Lucas Cruz apareció bajo los focos de la actualidad, de repente, como el coronel Kilgore en medio de la trama de Apocalypse Now: con una idea por bandera, cuanto menos, extravagante. Fue el pasado 7 de mayo. Ese día, a través de LA PROVINCIA/DLP, se supo que un supuesto fondo de inversión estadounidense -representado por el propio Lucas Cruz- había aparecido de la nada para patrocinar -a cambio de un millón de euros- al Granca durante los últimos cuatro partidos del curso -en los que el equipo claretiano no se jugaba nada- con el propósito final de convertirse en el propietario del club. Todo tan razonable como el empeño de Kilgore en la película de Francis Ford Coppola: surfear en una playa en pleno bombardeo del Vietcong.

La operación para comprar el 51% de las acciones del Granca se destapó el 7 de mayo, pero había arrancado mucho antes: el 12 de marzo, Antonio Morales -como presidente del Cabildo- y Ángel Víctor Torres -entonces vicepresidente de la corporación insular- admitieron por carta su compromiso para iniciar el proceso de venta de un club que, desde 1992, es propiedad de la administración pública. Lo hicieron por carta, en una misiva dirigida a Jameo Group, una sociedad que se presentaba como delegada de HMK Holdings en Europa y en la que Lucas Cruz aparecía como administrador único.

Semanas después, tras negociaciones entre tres partes -Cabildo, Granca (representado por su presidente, Enrique Moreno) y Jameo Group- el contrato de patrocinio entre el supuesto fondo de inversión se firmó el 29 de abril. En el documento, la firma de Lucas Cruz aparecía en nombre de Jameo & Members Limited, una compañía registrada en el número 8 de Holles House, Overton Road -una zona resildencial localizada al sur de Londres-. En el acuerdo se establecía que HMK Holdings abonaría por el mecenazgo al equipo amarillo un millón de euros condicionado por la venta posterior del club. De esa cantidad, el pago de 500.000 euros estaba garantizado, mientras que los otros 500.000 euros quedarían en depósito a la espera de que la sociedad estadounidense se hiciera con el control de la entidad claretiana.

La filtración de ese contrato -la tarde del 7 de mayo se publicó en la web de LA PROVINCIA/DLP- reveló una serie de irregularidades durante la negociación y en el funcionamiento de los órganos del Cabildo encargados de gestionar el Granca.

Irregularidades

De entrada, se descubrió que Enrique Moreno trasladó la oferta de HMK al consejo de administración del club el 3 de mayo, cinco días después de que él mismo -en calidad de presidente del Granca- ya hubiera firmado el contrato junto a Lucas Cruz.

Una vez desenmascarada esa jugada aparecieron en escena varias irregularidades cometidas por el Cabildo: Antonio Morales y Ángel Víctor Torres iniciaron el proceso de venta del Granca sin contar con el consejo de administración del club ni con el patronato de la Fundación Canaria del Deporte -ente que figura como propietario de las acciones de la Sociedad Anónima Deportiva-.

En ese escenario, LA PROVINCIA descubrió el 10 de mayo que ni Morales ni Torres tenían poderes legales para negociar la venta del Granca, ya que en el registro oficial aún aparecía Lucas Bravo de Laguna como presidente del patronato de la Fundación Canaria del Deporte. 24 horas después, este periódico destapó que el Cabildo no presentaba las cuentas de esa fundación desde 2010.

Entre tanto ruido, el 13 de mayo el supuesto fondo de inversión retiró su oferta para comprar el Granca y anuló el contrato de patrocinio en un intento de truco final. Durante los días posteriores LA PROVINCIA/DLP denunció que el Cabildo negoció la venta del Granca con un fondo fantasma: su sede se localizaba en un bazar de Santa Mónica, no figuraba en la Bolsa ni en la comisión de valores de EE UU, presentaba como avales documentos falsos a una organización vinculada a estafas y el dinero -pese a las garantías de Lucas Cruz- nunca llegó.