El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Ribeira ha finalizado la investigación de la muerte de Diana Quer y, desestimando la solicitud de sobreseimiento parcial formulada por el investigado, ha emitido el auto de apertura de juicio oral, en el que acuerda que la causa se siga contra el único detenido por si los hechos fuesen constitutivos de delitos de asesinato, agresión sexual y detención ilegal. El sospechoso, José Enrique Abuín 'El Chicle', será enjuiciado por el Tribunal del Jurado de la sección sexta de la Audiencia Provincial de A Coruña, con sede en Santiago.

El juez indica en el auto que de las diligencias practicadas, "sin perjuicio de lo que pueda resultar acreditado en el acto del juicio", se desprenden "indicios suficientes" para que las actuaciones se sigan contra José Enrique Abuín por los delitos de los que es acusado por la Fiscalía y por la acusación particular. Así, señala que el estudio de los terminales telefónicos revela los movimientos seguidos por la víctima y el sospechoso. También hace referencia a los estudios médico-forenses y a los elementos hallados durante el levantamiento del cadáver, entre ellos una brida "con una abertura compatible con el estrangulamiento".

La versión del acusado, según el instructor, presenta "notables incoherencias e incompatibilidades" con el resultado de las diligencias practicadas. Destaca que no consta que se produjese en la zona ninguna sustracción de combustible, por lo que ese motivo "no explica su presencia en el lugar". Además, subraya que resulta "poco creíble" que la víctima abandonase por propia iniciativa el paseo a través del cual regresaba a su casa para acceder a una vía "que no se encontraba en la trayectoria que seguía y que discurre entre naves abandonadas de peores características y en cuyas proximidades se encontraban instalados los vehículos de los feriantes". En cuanto al "agarre del cuello casi accidental" referido por el investigado, resalta que "no justificaría las lesiones constatadas".

El titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Ribeira también indica que las "precauciones" tomadas por el investigado "no solo tendrían por objeto evitar la localización de la víctima, sino también la comisión y posterior descubrimiento del delito de agresión sexual, impidiendo, con el sumergimiento de la víctima en agua durante un periodo muy prolongado de tiempo y llevándose su ropa, que pudieran hallarse restos orgánicos de la comisión de tales hechos, cuya producción viene igualmente respaldada por lo informado en el último de los informes médico-forenses recabados".

"No existe indicio alguno que indique que la víctima abandonase el camino hacia su casa voluntariamente o que hubiese fallecido ya en el momento de subirla al vehículo del acusado, ni que descarte la comisión de la agresión sexual", recalca el juez, quien sostiene que de las diligencias practicadas se desprende que José Enrique Abuín abordó a la víctima por sorpresa el 22 de agosto de 2016 sobre las 02.40 horas cuando se dirigía a su casa por el Paseo Areal, en A Pobra do Caramiñal. La introdujo en el maletero del vehículo "por la fuerza, evitando que gritase" y le arrebató el teléfono móvil. Tras maniatarla de pies y manos con bridas y amordazarla con cinta adhesiva, abandonó el lugar a gran velocidad. A las 02.52 se incorporó a la autovía AG-11, dirigiéndose hasta la salida de Rianxo, donde llegó hacia las 03.00 horas. Cuando se encontraba en el puente sobre la ría, lanzó el móvil de la víctima por la ventana.

El juez relata que sobre las 03.09 horas llegó a una nave abandonada situada en el lugar de Asados. Allí permaneció hasta aproximadamente una hora después. Durante ese tiempo, según el instructor, agredió sexualmente a la víctima y la estranguló con una brida. "Consumada dicha acción y con el fin de evitar que se descubriesen los hechos cometidos, introdujo el cuerpo de la víctima en el pozo, donde arrojó también su bolso, abandonando el lugar y llevándose la ropa de la víctima, de la que se deshizo en un lugar indeterminado", señala. Transcurridos al menos veinte días, el sospechoso regresó a la nave para comprobar el estado del cuerpo y lo lastró con unos bloques de hormigón.