La tormenta de ayer de madrugada será difícil de olvidar para muchos saguntinos por el gran estruendo que se oyó prácticamente en todo el casco antiguo de la ciudad sobre las 3,15 horas. Sin embargo, quien lo recordará siempre es una familia que dormía tranquilamente y, de repente, vio cómo un rayo irrumpía en su casa, la iluminaba toda por un momento, provocaba un trueno ensordecedor y dejaba un reguero de daños.

«Fue impresionante», resumía a Levante-EMV el hijo de los propietarios de la vivienda. «Por mucho que hayas vivido otras tormentas, se pasa un susto muy grande», añadía.

«Teníamos todas las persianas bajadas por precaución, pero entró por el tejado y bajó por el hueco del ascensor. De repente, todas las luces se encendieron y yo desde mi cama ví un resplandor de distintos colores muy vivos, primero fucsia, luego verde. Es algo que dura un par de segundos y que seguía el camino de la instalación eléctrica. Pero ver un rayo en tu casa y oír ese fuerte trueno deja en estado de shock», contaba todavía reconociendo que es algo «difícil de explicar». «Esos colores vistos de cerca son muy bonitos, pero el trueno es un horror. Es un ruido ensordecedor que no creo que se me olvide nunca».

Tras lo ocurrido, enseguida sonó la alarma de la vivienda, así que la apagaron, comprobaron que la nevera funcionaba y como la tormenta seguía, fue al día siguiente cuando descubrieron que varios aparatos ya no funcionaban, entre ellos, un ordenador y un equipo de música. «El ascensor tampoco va, pero por suerte no hay nadie ahora en casa con problemas de movilidad», decía el joven además de reconocer que también se llevaron una gran sorpresa al salir de casa y ver que había cascotes del tejado tanto en su jardín como en la calzada.

Casa de 10 años de antiguedad

Al hablar con los vecinos, el de la casa de al lado le reconoció que también le fallaba el router desde la tormenta y que también por momentos se le iluminó toda la casa. Sin embargo, para el mismo vecindario fue toda una sorpresa el saber que el rayo había caído allí. «Daba la sensación que había sido muy cerca, pero nunca vas a pensar que cae en una casa de éstas, que tienen apenas unos 10 años», comentaba un residente.

Tras hacer un recuento de los desperfectos y dar parte a su seguro, los dueños de la casa donde cayó el rayo se afanaban ayer por conseguir que les repararan cuanto antes el auténtico boquete que tenían en su tejado. «Después de lo que ha pasado y viendo que aún se mantiene la alerta, no queremos que se quede así», decía el hijo de los dueños.

Para evitar más casos parecidos «en cualquier otra casa de la ciudad», los afectados consideraban que el ayuntamiento «debería instalar más pararrayos en edificios públicos de la población y así aumentar la zona protegida, pues el radio de acción de cada uno es limitado». «El pueblo se ha ido extendiendo y parece que en eso no ha pensado nadie pues por lo que nos han dicho, sólo hay en la iglesia de Santa María y en el colegio público Ausiàs March», añadía.