago de Taidía, situado en pleno barranco de Tirajana, para proceder a detener a Francisco Mejías González, el hombre que en 2004 mató a su mujer de 36 puñaladas en Telde y que era buscado desde hacía 50 días.

La operación se precipitó durante los últimos días gracias a la información aportada por unos vecinos que viven en la zona donde fue encontrado. Estos habían visto cómo en sus cercados situados en las proximidades del casco urbano de Santa Lucía habían robado parte de la cosecha. Pero el momento que permitió conocer que Francisco Mejías se escondía por las escarpadas paredes de esta zona del centro-sur de la Isla se produjo cuando le sorprendieron en el interior de una de las casas haciéndose la comida, según indicaron ayer fuentes cercanas a la investigación.

Los agentes, cuando obtuvieron esta información, realizaron un seguimiento en el pago de Taidía y durante la tarde de ayer procedieron a detener a Francisco Mejías, quien se ocultaba en una cueva donde ha sobrevivido gran parte de estos 50 días después de que el pasado 27 de diciembre no se presentara en la cárcel tras disfrutar del permiso.

La peligrosidad de que el asesino, a quien sólo le faltaba por cumplir 5 de los 19 años de prisión a los que fue condenado, siguiera en libertad radicaba en que tenía dos órdenes de alejamiento sobre dos mujeres a las que había amenazado de muerte en otros permisos penitenciarios. Por ello, se pusieron en marcha medidas de protección para ambas, señaló la delegada del Gobierno en Canarias, Elena Máñez.

Pese a estos casos, durante los últimos años había disfrutado de cuatro pequeños periodos de libertad "sin incidencia alguna", según se recoge en una resolución que aceptó un recurso presentado por el propio reo cuando le fue denegado uno de los permisos en agosto del año pasado. El último de ellos se decretó el 5 de diciembre, cuando la Junta de Tratamiento de la prisión Las Palmas II Juan Grande estimó que el riesgo de fuga se situaba en un 5%, como ya informó en su día el presidente de la Audiencia de Las Palmas, Emilio Moya. Ese día se le aceptaba el permiso de 3 días, que finalizaba el 27 de diciembre, cuando se esperaba su vuelta a prisión.

A lo largo de este tiempo hasta su detención, la Policía Nacional había certificado que no había salido de la Isla pese a que había obtenido información procedente de un prostíbulo de Valencia en la que se aseguraba que le habían visto, según informó el diario digital El Confidencial. Los investigadores de la Udyco, en cambio, situaban durante todo este tiempo a Francisco Mejías González en Gran Canaria, concretamente en la zona sur y sureste en la que residen familiares suyos.

El crimen por el que fue condenado Mejías González ocurrió el 5 de julio de 2004, pero su mujer, Fabiola González, ya le había denunciado en 2001 por malos tratos psicológicos. Aquel día, el ahora detenido cogió un cuchillo y le asestó treinta puñaladas a su esposa, quien 15 días antes le había pedido el divorcio. Lo hizo a sangre fría y ante los ojos de dos de sus tres hijos, que entonces tenían 9 y 13 años. Cuando salió a la calle, avisó a los vecinos de que había acabado con la vida de su pareja sentimental.

Durante el juicio, celebrado en 2005, el asesino declaró que no se acordaba de haber apuñalado a su mujer Fabiola González, pero tampoco negó los hechos. "Jamás pensé que pudie-ra llegar a hacer una cosa así", dijo ante el Jurado. Y reconoció que los celos fueron los que motivaron el crimen; "Estaba cansado de las infidelidades de ella", dijo, para añadir: "Me decía que no era lo que yo creía, pero llegué a verla en un coche desnuda con otro".

Además de los 19 años de prisión por asesinato con agravante de parentesco, que le mantendrán entre rejas hasta 2023, también fue condenado a 25 años de alejamiento de sus tres hijos.