Canarias cuenta durante las últimas décadas con varios casos de amerizajes en sus aguas que se saldaron, en la mayoría de los casos, con éxito al sobrevivir los pasajeros. Un instructor de vuelo asegura que esta operación es complicada ya que juegan varios factores, como el estado del mar o si hay personas cerca de la playa. En el accidente ocurrido el pasado domingo en la costa de Moya, considera que los dos tripulantes acertaron con las decisiones que tomaron porque salvaron sus vidas sin poner en riesgo las de terceras personas.

Los dos hombres, uno de 33 años y el otro de 25, ambos con licencia de piloto y que realizaban un vuelo de práctica entre el Aeroclub de El Berriel y La Gomera; evaluaron durante los seis minutos que planeó la avioneta cuál era la mejor opción para salvar sus vidas puesto que, de repente, el motor de la Diamon Aircraft DA-20 Katana que pilotaban se gripó y vieron cómo la hélice se paraba cuando se encontraban a unos 960 metros de altitud.

Así, siguieron el protocolo de seguridad establecido por el fabricante, que marca una serie de normas. La primera de ellas, declarar la emergencia al centro de control, en este caso el de Canarias situado en Gando tal y como realizaron los pilotos. Posteriormente, reducir la velocidad hasta los 73 nudos (135 kilómetros por hora), cerrar la circulación del combustible para evitar primero un posible incendio y segundo una fuga en el aterrizaje; y seleccionar un campo seguro. En este último punto, la decisión se presenta complicada, según indicó un instructor, puesto que en los amerizajes cercanos al litoral hay que tener en cuenta que no haya bañistas en el agua. En este sentido, el seguimiento de la trayectoria de la aeronave realizado por la web Webtrak se aprecia que apenas dos minutos antes de que tocaran el agua, los tripulantes decidieron hacer un giro de 380 grados a apenas medio kilómetro de El Altillo donde pudieron estudiar la situación .

Los pilotos contaron el pasado domingo con tres bazas a su favor: las condiciones meteorológicas, con poco viento y el cielo completamente despejado; el estado del mar, en calma con algunas olas de pequeño tamaño; y la poca presencia de bañistas en el agua, pese a que había varios surfistas que vieron cómo la aeronave les pasaba algunos metros por encima antes de que amerizara.

"Lo hizo perfecto, un diez", dijo uno de los testigos que se encontraban en el agua con su tabla poco después de que ocurriera el accidente. Y es que la avioneta apenas sufrió daños cuando se posó en el mar, a unos 40 nudos de velocidad (74 kilómetros por hora): el tren de aterrizaje quedó intacto y sólo hubo algunos desperfectos en el fusejale pese a que amerizaron a pocos metros de una zona de rocas que consiguieron evitar. Ambos habían seguido con el protocolo marcado por Diamon Aircraft: poner los flags en modo aterrizaje para así aminorar lo máximo posible la velocidad, abrocharse los cinturones y dejar la cúpula desbloqueada con el objetivo de poder abandonar la nave cuanto antes. Además, eligieron un enclave situado junto a un núcleo de población, un detalle que los pilotos tienen en cuenta en este tipo de emergencias para así no pasar desapercibidos por si fuera necesario un rescate, aunque en este caso ambos salieron ilesos y por su propio pie de la cabina.

El sector aeronáutico en general ha destacado la pericia de los dos tripulantes de la Escuela de Pilotos Canavia, entre ellos los controladores aéreos que en su cuenta de Twitter ( @controladores) indicaron: "Impresionante la templanza y profesionalidad del piloto en frecuencia", "los dos pilotos han resultado ilesos gracias a la pericia del piloto" o "todo ha quedado en un susto gracias a la estupenda labor del piloto".

Antecedentes en las Islas

Estas maniobras son "complicadas", como señaló un instructor de vuelo que prefiere mantener el anonimato. No en vano, hay casos en los que los ocupantes han fallecido. Como ocurrió con la avioneta que cayó al mar en diciembre de 2014 frente al barrio de Añaza, en Santa Cruz de Tenerife. Un bombero del aeropuerto de Tenerife Norte e instructor de vuelo y su mujer iban en el interior de la aeronave. Él murió y su esposa resultó herida.

Sin embargo, la mayoría de estas operaciones ocurridas en las Islas se saldan con éxito. El más sonado ocurrió en 1966. Un avión con 24 personas en su interior tuvo un fallo mecánico que inutilizó la hélice. La tripulación consiguió que el Douglas DC-3 de la compañía Spantax se posara frente a la costa de El Sauzal, en Tenerife. Seis barquitas de pescadores salieron a socorrerlos y consiguieron que todos sobrevivieran excepto uno, que pereció por un infarto. Seis años antes, el 27 de febrero de 1960, los cuatro pasajeros de una avioneta sobrevivieron al amerizaje que realizaron cerca de La Gomera. El último caso ocurrió hace poco más de tres años, el 27 de diciembre de 2016. Otra avioneta que pretendía cubrir el trayecto entre Tenerife Norte y Esauira, en Marruecos, tuvo que posarse sobre el agua de la playa de Las Teresitas. El piloto resultó herido grave y las otras dos ocupantes, su mujer y su hija de 13 años, salieron ilesas.