La cueva de jable donde fueron encontrados los cadáveres de una mujer alemana, Silvia, y su hijo de 10 años en los altos de Adeje se convirtió en un escenario donde se produjo una gran violencia y ensañamiento por parte del autor. Según las fuentes consultadas, el hombre ahora detenido, Thomas Handrick, utilizó piedras de considerable tamaño y las manos para provocar importantes lesiones en ambas víctimas, su esposa, y su hijo mayor, de 10 años de edad.

La mujer y el menor de edad tenían importantes heridas en la cabeza incompatibles con la vida. De hecho, según ha trascendido, dichas personas tenían importantes fracturas craneales y otras heridas muy graves.

A última hora de la tarde del pasado miércoles se produjo el levantamiento de los cuerpos en la cavidad donde aparecieron ambos, en el paraje de Hoyo del Agua (Adeje). En el citado trámite estuvieron presentes la delegación judicial, con una médico forense, así como con agentes del Laboratorio de Criminálistica y de Agentes de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil.

Y ayer se produjo la realización de las autopsias en el Instituto de Medicina Legal de Santa Cruz de Tenerife. Fuentes cercanas a la investigación confirmaron que en dichas tareas se certificó que la esposa y el hijo mayor del ahora acusado fueron agredidos en la cueva con gran saña.

Huida

Al presenciar la terrible escena de violencia, el hijo menor salió corriendo despavorido en dirección a la costa, consciente de la gravedad de los hechos. Por ese motivo le preguntó a la traductora de alemán que lo atendió que si alguien podía llevarlo a Alemania, su país de origen.

La pareja formada por Thomas y Silvia se encontraban en proceso de separación, así lo confirmaron fuentes extraoficiales y el alcalde de Adeje, José Miguel Rodríguez Fraga.

Aún así, la mujer decidió traer a Canarias a sus dos hijos para que vieran a su progenitor y pudieran efectuar diversas actividades conjuntamente, que hasta ahora residía en una vivienda situada en el número 22 de la calle Ramón y Cajal, en el casco urbano de Adeje.

Dicho comportamiento por parte de la fallecida demuestra que, a pesar que la pareja estaba separándose legalmente, entre ambos miembros existía una relación correcta.

Sin embargo, el ahora acusado aprovechó ese exceso de confianza de sus familias para cometer un horrendo crimen. Y el comportamiento de llevarlos hasta una cueva donde mató a la mujer y a su hijo demuestra cierto grado de premeditación y planificación.

Localización

Como volvió a recordar en la mañana de ayer el regidor adejero, si el hijo menor de la pareja, de cinco años, no hubiese escapado de la zona corriendo, despavorido, atemorizado y sin conocer ni la zona ni el idioma español, también hubiera sido asesinado por su progenitor. E, inevitablemente, el macabro suceso no se hubiera detectado "hasta sabe Dios cuándo", como expuso el presidente de la corporación municipal.

Una vez que se produjo la localización de los cadáveres y su levantamiento, los investigadores de la Guardia Civil decidieron llevar a cabo en el transcurso de la jornada de ayer el registro de la casa en la que vivía el acusado.

Aunque inicialmente, el mencionado trámite de la instrucción estaba previsto para las 13.00 horas, en realidad se efectuó casi media hora más tarde.

Numerosos vecinos y curiosos se concentraron en la calle, las ventanas, balcones y azoteas próximos al inmueble. Muchos de ellos disponían de teléfonos móviles con los que estaban dispuestos a grabar cualquier movimiento "de interés".

También había númerosos medios de comunicación, principalmente diferentes cadenas de televisión, tanto locales como nacionales. E, incluso, un equipo de una alemana.

La cinta de la Guardia Civil estaba muy próxima a la casa donde residía Handrick. Primero había varios agentes del Instituto Armado uniformados y después se sumaron otros de paisano, vinculados a la Policía Judicial. El furgón del Laboratorio de Criminalística se aproximó lentamente hacia la casa. Y ahí comenzaron los obstáculos para los numerosos reporteros gráficos apostados en el lugar. Los funcionarios colocaron un panel para dificultar la captura de imágenes.

Ante esa situación, los reporteros elevaron sus cámaras y, posteriormente, cogieron sillas de un negocio cercano para poder grabar mejor.