En octubre de 2008 cuando Gregorio Guerra Serván era director del CEIP Alcaravaneras, una madre me llamó a la radio porque los niños y niñas no podrían entrar al colegio. El portero del centro educativo libraba esa semana porque estaba disfrutando de días de asuntos propios y la semana anterior Gregorio había avisado a la consejería de Educación y al Ayuntamiento de la necesidad de sustituirlo.

No le hicieron caso y Gregorio dejó entrar a los escolares de acogida temprana porque sus padres y madres tenían que ir a trabajar, pero a los que entraban a las 8 y 30 les dijo que si no había portero no estaba la seguridad garantizada para los 300 estudiantes, y remitió a los padres y madres al Ayuntamiento, que estaba informado de que el centro no iba a abrir las puertas sin el bedel que exige la ley. Era miércoles y el lunes y martes Gregorio había hecho de portero, pero el miércoles se hartó de la pasividad institucional. Era alcalde de la ciudad Jerónimo Saavedra y a Gregorio, militante socialista y antiguo cargo en la consejería de Educación con el PSOE, no le importaba criticar públicamente al Ayuntamiento presidido por su compañero de partido cuando se trataba de defender los intereses de la comunidad educativa del CEIP LA Alcaravaneras. Así fue como conocí a Gregorio Guerra cuando le hice la primera entrevista en la radio, el director del CEIP Alcaravaneras no se cortó en criticar al Ayuntamiento y a la consejería de Educación.

Así era Gregorio, siempre pendiente de los intereses del colegio. Se plantaba en la consejería de Educación cuyos despachos conocía muy bien de sus tiempos en el Gobierno canario, lo hacía con la antelación suficiente para solicitar que se cubrieran las bajas previstas o para pedir más presupuesto para el centro educativo. Bajo su dirección el CEIP Alcaravaneras se convirtió en un centro preferente para estudiantes con diversidad funcional, implicó a padres y madres del barrio en pintar los muros que rodean el Colegio, promovió que los estudiantes investigaran la historia de los personajes que dan nombre a las calles del barrio de las Alcaravaneras y todo ese trabajo quedó recogido en un libro.

Nació en el pueblo extremeño de Almoharín, pero llegó a las islas cuando tenía 24 años y se enamoró de Canarias y de Conchi Hernández (excocejala de Servicios Sociales en el Ayuntamiento de la capital grancanaria y exconsejera del cabildo). En el CIEP de las Alcaravaneras promovió que los niños y niñas llevaran castañas para asar en la celebración de las fiestas de los finaos en lugar de los disfraces de Halloween, y el día de Canarias se convertía en una gran fiesta donde el alumnado cantaba canciones de las islas para disfrute de padres y madres. Su capacidad para crear equipos directivos y promover la integración de los centros educativos con sus barrios la demostró en el CEIP Aguadulce y en el CEIP Alcaravaneras. Después de su jubilación seguía pasando por el colegio y participando en algunos de sus actos. El pasado jueves lo invitamos al acto de la orla de nuestros hijos e hijas de la promoción 2010-2019, pero Gregorio no pudo acudir porque estaba ingresado en el hospital. Pero lo nombramos con cariño sin saber que este domingo su corazón iba a dejar de latir para siempre. Se nos fue Gregorio Guerra, el 'dire' del CEIP Alcaravaneras, padre de Carlota y Fernando y compañero de Conchi Hernández . Buen maestro, buen director, un hombre (como diría Machado) en el buen sentido de la palabra, bueno.