"Aunque no sea una prisión moderna, es imposible escaparse de Salto del Negro". Ricardo Fuentes, delegado de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Institucionales Penitenciaras (Acaip) - UGT, asegura que el plan que tenía dibujado el preso de Salto del Negro que el pasado fin de semana consiguió abrir un agujero en su celda para tratar de huir y meterse en un camión era prácticamente inviable. Por delante aún tenía que pasar varios filtros de seguridad que, probablemente, hubiesen frustrado su objetivo de fuga.

M. G. H. había trabajado como albañil en la propia cárcel y sabía que las paredes de la celda en la que se encontraba estaban algo deterioradas porque están expuestas a la alta humedad que existe en esta zona de la Isla. Trabajó durante toda la noche del sábado al domingo y consiguió rasgar las juntas de los bloques hasta conseguir retirar un trozo de bloque. Había abierto un agujero de unos 20 centímetros, que tapó con una toalla. Sin embargo, los funcionarios consiguieron dtectarlo durante la inspección de la habitación.

El siguiente paso del reo era introducir su enjuto cuerpo por el hueco que estaba abriendo con un trozo de platina de una playera y parte del marco de la ventana que había arrancado, y esperar a que llegara uno de los camiones de provisiones para introducirse en los bajos. Pero aquí llegaba uno de los problemas: el suministro no se realiza de manera regular. Podía pasar uno o dos días hasta que el siguiente transporte llegara al muelle de la cocina de la cárcel.

Otro de los inconveniente para M. G. H. es que para llegar a la zona de caga y descarga tiene que tirarse a una plataforma situada a unos tres metro de altura, llegar al hangar de la cocina y esconderse. "Hay cámaras y microondas que detectan movimiento", apostilla Fuentes, quien precisa que si hubiese conseguido llegar al transporte sin ser visto, aún tiene por delante más controles. "En el portón, en Juan Grande por ejemplo hay un escáner; en Salto del Negro los medios son más austeros, se utilizan cristales con los que se miran los bajos, se revisa el interior del vehículo y después el camión vuelve a ser revisado en la barrera final". "Hay muchos filtros", apostilla. Y si todo esto no fuera suficiente, "todos los camiones son acompañados siempre por uno o dos funcionarios de vigilancia, que tiene que estar presente en la entrega de la mercancía y es el último en subir y bajar del vehículo siempre". "No es fácil meterse en los vehículos", sentencia.

Aun así, el portavoz sindical indica que hay que "modernizar la seguridad perimetral" del centro penitenciario, actuación que ya el actual gobierno estatal comenzó a realizar a finales del pasado año. Asimismo, apostilla que se deberían de incrementar las medidas de seguridad para evitar que se introduzcan objetos como teléfonos móviles, que en el caso de la prisión de Juan Grande se pueden utilizar al no existir inhibidores de frecuencia, tecnología con la que cuenta Salto del Negro. Y es que estos terminales tienen "el triple de valor" dentro de la cárcel que en la calle y cuando son detectados, en muchos casos son motivo de agresión a los funcionarios. "Si incautas un móvil a un preso, éste agrede porque no quiere que se lo quiten", declara.

En el incidente ocurrido el pasado domingo en el centro penitenciario de la capital grancanaria, Ricardo Fuentes señala que los dos trabajadores aún se encuentran de baja médica por los golpes recibidos por el reo cuando descubrieron su plan de evasión. Éste se encuentra en un módulo de observación en grado de aislamiento, a la espera de que Instituciones Penitenciaras decida si es trasladado a la prisión de Juan Grande, aunque no se descarta que sea remitido a un centro de la Península.