Se llamaba Sephora Sahé, tenía 13 meses de edad y era de Costa de Marfil. La bebé que el pasado 16 de mayo falleció al caer del paño típico africano en el que la llevaba su madre durante el desembarco de la patera en una playa de Arguineguín fue enterrada ayer en un cementerio de Gran Canaria bajo la más estricta intimidad, según informó la Cadena Ser que citó fuentes judiciales conocedoras de la investigación.

Ruth, de 26 años, relató ante la titular del Juzgado de Instrucción número 3 de San Bartolomé de Tirajana, María del Pilar Barrado, la fatídica travesía en un duro testimonio. Siempre según la publicación de la Cadena Ser, detalló que había llegado a la ciudad de Dajla, la antigua Villa Cisnero en Sáhara Occidental, junto a su bebé de 13 meses y su prima Justine, que hacía lo propio con su niña de 8 años. El objetivo: pisar Europa.

El sábado 11 de mayo llegó la hora. Había una embarcación preparada para llegar a Canarias. Sin embargo, no querían subirse. Les habían hablado de un barco y comida tanto para ellas como para sus hijas, pero lo que se encontraron fue con una ridícula embarcación de apenas siete metros de eslora. Entonces Ruth trató de abortar el viaje, pero los marroquíes que preparaban la travesía la obligaron golpeándola con un palo en la espalda. En la embarcación iban un total de 31 personas, 20 de ellas subsaharianas y otras 11 de origen marroquí. De ellos, cuatro eran niños: tres bebés y la hija de Justine.

Cuatro días de travesía

La cronología de los hechos siguió con un viaje duro, donde las mujeres supuestamente sufrieron abusos sexuales y tocamientos por parte de los magrebíes que dirigían la travesía hacia lo que consideran un mundo mejor, hacia un futuro mejor aunque lejos de sus familias. Entre vejaciones alcanzaron las Islas tras cuatro interminables días. Lo hicieron, según el testimonio de los ocupantes, sobre las tres de la tarde. Sin embargo, los organizadores decidieron que no sería hasta las noche cuando se produciría el desembarco. Primero lo hacen los once marroquíes sobre las 20.00 horas. El resto lo intenta a medianoche. Ocurre en la playa de El Perchel, muy cerca del muelle de la cementera y en la trasera del campo de fútbol de Arguineguín. Las olas les embate. A Ruth se le desamarra el paño en el que llevaba a su hija a su espalda. Se toca y no palpa nada. Se da cuenta de que ha caído al agua.

Su prima Justine no localiza a su hija de 8 años. Cree que le ha ocurrido lo mismo que a la pequeña Sephora, que está en el agua ahogándose. Se lanza para poder rescatarla. Lo que desconoce es que la niña está a salvo, en tierra. Justine desaparece entre la inmensidad del mar y la oscuridad de la noche.

Los subsaharianos caminan destrozados hacia donde están las luces. Son las farolas de la avenida alcade Paco González de Arguineguín. Allí están Fabiola Santana y Yumara Ramírez, madre e hija, que no dudan en atender a las personas que llegan en un estado deprimente pese a las advertencias de otros vecinos de que pueden contraer enfermedades. Ellas no hacen caso y se acercan, cogen en brazos a los otros dos bebés que iban en la patera. Están inconscientes, como desmayados. Los reaniman y empiezan a darles dos biberones que prepara otra vecina.

Ruth llora. Trata de decirles, desesperada, que ha perdido a su bebé. Se toca la espalda. Señala hacia el mar. Cuando la entienden se dan cuenta de que hay personas que han caído al mar, que han desaparecido. La búsqueda se inicia la misma madrugada con helicópteros y embarcaciones. Se amplía durante el día. El mismo jueves, 16 de mayo, un embarcación encuentra el cadáver de Justine a cuatro millas mar adentro de Arguineguín. Al día siguiente, el piloto de una moto de agua halla el cuerpo flotando de la pequeña Sephora frente a la playa de Taurito. Ayer, 22 días después de aquel terrible suceso, fue enterrada.

El apoyo que desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) en Canarias ha dado a Ruth ha sido primordial para que pudiera darle el último adiós a su hija sin que cayera en el olvido, con una simple lápida con un número y la palabra inmigrante. También para que no pasara más tiempo encerrada en los calabozos de la Policía Nacional, sin atención médica, con una fisura en las vértebras y sin saber qué había pasado con su niña, indicó la Cadena Ser.

Los subsaharianos apuntaron hacia los marroquíes como los organizadores y señalaron a tres en una rueda de reconocimiento como los que abusaron de las mujeres. El Tribunal Superior de Justicia de Canarias (TSJC) informó ayer de que las diligencias previas se incoaron por un delito de homicidio imprudente y otro contra el derecho de los trabajadores.